“Mi padre no tenía fuerzas y se quedó sin comer un par de días”, denuncian las hijas de un paciente del antiguo hospital La Fe

Los familiares de un enfermo de covid relatan las precarias condiciones que vivió en un centro habilitado por la Generalitat para la pandemia. El PP pide una investigación

Preparación de una de las habitaciones para acoger pacientes de covid en la escuela de enfermería del antiguo hospital de La Fe de Valencia, en abril.Mònica Torres

El padre de Maika y Ester Maeso, de 73 años y diabético, se contagió de covid en diciembre, ingresó el día 5 de ese mes en el Hospital Clínico de Valencia y el 23 lo trasladaron a la escuela de enfermería del antiguo hospital de La Fe para su rehabilitación, pues les dijeron que había perdido el tono muscular durante la enfermedad y ni podía caminar. La Generalitat habilitó este centro para atender a enfermos de covid. Como las hijas no tenían información de su padre, se presentaron allí el 24 por la tarde con una silla de ruedas alquilada para llevárselo a un centro privado pensando que se tr...

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El padre de Maika y Ester Maeso, de 73 años y diabético, se contagió de covid en diciembre, ingresó el día 5 de ese mes en el Hospital Clínico de Valencia y el 23 lo trasladaron a la escuela de enfermería del antiguo hospital de La Fe para su rehabilitación, pues les dijeron que había perdido el tono muscular durante la enfermedad y ni podía caminar. La Generalitat habilitó este centro para atender a enfermos de covid. Como las hijas no tenían información de su padre, se presentaron allí el 24 por la tarde con una silla de ruedas alquilada para llevárselo a un centro privado pensando que se trababa solo de darle sesiones de fisioterapia, pero en el vestíbulo del edificio, después de mucho insistir, una doctora bajó y les dijo que era una locura llevárselo porque el paciente llevaba oxígeno y más medicación de la que creían las hijas. “Mi padre nos lloraba por teléfono diciendo que lo habían metido en una habitación pequeña con otra persona. Además la cama era antigua, sin mando, y conforme los celadores lo dejaban en la cama, así se quedaba hasta que a la mañana siguiente lo movían”, explica Maika. Además estaba “destrozado psicológicamente”, tantos días solo, sin visitas ni una televisión o radio de distracción. Su estado empeoró y fue trasladado de vuelta al Clínico, donde falleció el 10 de enero.

“Mi padre no tenía fuerzas ni para levantar la cuchara y se quedó sin comer un par de días; uno le dejaron la comida sin ayudarle y otro, el celador fue a cambiar un cubierto roto y ya no volvió”, aseguran sus hijas, que tenían contacto con él por teléfono. ”No lo podían levantar de la cama, nos decía, porque los sillones eran viejos, así que le compramos uno y se lo acercamos al hospital, pero no nos dejaron subirlo. En siete días dio una sesión de rehabilitación, porque la segunda no llegó a concluir. Otro día fuimos a llevarle una radio para que se distrajese y cuando recogimos sus efectos personales [después de fallecido] nos devolvieron la caja sin abrir. Una auténtica vergüenza”, continúan.

El 26 de diciembre, cuando la familia pensaba trasladarlo a un centro hospitalario privado, les llegó un mensaje donde le indicaban que su padre había mejorado mucho y que igual en unos días podían llevárselo a casa. “Y el 31 de diciembre nos avisan de que mi padre ha empeorado mucho y se lo llevan corriendo al Clínico”. Estuvo dos días en planta, luego una semana en la UCI y el 10 de enero murió. A la una y media de la madrugada les dijeron por teléfono que había fallecido. “No nos avisaron para poder despedirnos. Nos hemos sentido engañadas y estafadas. Mi padre se ha muerto y yo sigo sin saber si murió siendo positivo o negativo. Nunca nos lo dijeron”, lamenta la familia Maeso. A la Consejería de Sanidad no le constan quejas formales ni denuncias del caso.

Maika encuentra similitudes entre algunas de las cosas que le sucedieron a su padre y el anónimo que desde hace días corre por las redes sociales, donde se describe una situación descarnada en la antigua escuela de enfermería de La Fe, un edificio que la Generalitat valenciana reacondicionó en un principio para pacientes covid leves, pero que finalmente también ha acabado atendiendo casos graves. En la carta se explica que el centro hospitalario recibe “pacientes derivados desde otros centros de Valencia para ‘desahogar a los hospitales”. “No tienen agua caliente para ducharse, los telefonillos no funcionan y suenan en el control de enfermería, pero no puedes comunicarte con ellos, por lo que tienes que imaginarte lo que les pasa. La gran mayoría de habitaciones son minúsculas, pero dentro hay dos pacientes en camas de no se sabe qué año”, prosigue el anónimo que firma “una enfermera con corazón” que ha trabajado en el hospital. La misiva hace hincapié en la falta de personal para atender a todos los pacientes, además de que algunos son atados para evitar que se arranquen las vías. Fuentes internas del centro corroboran problemas en la atención a los enfermos derivados de falta de personal.

Un portavoz de la Consejería de Sanidad ha asegurado, respecto al caso descrito, que no le constan quejas formales ni denuncias al respecto. No obstante, “nuestro interés es ponernos a disposición de la familia para conocer de primera mano los hechos y facilitarle toda la información que necesite. Obviamente, lamentamos el fallecimiento de su familiar”. Esta fuente añade que la consejería está habilitando espacios donde se puede y como se puede, “y la única prioridad es salvar vidas”. “Es verdad que la cuestión de la comodidad no es la que nos gustaría a todos pero la prioridad es la atención médica de la gente que entra”, apunta.

Sanidad emitió el sábado un comunicado a propósito de la información que publicó el diario El Español en torno al anónimo, que la consejería tildó de “relato engañoso”, reservándose la posibilidad de ejercer acciones legales “contra todos aquellos que han dado pábulo a un escrito anónimo que queremos calificar de poco o nada ético y profundamente inmoral”. Según Sanidad, la antigua Escuela de Enfermería de La Fe cuenta con 166 camas y empezó a recibir pacientes el 2 de diciembre para descongestionar la presión asistencial de otros departamentos de salud. Se ha ingresado desde entonces a 250 pacientes covid, de los que finalmente solo un tercio son leves. ”La inmensa mayoría son personas con más de 80 años que padecen muchas enfermedades asociadas y cuando se adopta una medida de contención física [las ataduras] es para evitar una posible caída, que se quite una vía o una sonda”, ha asegurado la directora de Enfermería del departamento de salud Valencia-La Fe, Ana Regueira. Los profesionales están haciendo todo lo posible “y lo imposible para atenderles de la manera más adecuada”. Fuentes de la Consejería de Sanidad añaden que la gravedad de la crisis sanitaria, con los hospitales valencianos saturados, puede provocar situaciones puntuales de falta de atención, pero insisten en que la antigua Fe reúne todas las condiciones.

El PP valenciano se ha hecho eco del anónimo y el diputado autonómico José Juan Zaplana trasladó la carta al juzgado porque aseguró que podía otorgarle veracidad “tras las consultas con distintas fuentes del ámbito sanitario”. Según consta en su escrito al juzgado, “en la carta se denuncian graves situaciones de desatención de los pacientes, se advierte de situaciones que podrían implicar denuncias por maltrato de ser conocidas por los familiares y, en general, que las condiciones del centro son inhumanas”.

Desde el comité de Ética y Deontología del Consejo de Colegios de Enfermería de la Comunidad Valenciana se insiste en que hay que investigar la situación y que haya una confirmación de los hechos. “Vamos a preguntar a los profesionales que están allí porque los anónimos son anónimos”, asegura Maribel Castelló, miembro del citado comité. “Teniendo conocimiento del hecho, vamos a contrastar con los profesionales porque su obligación, si es así, es denunciarlo en el colegio donde se les puede garantizar confidencialidad y anonimato”, concluye Castelló. “Si es verdad y no lo quieren denunciar incurrirían en complicidad”, advierte.

En la Federación de Sanidad de UGT-PV, su secretario general, Luis Lozano, considera que es un anónimo que, desde su punto de vista, tiene incongruencias. “Cualquier sindicato que tuviera conocimiento de esa situación, desde luego lo hubiera denunciado”, afirma. En su homóloga de CC OO-PV no quieren valorar el anónimo hasta que no contrasten y se investigue lo que la misiva cuenta.

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