Miriam Anzovin, ‘tiktoker’: “Internet es lo más parecido al Talmud”
La ‘microinfluencer’ estadounidense ha logrado decenas de miles de seguidores explicando los debates rabínicos de hace más de mil años con argot milenial, referencias a ‘Juego de Tronos’ y mirada feminista
A priori, el Talmud y TikTok parecen universos irreconciliables. El primero son 2.711 páginas de hace más de mil años con dichos, relatos y sesudos debates rabínicos sobre cada mínimo aspecto de la ley judía. El segundo, una sucesión de vídeos breves concebidos para enganchar antes de que el dedo pida el siguiente. La estadounidense Miriam Anzovin ha logrado, sin embargo, cuadrar el círculo entre ambos (que ella no ve tan redondo) con sus reacciones al Talmud. Los ...
A priori, el Talmud y TikTok parecen universos irreconciliables. El primero son 2.711 páginas de hace más de mil años con dichos, relatos y sesudos debates rabínicos sobre cada mínimo aspecto de la ley judía. El segundo, una sucesión de vídeos breves concebidos para enganchar antes de que el dedo pida el siguiente. La estadounidense Miriam Anzovin ha logrado, sin embargo, cuadrar el círculo entre ambos (que ella no ve tan redondo) con sus reacciones al Talmud. Los vídeos, tan cómicos y deslenguados como respetuosos, la han convertido en microinfluencer, pero también han atraído mensajes de odio.
Anzovin participa del Daf yomi, como se denomina la tradición de leer cada día una página por las dos caras del Talmud que siguen cientos de miles de judíos en el mundo en ciclos de siete años y medio. Luego resume en TikTok —con argot milenial, referencias a Juego de Tronos, mirada feminista y algunos tacos— temas como cuántas veces obliga la ley judía a un marido a acostarse con su mujer, qué castigos merecen latigazos o qué hacer si una boda y una procesión fúnebre se cruzan en el camino. Como le gusta decir, vive con un pie en Sephora (la cadena de cosméticos) y otro en Sefaria, la biblioteca digital de textos hebreos.
Anzovin nació hace 38 años en una familia judía de Nueva Jersey que abrazó la ortodoxia religiosa cuando era niña. Creció rezando tres veces al día y vistiendo muy recatada. En la veintena, perdió la fe, pero una serie de ataques de odio contra judíos en su país le impulsaron en 2019 a explorar el Talmud. “Era mi forma de sacar el dedito del medio a los antisemitas”, asegura. Hace año y medio, se lanzó a grabar su reacción a la página que acababa de leer, siguiendo un subgénero muy popular en redes (los vídeos de reacciones) que le había alegrado muchas horas muertas durante el confinamiento por la pandemia.
Hoy, recibe mensajes acusándola de banalizar el Talmud o recordándole que la tradición restringe su estudio a los hombres. Licenciada en Estudios Judíos, emplea al menos un día en preparar el texto, peinarse, maquillarse, escribir el guion, grabarlo, editarlo, posproducirlo y añadir subtítulos al vídeo. Aunque lejos de las grandes cifras, acumula con una temática muy de nicho más de 55.000 seguidores entre sus distintas redes sociales. Habla por videoconferencia desde su casa en Natick, una localidad cercana a Boston, con el mismo fondo dorado que en sus vídeos, y choca verla en una pantalla horizontal, en vez de vertical.
Pregunta. ¿Qué te llevó a estudiar el Talmud sin ser ya religiosa?
Respuesta. Un día vino Jonathan Sachs [el conocido rabino y lord británico fallecido en 2020] y nos habló de la práctica de aprender todo el Talmud Babilonio durante siete años y medio. Y me pareció justo un camino que podía recorrer sin necesidad de cumplir cosas con las que no estoy cómoda en un sentido religioso, o de creer algo que ya no creía. Amo el judaísmo y aprender sobre nuestra historia y tradiciones. Luego, a finales de 2019, hubo una serie de horribles ataques antisemitas en Nueva York y Nueva Jersey, así que una parte fue el placer de aprender y otra puedes parafrasearla como quieras… Un ‘que os jodan, antisemitas’, mostrarles el dedito.
P. ¿Y el canal de TikTok?
R. Solo lo empecé en diciembre de 2021. Muchos pasamos [en el confinamiento] mucho tiempo en TikTok porque era donde encontrábamos una comunidad estando tan aislados. Y pensé… “Puedo hacer algunos vídeos de lo que he venido aprendiendo en el Talmud”. Las palabras y pensamientos de hombres que vivían hace 1.800 años a veces requieren esfuerzo, así que decidí hablar como lo hago con mis amigos sobre lo que me gusta o me emociona. Mezclar las culturas pop, nerd [friki] y de Internet. Realmente pensé que nadie lo vería. Sigo increíblemente sorprendida de que hayan sido más de cinco.
P. TikTok parece lo opuesto al Talmud.
R. Diría que no. La comparación o analogía más cercana que puedo hacer con el Talmud es Internet. Tienes [dos partes]: la mishná [la tradición oral], que es como el post en un blog, y la guemará [los análisis rabínicos], que sería como la sección de comentarios del blog, en la que pasa de todo. Mucha gente opina de forma muy sentida, hay discusiones… Como en el Talmud. Algunos comentarios son geniales y con otros estoy tremendamente en desacuerdo. Son discusiones entre cientos de personas durante cientos de años. Para mí tiene mucho sentido debatirlo hoy en un formato online.
El Talmud puede ser a menudo complejo. Y es muy difícil resumir una idea en un vídeo de tres minutos. Pero no quiero que alguien piense que no puede aprenderlo por no ser hombre o [judío] religioso. Mi objetivo es aprender todo del Talmud: lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, lo sabio y lo cuestionable. Y compartirlo, porque además hay muchas teorías bizarras de la conspiración.
P. Como decías, en las redes hay material sobre el Talmud, pero no suelen hacerlo mujeres.
R. Cada vez más tipos de judíos aprenden el Talmud, lo que incluye a mujeres ortodoxas, pero también seculares, como yo. Hacerlo como mujer claramente puede ser un reto. A veces se habla de mujeres, pero menos de lo que me gustaría y en ocasiones es un grupo de hombres hablando sobre mujeres. Y cuesta leer algunas ideas. Piensas: “vale, era hace 2.000 años, otra época”, pero no quita que sea duro toparse con ellas. Lo que de verdad me molesta es cuando veo una línea entre el pasado y el presente, o actitudes que no han cambiado. A veces aprendo cosas que describiría como misóginas, pero encuentro desternillantes por ridículas. Me puedo reír de ellas. La comedia es tan importante, también en el aprendizaje del Talmud, porque es una forma de procesar y dejar atrás cosas que podrían enojarme.
P. ¿Cómo vives estudiar un texto que se te supone vetado como mujer?
R. Lo que más molesta es que lo aprendo sin ser ortodoxa. O que visto de forma que algunos no consideran discreta, sin el escote hasta el cuello o con los codos descubiertos. E igual que digo tacos en la vida real, a veces lo hago en los vídeos. Así que no es necesariamente por ser mujer, sino por qué tipo de mujer.
P. ¿Qué reacciones recibes?
R. Hay gente aún muy enfadada.
P. ¿Muchos mensajes privados?
R. ¡Dios mío, todo el tiempo! Mensajes privados, correos electrónicos… Quieren que sepa que soy lo peor que le ha sucedido jamás al pueblo judío. Y es como… si yo soy lo peor, creo que está bastante bien la cosa [ríe]. También hay gente que ve los vídeos y entiende que las bromas nacen de un profundo sentido de amor y aprecio. Si no amase esto, no le dedicaría siete años y medio de mi vida.
P. ¿Qué has cambiado desde el primer video?
R. Tengo un sentido de la responsabilidad que no tenía al principio, porque pensaba que no lo vería nadie. Trato de que no me afecte demasiado, pero hago lo posible para no equivocarme, para entender bien el material.
P. ¿Con qué te encuentras en el Talmud?
R. Todo lo relacionado con la existencia humana. Literalmente. Desde ir al baño hasta cuestiones médicas. Se habla de la vida y la muerte. O de maquillaje.
Por ejemplo, hay una conversación en la que un rabino cuenta que su mujer lleva maquillaje y otro le responde: “Es solo para mujeres jóvenes, no viejas, como la tuya”. Cuando lo leí, era como “¡Dios mío!”, pero en la siguiente línea le respondió lo mismo que yo hubiese hecho. No había diferencia entre mí y ese hombre que vivió hace 1.700 años. También hoy los hombres hablan de si una mujer es demasiado vieja, o de si lleva demasiado, o demasiado poco, maquillaje. Me sentí como si estuviese detrás de él, jaleándole por ese épico ajuste de cuentas. Fue uno de esos momentos que cimentaron mi comprensión de que el Talmud es una forma de teletransportarse al pasado y ver cómo vivían nuestros ancestros, pero también de entender la poca diferencia que hay con el presente. Por supuesto, ha cambiado la tecnología y muchas otras cosas, pero otras, nada.
P. ¿Sientes que lo que haces está relacionado de alguna forma con el feminismo?
R. Claro. Soy feminista, así que es normal que moldee en muchas formas lo que opino sobre un texto. En el Talmud se da voz a muy pocas mujeres, y a menudo son mencionadas como “la mujer de” o “la hija de”. Solo se nombra a un puñado. Así que en mis vídeos, cuando hay una mujer sin nombrar, le doy el nombre de alguna mujer judía que admiro.
P. Hablas de la intersección entre las culturas pop, nerd y judía. ¿Dónde se cruzan?
R. A veces, para explicar lo que sucede en el Talmud, pienso: ¿me recuerda a algo de un libro o de una serie de televisión? A menudo lo primero que me viene a la cabeza es algo de Juego de Tronos o de La Guerra de las Galaxias. Y es cuando siento que lo entiendo. Por ejemplo, en un momento del Talmud se habla de encender almenaras en las cimas, lo que es bastante similar a una secuencia de El retorno del rey de El señor de los anillos en la que encienden almenaras en las cimas de las montañas para mandar un mensaje a Rohan de que Gondor necesita ayuda.