Bradley Wiggins, el ciclista británico vencedor del Tour 2012, revela los abusos sexuales de su exentrenador

El deportista ha contado a la revista ‘Men´s Health UK’ su experiencia personal cuando tenía 13 años

Bradley Wiggins en los Juegos de Londres 2012. Alex Livesey

La depresión es una experiencia tan personal y dolorosa que es capaz de crear complicidades sorprendentes. Como que Alastair Campbell, el arrollador e irascible director de comunicación del ex primer ministro británico Tony Blair, logre arrebatar al campeón del Tour de Francia de 2012, Bradley Wiggings (Gante, Bélgica, 41 años), una confesión enterrada durante años. “Fui cortejado sexualmente por un entrenador cuando era muy joven, cuando tenía...

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La depresión es una experiencia tan personal y dolorosa que es capaz de crear complicidades sorprendentes. Como que Alastair Campbell, el arrollador e irascible director de comunicación del ex primer ministro británico Tony Blair, logre arrebatar al campeón del Tour de Francia de 2012, Bradley Wiggings (Gante, Bélgica, 41 años), una confesión enterrada durante años. “Fui cortejado sexualmente por un entrenador cuando era muy joven, cuando tenía unos 13 años, y es algo que nunca he podido aceptar del todo”, ha contado el deportista, pentacampeón olímpico, al exasesor político. El término que emplea en su relato es grooming, que en castellano sería la manipulación de alguien vulnerable, solitario o dependiente, normalmente en una relación de confianza (alumno y profesor, por ejemplo), para preparar posibles abusos sexuales físicos. Wiggins no llega tan lejos en su acusación, pero relata cómo lo sucedido le afectó en su vida adulta posterior e “intentó enterrarlo”.

“Mi padrastro era un hombre violento, que me llamaba ‘maricón’ por usar ropa de lycra [el equipamiento propio de los ciclistas], y nunca se me ocurrió contarle aquello”, confiesa Wiggins, que en la entrevista explica además cómo el deporte le rescató de su naturaleza solitaria. “Era un adolescente extraño, en muchos sentidos, y creo que la afición a montar en bicicleta vino de toda esa adversidad previa”, cuenta Wiggins. No es la primera vez que el atleta británico, que disfruta en su país de una gran popularidad desde la victoria en Francia de hace una década —la primera vez que la alcanzaba un británico—, ha hablado de su combate con la depresión y de sus traumas infantiles. Nunca, sin embargo, había ido tan lejos como con su entrevista con Campbell, al revelar cómo toda esa vulnerabilidad atrajo la atención de posibles depredadores sexuales.

La fama y popularidad que obtuvo con sus triunfos deportivos —”probablemente el periodo más desgraciado de mi vida, con todas las presiones sociales que conllevó”, ha confesado— se vieron paradójicamente cuestionadas años después. La filtración de piratas informáticos rusos de los archivos de la Agencia Mundial Antidopaje, en 2016, reveló que Wiggins pudo inyectarse triamcinolona, para tratar el asma, antes de los Tours de 2011 y 2012. Era entonces una excepción terapéutica legal y permitida, pero muy cuestionada por profesionales de la medicina, que señalan cómo, entre otros efectos, este corticoesteroide facilita los entrenamientos y mejora la potencia del deportista.

Wiggins explica a Campbell durante la entrevista cuál es su receta par mantener bajo control el fantasma de la depresión: “Tengo una rutina. Es importante entrenar cada día y no beber demasiado. Si no me vigilo, la depresión se manifiesta en forma de manías”, explica.



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