El acusado de matar a su pareja y ocultar su cadáver en el Guadalquivir dice que actuó “rabioso” por los celos y “borracho”
La Fiscalía pide 29 años de cárcel para el hombre que en 2022 cometió este crimen machista que él reconoció, y no se cree su arrepentimiento: “Asesinó a una mujer por el hecho de serlo”
Alfredo G.C., el hombre acusado de haber asesinado a su pareja en 2022, cuyo cadáver permaneció ocultó durante dos meses en la orilla del río Guadalquivir, donde él lo arrojó, ha declarado no haber tenido la intención de matarla y se ha mostrado “muy arrepentido”. El hombre, de 52 años, h...
Alfredo G.C., el hombre acusado de haber asesinado a su pareja en 2022, cuyo cadáver permaneció ocultó durante dos meses en la orilla del río Guadalquivir, donde él lo arrojó, ha declarado no haber tenido la intención de matarla y se ha mostrado “muy arrepentido”. El hombre, de 52 años, ha seguido ante los miembros del jurado que decidirán sobre su caso, el guion que su defensa trazó el viernes pasado, cuando arrancó el juicio. La estrategia se apoya en sostener que cuando le quitó la vida estaba bajo los efectos del alcohol y que actuó movido por los celos. “No me acuerdo. No sé lo que pasó”, ha señalado este lunes, tras reconocer que estaba “borracho” y que actuó cegado “por la rabia” ante la “traición” de saber que ella había estado con otro. Una versión que refuta de manera categórica la Fiscalía: “Asesinó a una mujer por el hecho de serlo, porque era mujer y se iba a ir con otro”.
El alcohol es una razón que las defensas suelen argumentar pero que, desde hace años, el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial ha ido desterrando. En una revisión de 631 sentencias entre 2004 y 2019 que este diario elaboró, los jueces habían considerado la circunstancia atenuante de drogas y alcohol en 35 de las 631: menos del 6%. En cuanto a los celos, la jurisprudencia también sienta desde hace más de una década que no es un motivo ni lícito ni explicativo que sí responde a la “cultura patriarcal”, o, como arguye la Fiscalía en este caso, “por el hecho de ser mujer”; en 2016, ya el Supremo rechazó los celos como atenuante en la violencia machista.
Aún así, es el motivo que da la defensa para pedir la absolución, por entender que se le debería aplicar la eximente de actuar movido por un estado pasional ante los celos, y de manera subsidiaria la atenuante de consumo de alcohol. Mientras, el Ministerio Público pide 29 años de cárcel por un delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género; otro delito continuado de estafa y otro de lesiones en el ámbito de la violencia sobre la mujer con la agravante de reincidencia. La fiscal pretende desmontar la versión de la defensa sobre el arrepentimiento del acusado apoyándose en el comportamiento que este mantuvo durante las semanas posteriores a haberle quitado la vida y haber confesado su crimen tras ser detenido por la policía, casi dos meses después.
“Arrepentido ya les digo yo que no”, aseguró durante su intervención el pasado viernes. “Durante la investigación se dedicó a estar de fiesta y vivir la vida”. Alfredo G. C. había matado a su compañera “movido por los celos y por el propósito de hacer suyo el dinero que tenía, consciente de que pretendía abandonarlo”, según detalló la representante de la Fiscalía en su escrito de acusación.
El acusado, de nacionalidad boliviana como su víctima, fue detenido el pasado 22 de junio de 2022 tras confesar haber matado a su pareja y acompañar a los agentes de la policía hasta el punto exacto del río Guadalquivir donde se deshizo de su cadáver. El 24 de abril de ese año, tanto la víctima como su pareja —que habían retomado una relación intermitente iniciada en 2010 y donde una de sus interrupciones se produjo el 31 de agosto de 2020, cuando el hombre fue condenado por maltratarla a una pena de 40 días de trabajo en beneficio de la comunidad y a la prohibición de acercase y de comunicarse con ella durante 16 meses— estaban celebrando en el apartamento que compartían una fiesta con otros amigos “bebiendo y bailando”. En un momento de la tarde, el acusado se percató de que su compañera tenía unas “marcas de chupetones que no le había hecho él”, empezando una discusión, en la que ella le dijo que “prefería estar con otro hombre con el que había pasado la noche y el día anterior”, de acuerdo con el escrito de acusación de la Fiscalía.
Alfredo G. C. se acercó a ella y “de forma sorpresiva le propinó un fuerte golpe en la cara y se lanzó contra ella”, hasta el punto en que los amigos “tuvieron que intervenir en su ayuda” y consiguieron que él se fuera. Al rato, él regresó al domicilio y la mujer “se introdujo en estado ebrio en su dormitorio y cerró la puerta”.
Cuando el resto de los invitados se quedaron dormidos en el salón, él entró en la habitación y “movido por los celos y por el propósito de hacer suyo el dinero que tenía, consciente de que pretendía abandonarlo” por otro y “aprovechando la situación de indefensión que ella presentaba”, por todo el alcohol que había consumido “y que estaba desprevenida, de forma súbita y sorpresiva se colocó encima de ella con objeto de darle muerte”. De acuerdo con el relato de los hechos descrito por la fiscal “le aplastó pecho y tórax con el peso de su propio cuerpo” y “le sujetó fuertemente el cuello para evitar que se moviese, mientras le taponaba las vías respiratorias, con la mano y la almohada”, provocando su muerte por asfixia.
A las 10 de la mañana del día siguiente, el hombre echó al resto de invitados del piso, después de haber “empaquetado el cuerpo sin vida” de su pareja. Ya solo, se fue deshaciendo de sus pertenencias, tirándolas en distintos cubos de basura. A las 23.30, arrojó el cadáver al río Guadalquivir y lo ocultó tras unos matorrales.
Sustracción de 8.140 euros
Frente a la versión ofrecida este lunes por el acusado, que solo ha respondido a las preguntas de su abogada, y que ha insistido en que “nunca, para nada” tuvo intención matarla porque tenían planes de futuro juntos, la Fiscalía opone la “frialdad” y la “premeditación” con la que este actuó el día que presuntamente la asesinó y en las semanas posteriores.
Y es que uno de los objetos de su presunta víctima de los que no deshizo es de su tarjeta de crédito que siempre llevaba consigo y del que él conocía el pin. Un día después de matarla y el 7 de mayo extrajo de su cuenta hasta un total de 8.140 euros. El dinero que la mujer había logrado ahorrar en su propia cuenta corriente gracias al trabajo como interna (32.000 euros) era, de acuerdo con el Ministerio Público, uno de los motivos por los que Alfredo G. C. había decidido regresar con su víctima. En todo ese tiempo, además, el hombre aseguraba a sus conocidos que ella se “había marchado voluntariamente” con otro hombre y para dar la impresión de que seguía viva “fingió conexiones” de ella en sus redes sociales.
Además de la pena de cárcel, la Fiscalía pide que devuelva los 8.140 euros que sustrajo de su cuenta corriente cuando el cadáver de su mujer yacía abandonado en la ribera del Guadalquivir, y una indemnización a su familia en concepto de responsabilidad civil de 188.888 euros.
En lo que va de año, 35 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Desde que arrancó la estadística oficial, en 2003, son 1.279 mujeres.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.