La economía digital, el renovado motor del empleo chino
El gigante asiático fomenta el comercio electrónico y las nuevas tecnologías con el objetivo de crear millones de empleos en la era post-coronavirus.
La creación de empleo se ha convertido en China en una necesidad política imperiosa. La capacidad de incrementar constantemente el bienestar de la población es el principal pilar sobre el que se sustenta la legitimidad del Partido Comunista al frente del país, y el coronavirus ha hecho que se tambalee: en febrero, cuando China vivió su confinamiento más estricto, el paro aumentó hasta un récord del 6,2%. En abril esa variable se redujo en dos décimas, y...
La creación de empleo se ha convertido en China en una necesidad política imperiosa. La capacidad de incrementar constantemente el bienestar de la población es el principal pilar sobre el que se sustenta la legitimidad del Partido Comunista al frente del país, y el coronavirus ha hecho que se tambalee: en febrero, cuando China vivió su confinamiento más estricto, el paro aumentó hasta un récord del 6,2%. En abril esa variable se redujo en dos décimas, y puede parecer una tasa muy baja si no se tiene en cuenta que es engañosa, porque no incluye a los 300 millones de migrantes rurales que están sufriendo las peores consecuencias económicas de la pandemia.
Consciente del reto al que se enfrenta el país más poblado del mundo, el primer ministro, Li Keqiang, anunció una amplia batería de medidas para crear empleo durante la rueda de prensa anual que celebra con motivo de la clausura de la Asamblea Nacional Popular, el principal órgano legislativo de China. Prometió programas de trabajo rural y una considerable mejora en la protección de los parados. Desde hace unos días, las Autoridades incluso incentivan el retorno de los pequeños puestos callejeros que antes habían sido vetados. No obstante, entre las iniciativas más llamativas está el fomento de la economía digital, que emplea ya a más de cien millones de personas en el gigante asiático.
El objetivo, esbozó Li, es incentivar el crecimiento de sectores como el comercio electrónico -en cuya impresionante red logística se emplea a gran número de emigrantes rurales- y avanzar en el desarrollo de tecnologías que serán clave para el futuro -y que proporcionarán trabajo a gran parte de los 8,7 millones de graduados que el país produce cada año-. “Eliminaremos las regulaciones irracionales, de forma que se fomente la nueva economía. El año pasado, cada día se crearon 10.000 nuevas empresas. Este año queremos alcanzar una cifra similar”, avanzó el primer ministro. Si lo consigue, China no solo pondrá coto al creciente problema del paro, sino que también avanzará en su confirmación como superpotencia tecnológica.
En Sensetime, una de las empresas chinas que lideran el sector de la inteligencia artificial, aplauden las iniciativas del gobierno central y apuestan por ahondar en el desarrollo de los proyectos que tiene en marcha, y que van desde aplicaciones para el diagnóstico médico, hasta vehículos autónomos. “Muchos temen que estas tecnologías destruyan puestos de trabajo, pero lo cierto es que serán sustituidos por otros que ahora ni siquiera somos capaces de imaginar”, explica una representante de la compañía durante la visita a su cuartel en Shanghái, ubicado en un icónico edificio con forma de barco.
Chen Xian, profesor de la Facultad de Económicas de la Universidad de Jiaotong, es de la misma opinión. “En este momento de crisis, el único sector que crece es el de la economía digital. El coronavirus va a dar un empujón a nuevas tecnologías que, de otra forma, se habrían desarrollado más lentamente. Y no solo es el comercio electrónico. También me refiero a nuevas herramientas educativas o para el trabajo, así como nuevas formas de ocio”, comenta. En opinión del académico, todo lo relacionado con Internet tendrá cada vez más peso en el conjunto de la economía. “China está en una posición privilegiada para liderar esta transformación”, señala.
Una de las ventajas del país, añade Hui Zhibin, director del Centro de Investigaciones de Internet de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, está en que ya cuenta con las infraestructuras necesarias para hacerlo. “Un buen ejemplo es la red 5G, que es clave tanto para el desarrollo de la computación en la nube, vital en la inteligencia artificial, como para el despliegue de aplicaciones comerciales como el ‘internet de las cosas’”. Además, Hui señala que la población china abraza con entusiasmo las nuevas tecnologías. “No hay más que ver cómo están cambiando los jóvenes el comercio o el márquetin a través de canales que no existían hace un lustro. Por ejemplo, las retransmisiones en directo por redes sociales para vender productos e interactuar con los consumidores”.
Pero Chen y Hui coinciden en que de poco serviría todo esto si China no contase “con el marco legal adecuado para el desarrollo de estas tecnologías y con un Gobierno que comprende la necesidad de aprobar políticas que fomenten la innovación”. Hui incide en que a los políticos todavía les cuesta entender que el nuevo petróleo son los datos, y que “en el futuro, esos datos serán tan importantes como la soberanía territorial”. Se abre una nueva era, añade, “marcada por la necesidad de encontrar un equilibrio entre seguridad y privacidad”.
Es también una era marcada por el creciente enfrentamiento entre las dos grandes superpotencias. No en vano, aunque Sensetime muestra con orgullo sus avances en terrenos como la conducción automática o las aplicaciones de inteligencia artificial para el ocio, lo cierto es que gran parte de su negocio está enfocado a la seguridad. Buena muestra de ello son sus sistemas de reconocimiento facial. En varias competiciones se han erigido como los más rápidos y efectivos del mundo, cualidades perfectas para ser adoptados por el Gran Hermano digital que ha construido el gobierno chino.
Precisamente, que sus algoritmos hayan sido aparentemente utilizados para rastrear a la minoría uigur de la provincia noroccidental de Xinjiang, donde cientos de miles de personas han sido internadas en centros de reeducación, es lo que ha provocado que Washington haya vetado la venta de tecnología estadounidense a Sensetime. Es solo una muestra más de la prominencia que el frente tecnológico está adquiriendo en lo que el propio ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, calificó el pasado día 25 como “una nueva Guerra Fría”.
Song Haitao, vicedecano de la Facultad del Instituto de Inteligencia Artificial de la Universidad de Jiaotong, incide en que la colaboración con la comunidad internacional es una prioridad de China, y reconoce que Estados Unidos aún es el líder tecnológico indiscutible. “Sobre todo en el desarrollo de sistemas operativos que son vitales para el sector”, incide. Pero critica que trate de mantener su posición hegemónica mediante tácticas como las que está utilizando con Huawei, a la que, como hace con Sensetime, impide acceder a tecnología americana porque sospecha que espía para el gobierno chino, una acusación que nunca ha sustentado con pruebas.
“Las nuevas tecnologías van a crear nuevos problemas sociales. La sociedad va a tener que articular una profunda transformación y el mundo se va a enfrentar a retos globales como el de la pandemia del coronavirus. La colaboración es el único camino viable”, sentencia Hui. No obstante, Chen vaticina un incremento de las inversiones estatales en el sector privado de China, algo que podría incrementar el recelo del resto del mundo: “A diferencia de lo que sucede con la economía tradicional, que está dominada por empresas estatales, la nueva economía digital es mayoritariamente privada. Con el aumento de su importancia, el Gobierno incrementará su participación en las empresas que la componen”. Chen subraya que hay que entender cómo funciona el sistema chino y resta importancia a este hecho. “En realidad, es irrelevante”, afirma.
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