Helga Nowotny, socióloga: “El metaverso será una máquina del tiempo”
La experta considera que la “coevolución” entre máquinas y humanos está cambiando nuestra percepción del tiempo
El metaverso será una máquina del tiempo digital alimentada por algoritmos predictivos que influirán en las decisiones de la humanidad que, para calmar su anhelo de certeza, corre el riesgo de ver condicionado un futuro que en realidad no está escrito, advierte Helga Nowotny (Viena, 85 años). Doctora en Sociología por la Universidad de Columbia, profesora emérita d...
El metaverso será una máquina del tiempo digital alimentada por algoritmos predictivos que influirán en las decisiones de la humanidad que, para calmar su anhelo de certeza, corre el riesgo de ver condicionado un futuro que en realidad no está escrito, advierte Helga Nowotny (Viena, 85 años). Doctora en Sociología por la Universidad de Columbia, profesora emérita de Estudios de Ciencia y Tecnología del ETH de Zurich, cofundadora del Consejo Europeo de Investigación y miembro de la Academia Sueca de las Ciencias, Nowotny ha viajado a Barcelona para presentar su libro La fe en la inteligencia artificial. Los algoritmos predictivos y el futuro de la humanidad (Galaxia Gutenberg).
Pregunta. ¿La interacción entre humanos y máquinas que describe en su libro es imparable?
Respuesta. Sí. Es una coevolución que no tiene fin. Dos especies que interactúan, en este caso humanos y máquinas, influencian la una a la otra constantemente. Por tanto, estamos ante un proceso abierto, que está aún en el comienzo. Empezamos a ver lo que podemos hacer con los algoritmos y la inteligencia artificial. Mucha gente se sorprende, por ejemplo, de ver lo que una máquina puede llegar a producir si tiene suficientes datos, como imágenes o textos con aplicaciones basadas en inteligencia artificial como GPT-3 o Dall-e. Hoy hemos llegado hasta ahí, pero mañana nos continuaremos sorprendiendo aún más. Las máquinas son más rápidas que nuestro cerebro, aprenden y pueden procesar grandes cantidades de datos. Sin embargo, la inteligencia artificial no entiende cómo los humanos la información que maneja ni es creativa en el sentido en el que lo somos las personas, que nos hacemos preguntas sobre por qué suceden las cosas y cómo podemos cambiarlas.
P. Tendemos a preguntarnos qué ocurrirá en el futuro. ¿Los algoritmos predictivos nos ayudarán a pronosticarlo o nos harán tomar decisiones erróneas?
R. Los humanos estamos interesados en el futuro desde el principio de los tiempos. Pero en realidad no podemos saber lo que el futuro nos depara. Ahora tenemos algoritmos predictivos que están basados en datos del pasado para predecir el futuro, pero no todo se puede pronosticar. La pandemia, que no se pudo predecir, es la confirmación de que el futuro es incierto. Los algoritmos están basados en probabilidades. Si creemos demasiado en lo que las máquinas predicen corremos el riesgo de darles la razón y no siempre tienen la razón. El significado del futuro lo debemos dar nosotros interpretando la información que nos dan las máquinas. Tampoco debemos tenerles miedo, porque cuando tenemos miedo nos quedamos paralizados. La inacción y la pasividad es la peor opción.
P. ¿Como la inacción frente a la emergencia climática?
R. Exacto. Sin duda, debemos actuar. La parte positiva de los algoritmos predictivos es que nos pueden ayudar a tomar mejores decisiones, que son muy necesarias en el terreno de la sostenibilidad. Un ejemplo concreto sería el del consumo energético, que puede planificarse si se analizan bien los datos disponibles. El problema es que los científicos saben gestionar la incertidumbre, con un ordenado escepticismo que permite avanzar, pero los políticos no.
P. ¿Qué efectos tiene la digitalización en la transformación de la sociedad?
R. El más importante es el impacto en el trabajo. Algunos empleos desaparecerán y otros se crearán. Aquí el principal reto será regulatorio. Y es que, si una máquina te rechaza, no puedes apelar nada. Por eso es tan importante regular todo lo que tenga que ver con la inteligencia artificial. En Estados Unidos son escépticos a la hora de regular. En China, la regulación está sometida a la voluntad de un poder autoritario. Europa, que está a medio camino, ha empezado por la protección de datos, con un texto legal bueno pero de difícil implementación. Hay que regular lo máximo que se pueda e ir paso a paso, especialmente en el ámbito de la transparencia de los algoritmos.
P. Ante esa falta de regulación, ¿el poder ahora mismo está en manos de los gigantes tecnológicos?
R. Cierto. Hay que ver cuáles son los puntos de intervención. Actualmente, estamos centrados en la privacidad de los datos, aunque la gente sigue aceptando regalar sus datos a las grandes tecnológicas. Paradójicamente, en cambio, durante la pandemia, todos los países tuvieron problemas para gestionar los datos sobre la evolución sanitaria.
P. ¿Por qué cree que está cambiando nuestra percepción del tiempo?
R. La tecnología nos hace vivir inmersos en una máquina del tiempo. Y esto provoca un cambio en nuestra percepción, con una sensación de que el presente se expande cada vez más. Las imágenes del telescopio James Webb nos permiten ver ahora lo que pasó hace millones de años. El pasado está llegando al presente. Y lo mismo pasa con el futuro con los algoritmos predictivos. Sentimos que todo pasa en el presente. Eso es la máquina del tiempo. El pasado viene al presente y el futuro también. El metaverso, por tanto, será una máquina del tiempo.
P. Con los datos de que dispone, ¿se atreve a pronosticar cómo será el futuro?
R. No, porque es imposible saberlo. Espero que con la ayuda de la ciencia nos convenzamos de que solo tenemos un planeta por mucho que exploremos otros y que aprendamos de las catástrofes pasadas para hacer las cosas mejor. Pero el futuro no está escrito.
Puedes seguir a EL PAÍS TECNOLOGÍA en Facebook y Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.