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La familia de la niña que se suicidó en Sevilla tras sufrir ‘bullying’: “No se intentó ponerle freno”

La Fiscalía de Menores investiga la inacción del colegio, mientras otras madres relatan la indiferencia del centro ante otros casos de acoso

Sandra llevaba desde la pasada primavera sufriendo el acoso de tres compañeras de su colegio, las Irlandesas de Loreto de Sevilla. Su madre, a la que nunca le ocultó cómo le hacían sentirse, lo trasladó a la dirección del centro. Pero en los meses que siguieron hasta las vacaciones, no se adoptó ninguna medida. A la vuelta del verano, la niña, de 14 años, le confesó a su madre la angustia que le generaba retomar las clases, por eso ella volvió a hablar con el equipo directivo y esta vez fue acompañada del informe de la psicóloga que estaba tratando a su hija y con una petición en firme: que, al menos, la separaran de sus supuestas acosadoras. Es lo único que hizo el colegio. Y no fue en absoluto suficiente. Sandra acabó quitándose la vida el pasado 14 de octubre. “La impotencia es total al ver que ni siquiera se intentó ponerle freno”, se lamenta, destrozado, Isaac Villar, su tío materno y portavoz de la familia.

La Junta de Andalucía ha constatado que el centro no activó el protocolo de acoso ni el autolítico. No se habló con las familias de las menores que supuestamente acosaban a Sandra, tampoco se puso en conocimiento de los profesores de la menor, ni, desde luego, se le prestó apoyo o protección ni tuvo la ayuda del orientador del centro, señala Villar. “Tenemos la certeza de que con la familia de una de las niñas no se habló”, dice sobre una de las medidas incluidas en el protocolo antiacoso de la Junta de Andalucía aprobado en 2011. “A los profesores que más relación tenían con ella, la dirección tampoco les había comunicado nada”, explica, sobre otra de las obligaciones que se recogen en el documento. “Lo comentaron los que estuvieron en el tanatorio y el que lo sabía era porque mi hermana se lo había dicho, no porque lo hubiera hecho el centro”, insiste.

Asegura que nadie brindó ayuda a Sandra, el principal requisito del protocolo. “Desde que mi hermana informó de todo a principio de curso, nunca se han puesto en contacto con la familia”, recalca Villar.

“En este caso, a la sensación de soledad, que es lo que le estaba generando el sufrimiento, se une la de indefensión por parte del centro que es quien debería haber adoptado alguna solución para terminar con el rechazo y la persecución en el colegio”, explica el doctor en Psicología y coordinador de Psicólogos sin Fronteras, Guillermo Fouce, sobre cómo la falta de respuesta por parte del centro ante el acoso que había denunciado la madre de Sandra podría haber afectado a la frágil situación personal por la que estaba atravesando la niña. El suicidio es un fenómeno multicausal, coinciden los expertos, y no hay que confundir el desencadenante con la causa.

Desde que la Junta de Andalucía anunció que había dado traslado de la investigación a la Fiscalía, ningún responsable de la dirección del centro ha dado su versión sobre lo sucedido. Cada vez que este diario ha preguntado, todo el equipo directivo estaba reunido y se han remitido al comunicado que publicaron el pasado miércoles, en el que indicaban que su “preocupación principal y todos nuestros esfuerzos están puestos en acompañar a nuestro alumnado y a la familia de nuestra alumna”. La Fiscalía de Menores ya ha confirmado que va a abrir una investigación, al igual que la Defensoría del Menor de Andalucía. “Lo que queremos es que se depuren responsabilidades y se haga justicia”, afirma Villar, que indica que la familia “está valorando” si iniciar también acciones legales.

Esta mañana, las paredes del centro de las Irlandesas de Loreto amanecían con pintadas en las que se podían leer frases como “asesinos”, “culpables” o “no quedaréis impunes”. A pocos metros de allí, en la casa de los padres de Sandra, tenía lugar una concentración casi espontánea en apoyo a la familia. Vecinos y padres de alumnos y antiguos estudiantes del colegio se unían a los abuelos, a los padres y al hermano mayor de la menor fallecida y, además de muestras de ánimo, también expresaban su indignación por la inacción por parte de la dirección.

Una indiferencia que muchos de los presentes aseguraban que es una constante. “Conozco casos de hace más de 20 años”, indicaba una madre, sobre cuyo testimonio rápidamente se superponía el de otra: “Yo tuve que sacar a mis tres hijos hace años, me dijeron que era cosa de niños”. “Es lo que siempre alegaban”, añadía una tercera. Las reseñas en Google sobre el colegio muestran mensajes de hace un mes que hacen referencia a este tipo de comportamientos: “Los alumnos se ven obligados a salir del centro por cómo los hacen sentir. Ponen en duda los casos de bullying”; “El protocolo de acoso es inservible debido a que preguntan al alumnado sabiendo que no reconocerán los hechos para seguir en contra de la persona acosada”; “Conozco a gente que ha estado con ansiedad ya que ponían en duda la palabra del alumno […] Son bastantes los casos”. La Junta de Andalucía no ha confirmado que le consten más denuncias de casos de bullying en ese centro. “Ahora mismo nos estamos centrando en el caso de Sandra”, ha dicho la consejera, Carmen Castillo.

A la familia de Sandra no le constan esos antecedentes, lo que sí tienen claro es que el colegio sabía lo que estaba pasando con la niña. “Su hermano, que este año ha dejado el centro porque ha empezado Bachillerato, estaba al tanto y también se lo había trasladado a mi hermana, y la dirección lo sabía desde la pasada primavera. Las cosas se podrían haber evitado de alguna manera”, insiste Villar.

“Sin querer generalizar, pero faltan recursos y sensibilidad para aplicar las normas hacia la persona a la que hay que proteger. Muchas veces es a la víctima a la que se le cambia de clase, cuando a los que hay que señalar son a los que están acosando y es su comportamiento el que debe perseguirse y el que debe tener consecuencias”, indica Fouce, sobre si los centros educativos están bien preparados para detectar los casos de bullying y aplicar los protocolos de acoso con eficacia. “Queda mucho camino por recorrer”, abunda.

En la concentración de esta mañana y en el tanatorio, la familia de Sandra ha podido constatar el cariño que le tenían sus compañeros. “El 9 de septiembre fue su cumpleaños y sus amigas le hicieron una fiesta sorpresa en su casa, tenía su grupo de amigas de verano de la urbanización, las de su equipo de fútbol, sus primas y sus primos…”, recuerda Villar. “Amigas tenía, muchas. No sabemos lo que le pudo pasar por la cabeza”, se pregunta, desconsolado. Para Fouce, “el ‘bullying’ era lo que le generaba ese sufrimiento, algo que no estaba arreglado y que, al contrario, se había sobrecargado porque no se habían tomado medidas”.

“La impotencia es grande, pero, aunque no sirva de consuelo, que esto sirva para que tomemos conciencia todo el mundo, pero sobre todo los que tienen que tomar decisiones, para que esto no se repita”, zanja Villar.

Las personas con conductas suicidas y sus familiares pueden llamar al 024, una línea de atención del Ministerio de Sanidad. También pueden dirigirse al Teléfono de la Esperanza (717 003 717), dedicado a la prevención de este problema. En casos que afecten a menores, la Fundación Anar dispone del teléfono 900 20 20 10 y del chat de la página https://www.anar.org/de Ayuda a Niños/as y Adolescentes.

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