Así es Quibi, la nueva plataforma de programas de 10 minutos que acaba de llegar a España
La aplicación pretende plantar cara a YouTube e Instagram con productos desarrollados por LeBron James, Spielberg o Ridley Scott
Quibi —pronunciese cuibai— es lo que alguien que odia la televisión por Internet entiende que es televisión por Internet: una aplicación llena de incontables programas de 10 minutos, diseñados para ser vistos desde el teléfono móvil en esos no-momentos en los que esperamos otra cosa, como que llegue el autobús, nuestro turno en la cola del banco o que se caliente la sopa. Sin embargo, se trata de un invento real que lleva meses ultimando su lanzamiento, el pasado l...
Quibi —pronunciese cuibai— es lo que alguien que odia la televisión por Internet entiende que es televisión por Internet: una aplicación llena de incontables programas de 10 minutos, diseñados para ser vistos desde el teléfono móvil en esos no-momentos en los que esperamos otra cosa, como que llegue el autobús, nuestro turno en la cola del banco o que se caliente la sopa. Sin embargo, se trata de un invento real que lleva meses ultimando su lanzamiento, el pasado lunes, en Estados Unidos. De lo que no hubo aviso (ni de momento explicación) es que ese lanzamiento sería global: la aplicación está repentinamente disponible en los móviles en España desde la medianoche del martes por 8,99 euros al mes (primeros tres meses gratis), sin campaña de márketing previa, como si se tratase sido un accidente. Así ha sido el inusual despliegue internacional de esta también inusual inversión milmillonaria de Jeffrey Katzenberg, consejero delegado de Disney durante su renacimiento entre 1984 y 1994 y ejecutivo de DreamWorks después; y de Meg Whitman, quien le acompañó en buena parte de esta trayectoria.
La aplicación, cuyo nombre viene de juntar las palabras quick bites, pequeños bocados, es, antes que nada, un experimento. Es la forma que tiene el viejo Hollywood de colarse en el nuevo consumo audiovisual; no ya las series, ante las que tuvieron que claudicar hace años, ni el streaming, al que se adaptaron después. Quibi pretende plantarle cara al siguiente eslabón en la cadena alimenticia de espectadores, que ya no es HBO ni Netflix, sino a YouTube, Facebook y los vídeos de Instagram. La diferencia entre el contenido de esas plataformas y esta nueva es la ambición, es decir, el dinero. Estas series —perdón, “películas por entregas” las llaman en la casa— no tienen el acabado casero de los youtubers ni de un directo de Instagram: están producidas por profesionales del blockbuster de IMAX.
También está lleno de rostros famosos. En los 50 programas disponibles desde hoy se puede ver un documental con LeBron James, o un thriller protagonizado por Liam Hemsworth (Los juegos del hambre) y Christoph Waltz. Hay un drama liderado por Sophie Turner (Juego de tronos) y una producción del legendario Sam Raimi. También hay un programa con Jennifer Lopez, otro con la exmodelo Chrissy Teigen y uno más con la ganadora del Oscar Queen Latifah. La plataforma ya ha firmado contratos para futuros estrenos con Steven Spielberg, Laura Dern, Bill Murray, Guillermo del Toro y Ridley Scott para proyectos futuros. La flor y nata de Hollywood, en la misma pantalla donde se miran los selfis.
El futuro de la plataforma está sobradamente calculado. Katzenberg y Whitman reunieron mil millones de dólares solo para sus pequeños contenidos: el año que viene habrá 35 “películas por capítulos”; 120 realities o documentales y el resto, vídeos “de estilo de vida”. En total, 175 títulos nuevos. 8.500 quibis, como dicen que los llaman sus creadores a cada capítulo. Algunos aprovechan las posibilidades creativas del nuevo medio (Spielberg está escribiendo una serie de terror que solo se podrá ver cuando se haya puesto el sol en el lugar en el que se encuentre el espectador); otros, la informalidad (esos programas de estilo de vida, baratos y rápidos de hacer, serán un foco importante de la plataforma).
Donde quizá el experimento de Quibi sea más relevante es en todo lo que no es el contenido. Es la primera aplicación que permite que sus imágenes se vean con la pantalla del móvil en horizontal (como YouTube) o vertical (como los stories de Instagram), uno de los grandes conflictos del audiovisual en el teléfono. La solución no es la más elegante —la versión vertical simplemente corta los lados de la pantalla, de forma que se ve menos imagen— pero al menos existe. Y por último, está el precio: 8,99 euros al mes, que en Estados Unidos se puede recortar a 5 dólares si uno está dispuesto a ver anuncios. También la primera vez que una plataforma ofrece esta modalidad, que abarata su coste y que analistas llevaban meses reclamando: suaviza el peligro explotar la burbuja de los crecientes servicios de pago que han salido en el último año.