“No me gustó el ganado”: el descontrol de Google en las reseñas de clubs de alterne

Un lenguaje denigrante y decenas de comentarios falsos muestran la dificultad para regular la conversación en internet

Interior de un local de alterne en Girona, en una imagen de archivo.© PERE DURAN (EL PAÍS)

“No me gustó el ganado, la más joven ya ha cotizado para pensión”, escribe sobre un club de alterne de Ciudad Real un usuario de Google Maps, el servicio de Google que permite puntuar y dejar reseñas sobre todo tipo de establecimientos. “Mucho nombre, pero escasa calidad del género”, comenta otro sobre un local de este tipo en Burgos. “Mucha rumanita limpia carteras y ninguna tía buena”, escribe un usuario sobre un club de Lleida del que otro cliente afirma: “No lo recomiendo estuvimos 2 amigos las chicas eran pocas el portero era gitano y borde, la mitad de los clientes eran rumanos que te mi...

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“No me gustó el ganado, la más joven ya ha cotizado para pensión”, escribe sobre un club de alterne de Ciudad Real un usuario de Google Maps, el servicio de Google que permite puntuar y dejar reseñas sobre todo tipo de establecimientos. “Mucho nombre, pero escasa calidad del género”, comenta otro sobre un local de este tipo en Burgos. “Mucha rumanita limpia carteras y ninguna tía buena”, escribe un usuario sobre un club de Lleida del que otro cliente afirma: “No lo recomiendo estuvimos 2 amigos las chicas eran pocas el portero era gitano y borde, la mitad de los clientes eran rumanos que te miraban mal”. Entre comentarios xenófobos y denigrantes, otros dan detalles para entendidos: “Las putillas son un poco caras aunque la mamada Colombia la dominan a la perfección”.

Cualquiera puede añadir un local a Google Maps para poner una reseña, aunque el propietario puede luego añadir detalles confirmando su identidad. Google permite añadir locales de alterne a su servicio siempre que la prostitución sea legal en ese país, aunque en España no lo sea el proxenetismo y no es un secreto que en muchos de esos locales se practica. Pero salta a la vista que cientos de las reseñas publicadas incumplen las normas de la compañía, que no permiten “colgar contenido peligroso o despectivo” que, entre otras cosas, “incite odio promueva discriminación o menosprecie a un individuo o grupo en base a su raza, origen étnico, religión, discapacidad, edad, nacionalidad, identidad de género u otra característica asociada con discriminación sistemática”.

Google se escuda en el enorme volumen de contenido que tiene que moderar. Hay muchas reseñas y “seguimos buscando herramientas que mejoren” los resultados, contestan a EL PAÍS. La compañía dice que recibe 20 millones de contribuciones al día, 7.000 millones en todo 2019. De ellas, borraron 75 millones de reseñas que violaban sus políticas y eliminaron 75.000 cuentas de usuarios. Google presume de que “la gran mayoría de contribuciones en Google Maps son auténticas”. Es posible, pero en realidad nadie sabe qué porcentaje son falsas.

La facilidad de acceso a estas reseñas en Google Maps hace que su contenido emerja con más facilidad, como ocurrió con este tuit reciente que provocó esta investigación.

Para sistematizar el panorama, EL PAIS ha consultado una web especializada que incluye más de 1.500 locales de este tipo en toda España. Seleccionamos una muestra de tres categorías con presencia en calles, carreteras y otros lugares públicos, y una más privada: de un total de 1.084 locales, sacamos una muestra de 108 (33 clubs, 5 saunas gay, 26 lugares de masaje y 44 pisos). De esos 108 seleccionados, en Maps había reseñas de unos 50, la mitad: 1.325 comentarios en total. La mayoría de pisos se quedaron lógicamente fuera, pero no todos. Si nos guiamos por estas cifras, en España habría al menos 500 locales de este tipo con reseñas.

En Google Maps estos negocios están indexados en España sobre todo bajo los epígrafes de “club de entretenimiento para adultos”, “bar de alterne” o “club nocturno”, a menudo engañosos. Google omite las búsquedas en Maps de “sexo en Zaragoza”, pero sí permite “putas Valladolid”, o “prostitutas” o “follar” en una ciudad, aunque los resultados no son siempre precisos. Cualquier puede crear una reseña de un local solo sabiendo la dirección. En Estados Unidos no hay este nivel de comentarios, ni siquiera en Las Vegas, donde las reseñas se refieren a locales de striptease. En algunos países de América Latina y el resto de Europa se encuentran este tipo de reseñas pero quizá en una proporción menor: “Las viejas son feas”, según un cliente en Bogotá (Colombia).

El papel de Google es importante porque todos los usuarios de la red prácticamente emplean el buscador o su servicio Maps. Pero no es el principal ni el único lugar de internet donde se comenta el trabajo de mujeres que se dedican a la prostitución: búsquedas sencillas permiten dar con páginas donde miles de usuarios reseñan su experiencia con mujeres con los detalles que las revistas especializadas en motor reservan a la conducción y las prestaciones de un coche.

Comentarios falsos para atraer visitas

Además de las reseñas con contenido denigrante hay muchas más que suenan ridículamente falsas, aparentemente con el propósito de atraer visitas, aunque esto sucede en todo tipo de establecimientos. Varios usuarios con su supuesta cara, nombres y dos apellidos elogian lugares donde “prima la discreción”. En muchos locales las alabanzas hacia la trayectoria del “encargado” o del “portero”, con datos muy concretos de lugares donde han trabajado (“Christian, el ex encargado de Fuego”), hace pensar que es difícil que un usuario cualquiera se dedique a explicar todo eso.

En otros la venta parece sacada de un folleto del local, con elogios extraordinarios y críticas astutas a las competencia. Esta reseña está colgada por un usuario con una foto del día de su boda: “Evento de lujo, Normalmente no me tomo el tiempo para escribir críticas, pero tuve una experiencia muy buena en mi despedida de soltero. Fue sorpresa y aunque mis amigos me compartieron la cantidad de lugares de fiestas en la piscina y clubes de striptease que contactaron sólo para ser bombardeado con precios excesivos [Este local] ofreció una propuesta de acuerdo a lo que yo quería, incluso incluía el transporte para todos lo cual fue muy oportuno por que somos un grupo bastante grande! buena elección chicos, gracias!!!”. Igual que hay grandes elogios, hay críticas que probablemente estén hechas desde la competencia.

Otros presuntos usuarios reseñan decenas de lugares en varios países sin la menor relación con el turismo y los viajes. EL PAIS ha hablado con uno que hace años cobraba por reseñas que hacía con su propia cuenta. El precio es relativamente alto porque no es fácil de automatizar: hay que crear una cuenta de Gmail para poder comentar, lo que alarga y complica el proceso. “Existen muchas paginas como Microworkers, Rapidworkers que te pagan por escribir reseñas, en tiempos de crisis la gente busca lo que puede. El pago depende de la tarea, un me gusta o un subscribe en YouTube, 7 céntimos de dólar. Una reseña bien escrita puede costar en 30 céntimos que es un dineral en términos de microtasking. Las reseñas falsas son un problema real”, explica por un mensaje de LinkedIn. Google no indexa en su buscador los nombres de los autores de estas valoraciones, por lo que no es fácil descubrir perfiles falsos sin saber qué locales han comentado.

A pesar de este panorama, muchos de los comentarios son de usuarios reales. Como el de este cliente de un club de Bogotá (Colombia) que opta por el eufemismo: “Mucha variedad, lastimosamente ha perdido la calidad del portafolio”. Hay casos incluso en que, quizá por dejadez o desconocimiento, algunos firman las reseñas con su nombre y dos apellidos reales. EL PAÍS ha localizado por ejemplo a un funcionario de un pueblo extremeño y a un camarero de Teruel que contaban su experiencia dando sus nombres reales, pero que no han querido responder a las preguntas para este reportaje.

Si tiene más información sobre este tema, puede escribir a: jordipc@elpais.es

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