Sanidad y las comunidades pactan recomendar llevar mascarilla a la población con síntomas gripales
El nuevo plan frente a los virus invernales también prevé favorecer el teletrabajo en los casos leves y generalizar los tapabocas en los hospitales en las fases epidémicas
El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas han acordado finalmente este miércoles en la Comisión de Salud Pública, tras intentarlo sin éxito el pasado invierno, un plan común de vigilancia y actuación frente a las infecciones respiratorias invernales —gripe, virus respiratorio sincitial (VRS) y coronavirus—.
El documento, a cuyo último borrador ha tenido acceso EL PÁIS, prevé recomendar que las personas con síntomas lleven mascarilla de forma rutinaria, el uso generalizado de los tapabocas en los centros sanitarios en las fases de epidemia y favorecer mientras estas duren el teletrabajo entre la población con síntomas leves que no justifiquen una baja laboral. Sin tener en cuenta el evento excepcional de la pandemia del coronavirus, la más importante y frecuente de las fases epidémicas es la de la gripe, que se produce cada año y dura unas 10 semanas de media.
El principal objetivo del plan es “establecer escenarios de riesgo epidemiológico y proponer recomendaciones técnicas en cada nivel”. El sistema se basa en la monitorización casi en tiempo real de la incidencia de las tres enfermedades, según las recomendaciones emitidas tras la pandemia del coronavirus por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC).
El documento plantea cuatro escenarios. El primero es el de “situación interepidémica o basal”, es decir, sin circulación relevante de los virus. Este va seguido de otros tres denominados de “epidemia de nivel bajo o medio”; “de nivel alto”; y de “nivel muy alto.
Serán las comunidades las que, según lo datos de sus registros históricos, acabarán de definir en sus territorios los escenarios y establecerán los umbrales de diagnósticos e incidencias que marcarán el paso de uno a otro. En coordinación con el Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III, además, los gobiernos autonómicos “revisarán de manera periódica la evolución de los indicadores para valorar, mantener o modificar la definición de los escenarios”, expone el documento del plan.
En cada escenario, se tendrán en cuenta “los indicadores de transmisibilidad” de los tres virus y su “impacto en capacidades asistenciales” como “la ocupación de camas hospitalarias y de UCI”, número de consultas por infecciones respiratorias agudas y vulnerabilidad de la población susceptible, entre otras variables.
Durante la situación interepidémica deberán llevarse a cabo los planes de formación, prevención y vigilancia adecuados para monitorizar la situación y preparar las fases epidémicas. En ella, se recomienda que las personas con síntomas gripales reduzcan las interacciones sociales y lleven mascarillas en ellas, especialmente cuando estén cerca de personas vulnerables.
En el escenario de “nivel bajo o medio”, en el que actualmente se encuentra España a nivel general, se recomienda el uso rutinario de mascarilla por las personas con síntomas y que estas lleven a cabo “medidas de higiene respiratoria y manos durante los días posteriores al inicio de síntomas con el objetivo de disminuir la transmisión”, medidas que “deben extremarse si se va a tener contacto con personas vulnerables”.
En los hospitales, el uso de mascarillas será para todas las personas, pero solo en aquellas unidades con pacientes más vulnerables, como las de trasplantes y quimioterapia. En las residencias de mayores y grupos susceptibles, se aconseja que los trabajadores con síntomas lleven mascarillas de manera continuada. “La dirección de los centros podrá evaluar el riesgo y determinar pasar esta recomendación a medida obligatoria si así se precisa”, establece el documento.
En el ámbito privado, el documento recomienda que se “favorezca el teletrabajo siempre y cuando las características del puesto lo permitan y las autoridades competentes lo consideren” entre las personas con síntomas respiratorios.
En el escenario considerado de riesgo “alto”, el uso recomendado de mascarillas se extiende a la totalidad de los centros sanitarios, valorando la obligatoriedad en casos excepcionales. En las residencias de mayores, se plantea restringir las visitas “siempre teniendo en cuenta las necesidades afectivas de los internos”.
En el conjunto del sistema sanitario, el plan también prevé “garantizar la capacidad diagnóstica [de los hospitales] ante el aumento de los casos” y la “revisión de las capacidades asistenciales y reservas de recursos básicos, entre ellos equipos de protección individual, pruebas diagnósticas y tratamientos”.
Por último, el escenario de “riesgo muy alto”, la recomendación pasa por reforzar todo lo posible las medidas necesarias y, en caso de ser insuficiente, valorar la adopción de “medidas excepcionales”.
El debate que por segundo año ha rodeado el plan de vigilanca y actuación frente a los virus respiratorios invernales se ha visto acelerado por la irrupción de la epidemia de la gripe antes de lo habitual con un virus predominante que presenta mutaciones relevantes respecto a temporadas anteriores.
Según el último informe disponible del Instituto de Salud Carlos III, publicado todos los jueves, España entró la semana pasada en fase de epidemia al alcanzar una tasa de síndromes gripales —diagnosticos hechos en las consultas, aunque no siempre con confirmación virológica— de 40,1 casos por 100.000 habitantes, cuando el hombral está en 37. La estimación de la incidencia total de la gripe —indicador que tiene en cuanta otras variables— llegó a 112,2 casos por 100.000 habitantes, el pasado jueves, día de publicación del informe.
Las previsiones del Ministerio de Sanidad y las comunidades es que estas cifras sigan creciendo al menos tres o cuatro semanas más, lo que llevaría a alcanzar el pico de la gripe a finales de año. Lo más habitual es que el pico se alcance en España cerca de un mes más tarde, a finales de enero o principios de febrero.
El hecho de que estas previsiones coincidan con las fiestas navideñas añade cierta incertidumbre a la evolución de la oleada, ya que algunas fuentes teman que las reuniones familiares y sociales típicas de esta época puedan dar un último empujón a los contagios.
La llegada anticipada de la gripe se ha visto impulsada por una nueva forma del virus. Si en los dos últimos inviernos había predominado el subitpo H1N1 y el H3N2 había jugado un papel secundario, ha sido este último el que ha impulsado la actual ola y lo ha hecho, además, con varias mutaciones que han configurado un nuevo subclado, denominado K.
Según autoridades y expertos, esto ha hecho que haya descendido la inmunidad natural de la población y también que la vacuna, preparada con cepas sin estas mutaciones, haya perdido algo de efectividad para evitar algunos contagios. El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades, sin embargo, ha recordado que las vacunas siguen siendo efectivas para prevenir casos graves, hospitalizaciones y fallecimientos, y ha instado a los gobiernos a acelerar las campañas de vacunación frente a la gripe en las últimas semanas.
Varias comunidades han alterado sus campañas para hacer frente al adelanto de la gripe. El País Vasco, por ejemplo, instaló en Bilbao un vacunódromo parecido a los utilizados durante la pandemia, mientras Cataluña avanzó un mes —de mediados de octubre a mediados de septiembre— la vacunación de los niños, que juegan un papel importante en la propagación del virus.
La vacuna de la gripe está recomendada para todos los mayores de 60 años, embarazadas, niños entre seis meses y cinco años (algunos más en varias comunidades), y pacientes de algunas enfermedades. También para los trabajadores sanitarios, un grupo en el que solo el 39,5% se vacunó el año pasado. Los primeros datos disponibles, aún provisionales, apuntan este año a una mejora de las coberturas en todos los grupos.