Edadismo: cómo la discriminación por cumplir años perjudica la salud

Los estereotipos que pesan sobre los mayores impactan en el trato que reciben de los médicos y están asociados al aislamiento social

Una médica les explica los resultados de unas pruebas a una pareja.Tom Werner (Getty Images)

En una consulta, el médico habla a los hijos de su paciente —que también está allí— para contarles los cuidados que requiere. Ellos se dirigen al padre con condescendencia, en un tono infantil que no se distingue del que usan con un niño pequeño. La situación no se corresponde con una realidad concreta, pero se produce a menudo, según Vânia de la Fuente-Núñez, experta en envejecimiento saludable. Y tiene un nombre: edadismo. Se refiere a cómo se actúa, se siente y se piensa en una persona (o uno mismo) en función de su edad (que no tiene por qué ser avanzada). Según muchos estudios, estos este...

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En una consulta, el médico habla a los hijos de su paciente —que también está allí— para contarles los cuidados que requiere. Ellos se dirigen al padre con condescendencia, en un tono infantil que no se distingue del que usan con un niño pequeño. La situación no se corresponde con una realidad concreta, pero se produce a menudo, según Vânia de la Fuente-Núñez, experta en envejecimiento saludable. Y tiene un nombre: edadismo. Se refiere a cómo se actúa, se siente y se piensa en una persona (o uno mismo) en función de su edad (que no tiene por qué ser avanzada). Según muchos estudios, estos estereotipos y los prejuicios y la discriminación que conllevan perjudican directamente la salud de quienes los sufren.

De la Fuente-Núñez, que fue responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su campaña contra el edadismo, cree que es un problema de salud pública, como el tabaco. “Lo podemos sufrir todos, porque todos tenemos edad. Y hacerlo de forma inconsciente, incluso creyendo que el comportamiento va a favor de la otra persona, no es así, le perjudica”, comenta en una reciente conferencia organizada por la Sociedad Española de Epidemiología en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).

Un informe de la OMS sobre el tema publicado en 2021, reveló que uno de cada tres europeos se han sentido alguna vez víctima del edadismo. No solo se produce a edades provectas, también lo pueden padecer los jóvenes. De hecho, en los primeros años de la vida laboral y en los previos a la jubilación se producen los mayores niveles entre los empleados. “A unos se les minusvalora por la falta de experiencia y a otros se les considera demasiado mayores”, explica De la Fuente. En todas las franjas de edad, hay en Europa más personas que reportan edadismo que sexismo o racismo, y el grupo que más lo acusa son los que tienen entre 15 y 24 años (casi un 50%); en el resto, está en torno al 30% y el 35%.

La salud de los mayores es, sin embargo, la más perjudicada por las conductas edadistas. Al menos, es sobre lo que existe mayor evidencia científica. Por cómo les trata su entorno, los profesionales de la medicina y ellos mismos. Es lo que De la Fuente-Núñez denomina “edadismo autoinfligido” que va surgiendo a lo largo toda la vida de la vida. “A la edad tan temprana de cuatro años ya somos conscientes de los estereotipos que existen relacionados con la edad en nuestra cultura”, explica. A partir de ese momento, se van interiorizando y usando para guiar sentimientos y acciones hacia otras personas. Y, cuando se llega a cierta edad, se empiezan a aplicar a uno mismo. Acaban siendo profecías autocumplidas.

La experta pone un ejemplo de esto: “Se puede interiorizar un estereotipo de que una persona mayor, por ejemplo, no es creativa. Cuando acabo llegando a esta etapa de vejez, como he interiorizado este estereotipo, actúo en consecuencia y a lo mejor no persigo un sueño que tenía, como aprender a tocar un instrumento. Esas profecías autocumplidas tienen un impacto muy negativo en nuestra salud”.

Sucede que uno de los estereotipos en torno a la vejez es la mala salud. Y aunque la edad biológica se correlaciona con la que indica el carné de identidad, no lo hace siempre de forma decisiva. “Si se piensa que lo normal es enfermar a cierta edad, a lo mejor una persona descuida su salud cuando llega a ella, no toma los medicamentos que le prescriben, no deja de fumar, o no hace actividad física. Porque total, si es vieja y va a enfermar igual...”, argumenta Fuente-Núñez.

El edadismo también contribuye a producir aislamiento social y soledad, que están claramente vinculados a peor estado de salud y menor longevidad. “Esto surge por diferentes mecanismos. Puedes sentirte no deseado en la vejez y esto puede provocar este retraimiento. También puedes interiorizar que la vejez es un periodo de soledad y aislamiento y actuar en consecuencia. Y por último, obviamente existen leyes y estén prácticas, como apartar a los mayores de sus hogares para llevarlos a residencias, que suelen estar apartadas de los centros urbanos”.

A menudo, son los propios médicos los que tratan de forma distinta a los pacientes en función de su edad, y no de su salud. Según el Informe Global sobre Edadismo de la OMS, los sanitarios tienen mayores probabilidades de no usar respiradores, intervenciones quirúrgicas o diálisis a medida que aumenta la edad (sin que haya diferencias notables de estado de salud). Esta correlación se muestra en un 85% de los estudios que analizaron esta asociación.

Salud sexual y ensayos clínicos

El edadismo repercute también en la salud sexual de los mayores. Un estudio publicado en 2017 hizo una encuesta con dos grupos de pacientes: uno formado por pacientes de 28 años y otro de 78. En ambos casos se describió que el paciente padecía disfunción eréctil ocasional con una clara indicación psicosocial. Pese a reunir las mismas características, a la mayoría de los mayores se atribuía a cambios hormonales, mientras a los jóvenes se les diagnosticaba lo que se conoce como un problema de ansiedad relacionado con el miedo a no estar a la altura en el acto sexual. Sin otras pruebas que lo confirmasen, el grupo de los de 78 años recibía muchas más recetas de terapias hormonales.

Los diagnósticos de enfermedades sexuales también suelen ser más tardíos en personas de edad más avanzada. Esto tiene que ver, en opinión de De la Fuente, con que las personas mayores nunca tuvieron una educación sexual ni son el objeto de las campañas, que a menudo se dirigen a los jóvenes. “Si una persona enviuda, tiene relaciones, va al médico con algún problema, este puede asumir que no hay sexualidad en la vejez, así que no realiza preguntas pertinentes”, argumenta. Esto está provocando retrasos en la detección y el tratamiento de personas con VIH, por ejemplo.

Una de las mayores paradojas con respecto al edadismo y la salud se produce en los ensayos clínicos. Según el informe de la OMS, las personas mayores son a menudo descartadas para participar en ellos, a pesar de que se trate de fármacos que van a ser consumidos sobre todo por este grupo de edad, como sucede con los del párkinson o los que sirven para enfermedades cardíacas. Se descartan tanto por el simple hecho de la edad como por tener pluripatologías, algo que en los estudios se trata de evitar para minimizar los factores de confusión. “El problema es que estos medicamentos los tomarán personas con pluripatologías, así que deberíamos saber cómo actúan en ellas [antes de aprobarlos]”, reclama De la Fuente.

El edadismo está todavía poco estudiado. En los últimos años ha crecido el interés por el tema y las publicaciones crecen de forma exponencial. “Ahora sabemos que se puede prevenir”, asegura la experta, que afirma que tiene un “alto precio” para las personas y la sociedad: “Puede aumentar el riesgo de pobreza e inseguridad financiera, tiene implicaciones por las bajas laborales, los días de ausencia y la jubilación forzosa e impacta económicamente en los sistemas de salud”.

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