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Un proyecto deACNUR

La lección vital de Asma Syal para los nuevos profesores

Futuros docentes asisten a talleres impartidos por personas refugiadas en universidades públicas para que cuando ejerzan en el colegio enseñen lo aprendido sobre las causas del desplazamiento forzoso a sus alumnos

Una hora de clase puede transformar un curso entero de la ESO. El Comité español de Acnur cuenta con un programa para sensibilizar a futuros docentes en las causas que provocan los 122 millones de desplazamientos forzosos en el mundo. Estudiantes del máster de Educación Secundaria o de otras titulaciones relacionadas con la enseñanza asisten a charlas en la universidad sobre las razones que llevan a personas a abandonar sus hogares. Esos nuevos profesores, cuando ya están dando clase en el colegio o el instituto, trasladan lo aprendido a sus alumnos en sesiones especiales. En el aula siempre los acompaña una persona refugiada, que relata su historia de persecución y de huida. El docente dirige la clase, explica los conceptos. Marina Camargo, refugiada colombiana de 72 años, o Asma Syal, refugiada pakistaní de 30 años, por nombrar a dos participantes, aportan la vivencia, la emoción, el dolor, la piel, las tripas, lo que remueve y también enseña.

Una de las docentes que ha impartido esta clase única es la socióloga Emma García, de 26 años, que acaba de completar el máster en Educación Secundaria. Cuenta el impacto de que alguien que ha tenido que huir se sitúe a su lado en el aula cuando enseña conceptos como refugiado, desplazamiento interno, apátrida, justicia de género, justicia climática: “De golpe tienes en clase a una persona que se planta delante de los alumnos y les explica de pe a pa el evento traumático que ha vivido. Son muy valientes”, reconoce. “No es lo mismo que lo cuente yo a que lo hagan ellos. Trabajamos los valores, no solo los contenidos”, añade.

Foto: Kike Rincón

Marina Camargo

Barranquillas (Colombia), 72 años

Recibió continuas amenazas de muerte por enfrentarse a políticos de su país, por mejorar la vida de aldeas remotas adonde no llegaba el Estado, por pelear por que tuvieran luz y agua corriente. Huyó a España en 2019, donde goza de protección internacional. Trabaja con Acnur en la universidad de Lleida para sensibilizar a futuros docentes en cuestiones de desplazamiento forzoso

La sociedad tiene que saber que los refugiados no vienen a quitar nada a nadie; venimos a salvar nuestra vida, la de nuestros hijos, venimos a ayudar también en la economía del país de acogida

Foto: Kike Rincón

El programa, que arrancó en 2022, se encuadra dentro del área de incidencia y educación para la ciudadanía global del Comité español de Acnur. Tiene acuerdos con universidades públicas de Cataluña, el País Vasco y la Comunitat Valenciana. Solo en Cataluña, en el curso pasado, 215 futuros profesores (el 62%, mujeres) asistieron a una de estas formaciones. Y ahora ellos, en este curso que acaba de comenzar, van a poder dedicar una clase a explicar las causas del desplazamiento forzoso. Podrán hacerlo en la hora lectiva de tutoría, en Sociales o en cualquier otra materia. García, que da Sociales, ha impartido esta clase en las prácticas que realizó en un instituto de Sils (Barcelona) el curso anterior. “Sirve para luchar contra los discursos de odio. Es importante que los alumnos sepan que los refugiados no vienen a España por placer. Esas personas se ven obligadas a huir, están vulnerando sus derechos”, cuenta esta joven docente con una larga trayectoria en proyectos sociales.

Cómo preparan los refugiados sus ponencias

La participación de las personas refugiadas en este proyecto lo es todo. Es un trabajo. No es una charla improvisada. Hay mucha preparación detrás. Su historia la han vivido y se la saben, pero tienen que ordenar las ideas y estar preparados a nivel psicológico para abrirse en público. Asma Syal tuvo que abandonar Pakistán a los 23 años para librarse de un matrimonio forzoso. Lleva desde 2018 en Barcelona. Trabaja en un centro de acogida en Malgrat de Mar (Barcelona). De lunes a viernes va y viene, una hora y cincuenta minutos cada trayecto, dice. Colabora también en las formaciones que imparte Acnur desde el año pasado.

El papel de personas refugiadas como ella en este proyecto de sensibilización es doble. Junto con una técnica de Acnur participan en los talleres para futuros profesores. Cuando alguno de estos nuevos docentes ya ha obtenido la titulación y quiere trasladar el conocimiento adquirido a sus alumnos, Syal o Camargo u otras personas refugiadas participantes se suman a la clase. Dan una ponencia a estudiantes de Primaria, Secundaria, Bachillerato. La selección de las historias no es aleatoria. El caso de Syal, que fue casada a la fuerza, es más fácil de entender para los alumnos de primero de ESO que las amenazas de muerte que recibió Camargo por su activismo en zonas rurales de Colombia, un caso de persecución política más comprensible para chicos ya de tercero o cuarto de ESO.

La técnica del Comité español de Acnur que coordina este proyecto en Cataluña es Laura Safont. Se asegura de que los participantes reciban acompañamiento psicológico antes de compartir su historia en los talleres. Syal y Camargo y otros tantos que han formado parte de los talleres acuden a sesiones dirigidas por expertos psicosociales. Camargo, activista de siempre (sigue siéndolo en España), tiene verbo y fuerza, no se detiene al teléfono, las causas en las que ha participado son múltiples, siempre el foco en las mujeres, el campo, los márgenes. “El contenido lo traigo yo, pero ellos me ayudan en la forma de contarlo, siempre tenemos acompañamiento”, cuenta esta antigua líder de juntas comunales en zonas rurales de Colombia, que se enfrentó a la inacción de los políticos en el desarrollo de la red eléctrica, el alcantarillado o el agua corriente.

Asma Syal

Lahore (Pakistán), 30 años

Tuvo que abandonar su país en 2018 para escapar de un matrimonio forzoso. Trabaja en un centro de acogida en Malgrat de Mar (Barcelona). También colabora en los talleres sobre desplazamiento forzoso que Acnur imparte en universidades públicas de Cataluña. Estudió Trabajo Social en su país y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la universidad Autónoma de Barcelona

He trabajado mi relato con un experto en género de Acnur para luego poder contar en los colegios todo por lo que pasé. Les enseño mapas de mi país, fotos de cuando vivía allí, les cuento que juego al fútbol

Foto: Kike Rincón

Lo mismo sucede con Syal, futbolista también en la A.E. Ramassà, un club que se sirve del deporte para facilitar la integración. “He trabajado mi relato con una experta en género. Lo hemos hecho en varias sesiones, no todo de golpe, me he sentido muy cómoda, con mucha confianza”, cuenta. El trauma es grande, contarlo en clase puede resultar terapéutico, pero tienen que estar preparadas. “Forman parte de un programa educativo ellas también”, cuenta Safont, la coordinadora de Acnur. Cada una lleva sus tiempos. No es lo mismo alguien que ya era activista en su país o incluso educadora y habla español a otra persona que está todavía integrándose en la sociedad de acogida y no domina el idioma, diferencia Safont.

Acnur propone, la universidad lo acoge

Este programa de Acnur no existiría sin la colaboración de las universidades públicas. Alexandra Vraciu es profesora agregada de Ciencias de la Educación en la de Lleida. Cuando se inició el proyecto en 2022 era la coordinadora del máster de Secundaria. Decidieron que las especialidades de Inglés y Geografía e Historia iban a poder asistir a los talleres. Querían que los estudiantes de las dos ramas pudieran asistir juntos, que fuera transversal. “Es una oportunidad extraordinaria para convertir al profesorado en agentes de cambio social”, dice Vraciu. La idea es que pudieran “desarrollar una intervención docente”, cuenta la profesora en argot académico, “relacionada con la temática del refugio, la migración…, y llevarla a cabo en las aulas de educación secundaria”.

Safont recuerda que cualquier asignatura es susceptible de abordar temáticas relacionadas con los derechos humanos; incluso las de Ciencias se prestan a ello. Hay colegios que aprovechan el Día Mundial del Refugiado (20 de junio) para en esa semana organizar un pequeño taller en horario lectivo con el que explicar a los alumnos conceptos que no resultan tan evidentes: no todos los desplazados que solicitan protección internacional provienen de países en guerra. Existen perseguidos por razones de género que se ven obligados a asilo en un tercer país y desplazados a causa del cambio climático.

García, la profesora recién titulada, dice que dar estas clases es un deber como socióloga. Antes, a modo de preparación, organiza una actividad en la clase de tutoría para trabajar la empatía. Los alumnos tienen que estar concienciados. Va a venir a clase Leonel, que tuvo que abandonar Colombia por ser homosexual. Va a contar su historia, muy dura, va a exponerse delante de toda una clase. Ellos tienen que entenderlo, empatizar.

CRÉDITOS:

Redacción: Mariano Ahijado
Coordinación editorial: Francis Pachá
Fotografía: Kike Rincón
Diseño: Sonia San José
Coordinación de diseño: Adolfo Domenech

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