Los irreductibles que se resisten a renovar sus móviles
Para algunas personas, cambiar de móvil no es una necesidad y se niegan a comprar el último modelo cada año
“Tiene la batería de mayor duración”, “es el mejor teléfono que hemos fabricado nunca”. Las soflamas suenan grandilocuentes en las presentaciones de los nuevos modelos de móvil. Los precios están a la altura de la épica de la narrativa: 959 euros por el iPhone 16 pero hasta 1.969 euros por modelo más caro, y otro tanto sucede con Samsung, que vende el Galaxy S24 Ultra por 1.199 euros y supera holgadamente los 1.500 euros en el Galaxy Fold 6. España es uno de los países con una mayor tasa de penetración del teléfono móvil en el mundo. Según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, en 2023 eran 59.500.000 líneas móviles para una población de poco menos de 49 millones de habitantes. ¿Responde esta furia por adquirir nuevos móviles a una necesidad real o a un consumismo desmedido?
“Los fabricantes de móviles hacen que la gente crea que está ocurriendo una verdadera innovación y refuerzan la idea de que lo nuevo necesariamente significa mejor. Es obsolescencia percibida”, explica Marta Castillo, responsable de marketing de Back Market. Este portal de compraventa de móviles reacondicionados está viviendo un momento de oro; según aseguran, su facturación creció un 23 % en 2023 con respecto al ejercicio anterior, hasta los 2.157 millones de euros. En España se cambia de móvil como promedio cada dos o tres años, según un estudio de Rentik y el Report on the global impact of refurbished electronics (realizado por la Agencia de Transición Ecológica Francesa (ADEME) en 2022.
Los consumidores se aferran a sus móviles
El californiano Chris Matyszczyk es uno de los veteranos en el mundo de la blogosfera y también alguien que se resiste a cambiar porque sí de móvil. Aferrado a su magullado iPhone 12 desde el año 2020, no ve ningún motivo para renovar. “Suelo ir a la Apple Store a que me expliquen las mejoras del nuevo iPhone cuando sale a la venta y me entra la risa cuando escucho que la cámara es mejor que la anterior”, explica Matyszczyk. “No deja de ser un objeto funcional, y el mío sigue funcionando perfectamente a pesar de los años”, agrega.
Otro tanto le sucede a Samsung con las últimas innovaciones de sus móviles de gama más alta. En el propio comparador del fabricante, apenas se aprecian las diferencias entre el buque insignia actual, el Galaxy Fold 6 y el precedente, el Fold 5. Una pantalla más amplia y brillante, una mayor resistencia al polvo, pero prácticamente la misma cámara e idéntica batería. ¿Qué argumentos puede encontrar el potencial comprador del dispositivo? Además, tanto Apple como Samsung se han embarcado en la promesa de la inteligencia artificial y Apple ni siquiera la incorpora en el equipo, asegurando que llegará en el futuro. Hasta el popular youtuber Marques Brownlee destaca en su análisis del iPhone 16 la ironía la situación: “No se puede revisar algo que no ha llegado todavía”, en referencia a las palabras de Tim Cook, que anunciaban que el iPhone 16 había sido diseñado exclusivamente en torno a la futura promesa del Apple Intelligence, un etéreo servicio del que se desconocen los detalles y cuya ausencia deja cojo al móvil buque insignia de la compañía. El problema reside en que el mercado se ha ido habituando a esas mejoras incrementales que apenas aportan novedades.
El empresario vasco José (prefiere no dar su apellido) es otro de los que se salió de la rueda de renovaciones, pero en este caso, por accidente: “Un buen día, la cámara de mi iPhone dejó de funcionar”, afirma, y tras pasar por un servicio técnico homologado de Apple, le informaron de que el coste de reparación era tan caro que casi le compensaba adquirir un terminal nuevo. “Fue en ese momento cuando el propio comercial me desanimó a adquirir el último modelo y me recomendó el precedente afirmando que “casi no había diferencias”. Básicamente, este empleado le estaba ahorrando de 200 euros en el proceso de compra y todo por perderse algunas mejoras premium que realmente no necesitaba.
La huella ecológica de las ventas de móviles
El conferenciante mallorquín David Arráez lleva enrocado en su iPhone 12 Pro Max desde hace cuatro años: “No actualizo porque lo que está saliendo no compensa”, explica. Según Arráez, los fabricantes actúan de esta manera porque “la gente sigue comprando” y van destilando las mejoras mínimas para justificar el desembolso a aquel nicho de mercado que ansía tener siempre el último modelo. Y no le falta razón: las ventas de Samsung siguen aumentando al calor del Galaxy S24, y otro tanto le sucede a Apple, pese al patinazo en las previsiones de venta del iPhone 16.
Pero estos rebeldes, que se resisten a pasar por el aro y comprar el último modelo cada año, esgrimen otro sólido argumento: el impacto en el medio ambiente. “Con la compra de un móvil reacondicionado, se ahorran hasta 77.000 litros de agua, se consigue un 89 % de reducción en basura electrónica y se evita la extracción de 243,60 kg de materias primas, el equivalente al peso de doce bicicletas.”, explica Castillo, responsable de marketing de Back Market. ¿En qué consiste el proceso de reacondicionamiento? Se trata de una manera de salirse del ciclo de renovación al que se ven arrastrados quienes desean estar siempre a la última con el móvil.
Son móviles de segunda mano, revisados y, lo que es más importante, con una garantía semejante a la de un móvil nuevo. Estos dispositivos se someten a pruebas exhaustivas, similares a las realizadas en los centros de reparación de los fabricantes. Se reemplazan las piezas defectuosas, se evalúan o sustituyen las baterías y se mejora la apariencia exterior del teléfono. Una vez reacondicionado, el teléfono se prepara para su venta y el terminal puede adquirirse hasta un precio un 70 % inferior al de mercado.