Los propagandistas católicos dicen que “la libertad está en riesgo en España”
El líder de los obispos de EEUU habla de “secularización agresiva” en vísperas de decidir si los políticos que apoyan el aborto pueden comulgar
Pesimismo e, incluso, sensación de derrota. Este es el ambiente previo al congreso de Católicos y Vida Pública que celebra todos los años en noviembre la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) en la Universidad CEU San Pablo, en Madrid, esta vez con el título Corrección política: Libertades en peligro. “Vivimos la peor de las persecuciones, ahora de forma larvada y sibilina. La libertad está en riesgo. Hay una desaparición total de la religión de todos los espacios público...
Pesimismo e, incluso, sensación de derrota. Este es el ambiente previo al congreso de Católicos y Vida Pública que celebra todos los años en noviembre la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) en la Universidad CEU San Pablo, en Madrid, esta vez con el título Corrección política: Libertades en peligro. “Vivimos la peor de las persecuciones, ahora de forma larvada y sibilina. La libertad está en riesgo. Hay una desaparición total de la religión de todos los espacios públicos”, sostiene su director, Rafael Sánchez Saus. Se refiere a España, pero el presidente de los obispos católicos de Estados Unidos y arzobispo de Los Ángeles, José Horacio Gómez Velasco, remachó esa idea también para su país. Fue más lejos: “Se ha producido un colapso planetario de la cosmovisión judeocristiana”.
El prelado estadounidense ha sido el encargado de presentar el congreso, aunque lo hizo de forma telemática desde su archidiócesis, por precauciones sanitarias y porque tiene ya convocada una asamblea plenaria de su conferencia episcopal con un punto en el orden del día de gran trascendencia: la aprobación de una instrucción pastoral sobre qué hacer con los políticos que apoyan el aborto. En el punto de mira tienen al presidente Joe Biden, católico practicante. En junio pasado, cuando acordaron, también en asamblea, redactar ese documento, una gran mayoría de los obispos (168 sobre 229) opinó que se le debería negar ese sacramento, muy principal entre los católicos. Desde entonces, sin embargo, se han encontrado con un obstáculo imprevisto: el desacuerdo radical del papa Francisco. El viernes pasado, el pontífice romano recibió en su biblioteca privada en el Vaticano a Biden y este, a la salida, después de una reunión de 74 minutos, confesó a los medios de comunicación que el Papa le había dicho que es un buen católico.
Los obispos estadounidenses están superando la crisis de los abusos sexuales a menores por eclesiásticos de toda graduación, pero son consciente de la ruina, incluso económica, que les ha supuesto. La pastoral sobre qué hacer con los políticos que contemporizan con la despenalización del aborto voluntario parece un rearme, aunque tintado de un profundo pesimismo. El discurso de ayer de su líder ante el aula magna de la Universidad CEU San Pablo así lo indica. “Secularización significa descristianización. Durante varios años en Europa y Estados Unidos se ha hecho un esfuerzo deliberado por borrar las raíces cristianas de la sociedad y por suprimir cualquier influencia cristiana”, dijo ante un auditorio presidido por Alfonso Bullón de Mendoza, líder de la ACdP, y el arzobispo de Burgos, Mario Iceta. El congreso se celebra los próximos días 12, 13 y 14 de noviembre y ya cuenta con un millar de inscritos.
Hispano, como indican su nombre y apellidos, el arzobispo de Los Ángeles, una de las tres grandes archidiócesis estadounidenses, subrayó que la crisis que percibe en su país se extiende por toda Europa. “Todos sabemos que, si bien en Estados Unidos existen condiciones únicas, ya desde hace mucho tiempo se han estado dando patrones similares de secularización agresiva. En nuestros países han surgido cierto tipo de líderes elitistas que se interesan poco por la religión y no tienen verdaderos vínculos con las naciones en las que ellos viven o con las tradiciones o culturas locales. Son grupos a cargo de corporaciones, gobiernos, universidades y medios de comunicación, pero se encuentran también en los establecimientos culturales y profesionales, como peligrosos sustitutos de la verdadera religión. Al negar a Dios, estos nuevos movimientos han perdido la verdad sobre la persona humana. Eso explica su extremismo y su duro, intransigente e implacable enfoque de la política. No deberíamos dejarnos intimidar por estas nuevas religiones”, sentenció.