Una nueva realidad adaptada a los más mayores

Las administraciones, las empresas y los particulares hacen esfuerzos para que los más afectados por la crisis sanitaria, las personas de más de 65 años, se adapten mejor a la situación actual. Pequeños y grandes gestos, algunas veces altruistas, son una forma de devolverles su gran aportación a la sociedad

La tienda de alimentación que cuelga un cartel para darles prioridad en las colas. La farmacia que se organiza para llevarles los medicamentos a casa. El club de fútbol que descuelga el teléfono para interesarse por su estado. Si algo ha cambiado estas últimas semanas es el orden de prioridades en una sociedad en la que ya no pasan primero los que más corren o más prisa tienen, sino los que más lo necesitan: las personas de más de 65 años. A menudo invisibilizados en residencias o viviendo en soledad, la covid-19 ha demostrado la vulnerabilidad de un segmento de la población del que forman parte casi nueve de cada diez fallecidos por el virus, según datos del Ministerio de Sanidad. ¿Representan estos pequeños y grandes gestos un cambio hacia una mayor consideración por el bienestar en la tercera edad?

José Augusto García, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), cree que hemos vivido una “ola de solidaridad” que ha roto barreras: “Desde lo público y lo privado, jóvenes y de otras edades, todos se han implicado y lo debemos tomar como una lección”, apunta. Este diplomado en gestión clínica y servicios sanitarios y dirección de empresas en centros como ESADE, IESE y la Universidad de Barcelona defiende que las muestras de ayuda son imprescindibles para que los mayores puedan mantener los pilares de una vejez saludable –realizar ejercicio físico, tener buena dieta y cuidar de la salud mental–, pero que deben ir acompañadas de un esfuerzo de las autoridades para repensar el modelo actual de atención. “Los datos deben abrir un debate sobre la atención geriátrica en nuestro país para avanzar hacia un cambio de modelo en las residencias”.

En la nueva realidad que ha abierto el coronavirus, administraciones, empresas y los particulares hacen esfuerzos para que los más afectados se adapten mejor a los cambios. Prueba de ello es la propuesta que el 30 de abril hizo el Ayuntamiento de Madrid dentro de su plan desescalada de las medidas de confinamiento –pendiente de ser discutida junto a los otros grupos municipales– y que prevé que los ancianos tengan prioridad para salir a la calle en un horario de 10 a 12 de la mañana. El objetivo de la medida es facilitar sus desplazamientos en un momento del día en el que hay menos tráfico y movimiento de personas hacia sus puestos de trabajo.

Otro ejemplo de facilitar la vida de estas personas es el de Telefónica, y por eso ha habilitado sus servicios de atención telefónica de información (1004) y averías (1002) para dar prioridad a las personas mayores. En particular, Movistar ha modificado la locución inicial de su teléfono 1004 para hacer posible que las personas mayores de 65 años que necesiten atención urgente se identifiquen con el fin de priorizar su llamada. Eso significa que si llaman por una avería, por ejemplo, su caso pasará directamente a un agente sin validaciones ni pruebas en el contestador automático, como suele ser habitual.

En unos tiempos de dificultad que han estimulado la solidaridad intergeneracional pese a las medidas de distanciamiento social, la tecnología es una herramienta primordial para saber que #seguimosconectados y que podemos ayudarnos unos a otros. Así lo cree el presidente de la SEGG, que considera que las restricciones han facilitado la implantación de herramientas para hacer seguimientos médicos a distancia “que han llegado para quedarse”. García estima que, pese a la brecha tecnológica entre generaciones, la mayoría de herramientas van a beneficiar a muchos ancianos. “Casi todos ya tienen teléfono móvil y las herramientas son cada vez más fáciles de usar”, comenta.

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