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El Opus Dei, más cerca de retomar el control de su emblemático santuario de Torreciudad tras la muerte del papa Francisco

El fallecimiento de Bergoglio, que recortó el poder de la Obra y apoyaba al obispo de Barbastro en su pulso con la organización por la gestión del complejo, ha desbloqueado cinco años de litigio a favor del grupo ultraconservador

El largo conflicto en la Iglesia católica por el control del santuario aragonés de Torreciudad, construido e inaugurado por el Opus Dei en 1975 a 22 kilómetros de Barbastro, se acerca a su fin después de cinco años. La pelea es entre la Obra y el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, que ...

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El largo conflicto en la Iglesia católica por el control del santuario aragonés de Torreciudad, construido e inaugurado por el Opus Dei en 1975 a 22 kilómetros de Barbastro, se acerca a su fin después de cinco años. La pelea es entre la Obra y el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, que estaba respaldado por el papa Francisco, pero que ha perdido sus apoyos en el Vaticano tras la muerte del pontífice el pasado mes de abril y la llegada de León XIV. A partir de entonces, pese a la resistencia del obispo, el litigio se ha ido inclinando a favor de la organización ultraconservadora, según fuentes eclesiásticas, y la decisión final de la Santa Sede se espera en breve.

Jorge Mario Bergoglio, dentro de su proyecto de recortar el poder del Opus Dei, avaló las reivindicaciones del obispo oscense. Durante su mandato, el pontífice argentino retiró su condición de prelatura personal del Papa y la Obra dejó de ir por libre. Fue reducida a simple asociación de sacerdotes y quedó bajo la autoridad del Dicasterio para el Clero y, a nivel local, de cada obispo, como cualquier agrupación religiosa. El pontífice argentino también ordenó al Opus Dei en 2022 reescribir sus estatutos, pero el proceso se fue dilatando y Francisco se murió sin verlo. Por fin, la Obra los presentó en junio, y León XIV ahora deberá dar su visto bueno.

El litigio de Torreciudad comenzó en 2020 con la disputa sobre quién debía nombrar el rector del centro, se complicó con las cuestiones económicas de la gestión de lo que ya es un gran complejo, se ensució en la prensa con cruces de acusaciones y acabó de estallar en octubre de 2024. Fue cuando Francisco dio un golpe de mano e intervino el santuario al nombrar un comisario extraordinario, el español Alejandro Arellano. Este sacerdote de 63 años, decano del Tribunal de la Rota, ha buscado un acuerdo entre las partes, pero tras la muerte de Bergoglio la situación se ha precipitado a favor del Opus Dei. Fuentes vaticanas insinúan que Pérez Pueyo debería haber calibrado bien a quién se enfrentaba antes de emprender una cruzada personal.

Una propuesta por sorpresa con letra pequeña

El pasado mes de junio llegó a filtrarse que el acuerdo estaba cerrado y contemplaba que el Opus Dei siguiera gestionando el santuario y el obispo simplemente eligiera el rector de una terna presentada por la Obra. Se filtró en plena reunión entre el comisario y el obispo, en la que Pérez Pueyo debía firmar el acuerdo. Pero no lo hizo, y es más, días después el obispo reaccionó con una jugada extrema: en un comunicado difundido el 1 de julio hizo una propuesta pública en la que cedía en casi todo y dejaba la gestión del santuario al Opus Dei, que podría elegir al rector.

Sin embargo, era una oferta con una letra pequeña envenenada y difícil de digerir para la Obra: el complejo pasaría a ser extraterritorial y controlado por la Santa Sede, para que “sea esta quien audite y apruebe sus cuentas, así como las de las sociedades y fundaciones en torno al complejo”, y la diócesis pedía la devolución de dos objetos de enorme valor simbólico para la agrupación religiosa ultraconservadora.

Se trata de dos piezas con historia. Una es la milenaria talla de madera de la Virgen de los Ángeles, que originalmente estaba en la ermita en torno a la cual se edificó el santuario, y que el Opus Dei trasladó al nuevo templo en los años setenta. Esta imagen es en realidad la razón por la que se levantó el santuario, pues fue a ella a quien rezó la madre de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de la Obra, para que su hijo se curara en 1904 cuando, siendo niño, enfermó gravemente. La otra pieza es la pila bautismal de la catedral de Barbastro, en la que fue bautizado Escrivá, y que la organización se llevó a su casa general en Roma.

En resumen, además de instar al Vaticano a que controle directamente el santuario, el obispo trasladaba la pelea a dos bienes materiales: se convertía en una cuestión de defensa de la devoción popular y el conflicto empezaba a parecerse al de Sijena. Este litigio fue una batalla de 25 años, concluida en 2021, por un conjunto de obras reclamadas por la diócesis de Barbastro a la de Lleida, en la que finalmente obtuvo la victoria, tanto en el Vaticano como en los tribunales, el obispado aragonés.

El Opus Dei replicó con un breve comunicado en el que simplemente decía que se remitía a lo que decidiera el comisario vaticano: “A lo largo de estos meses nos hemos puesto a su total disposición para todo lo que ha requerido y estamos a la espera de su resolución”.

Este movimiento de Pérez Pueyo, que tras ser acusado de pesetero y ansias de poder renunciaba tanto a la gestión como a cualquier aportación económica a la diócesis, descolocó tanto al Opus Dei como al enviado vaticano, pero desde entonces han aumentado las presiones al obispo para que firme el acuerdo. Entre otras cosas, porque los intentos de Pérez Pueyo de ser recibido por el nuevo papa, León XIV, han sido infructuosos.

En el pasado, cuando la situación se bloqueaba o el obispo veía maniobras en su contra, siempre pudo tener un canal directo con Francisco. Por ejemplo, ante campañas de desprestigio en medios ultraconservadores o cuando hubo un intento de quitarlo del medio y enviarlo de obispo a Ciudad Real. Sin embargo, Pérez Pueyo ya no tiene acceso a León XIV, que, en cambio, en la primera jornada de audiencias de su pontificado que se hizo pública, el pasado 14 de mayo, recibió al superior del Opus Dei, Fernando Ocáriz, ―ahora llamado “moderador”, y no prelado― y a su vicario auxiliar, Mariano Fazio.

Fuentes vaticanas y de la Iglesia peruana descartan que Robert Prevost sea un papa afín a la Obra, pues en Perú se enfrentó a ella, pero en el inicio de su mandato está afrontando numerosos asuntos y ha delegado la cuestión de Torreciudad en el comisario vaticano. Ahora, el obispo se encuentra ante el dilema de firmar el acuerdo o lanzar un nuevo órdago, pero se le acaba el tiempo.

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