Países Bajos cierra bares y restaurantes y prohíbe reunirse a más de cuatro personas para frenar la segunda ola de la pandemia
El “confinamiento parcial” durará cuatro semanas y la mascarilla será obligatoria en breve en espacios públicos cerrados
La segunda ola de la pandemia ha dejado en los Países Bajos unas cifras difíciles de digerir para una sociedad que abordó la covid-19 con un adjetivo que amenaza con volverse en su contra: “inteligente”, tal y como lo describió el primer ministro, el liberal Mark Rutte. Con 43.904 casos positivos en la última semana, un 60% más que en el mismo periodo anterior, el Gobierno de centro-derecha ha declarado lo que denomina un “confinamiento parcial” de cuatro sema...
La segunda ola de la pandemia ha dejado en los Países Bajos unas cifras difíciles de digerir para una sociedad que abordó la covid-19 con un adjetivo que amenaza con volverse en su contra: “inteligente”, tal y como lo describió el primer ministro, el liberal Mark Rutte. Con 43.904 casos positivos en la última semana, un 60% más que en el mismo periodo anterior, el Gobierno de centro-derecha ha declarado lo que denomina un “confinamiento parcial” de cuatro semanas, que será revisado dentro de 15 días. Las medidas, que entrarán en vigor este miércoles a partir de las 22.00, contemplan el cierre de cafés y restaurantes, la prohibición de los partidos de aficionados a partir de 18 años, y la presencia de más de cuatro personas a la vez en el exterior, entre otros.
Las mascarillas, cuyo uso se ruega ahora encarecidamente, serán obligatorias en interiores públicos desde los 13 años, en cuanto se publique la norma legal correspondiente. El aumento de los contagios ha desconcertado al Gobierno de centro-derecha, que confiaba en el compromiso individual de la población para mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros, lavarse las manos a menudo y permanecer en casa en presencia de síntomas, pero ha visto flaquear la voluntad colectiva con el tiempo.
Las nuevas medidas pretenden evitar un confinamiento en toda regla. Hugo de Jonge, ministro de Sanidad, ha advertido de que será necesario “mantenerse firmes, porque llegar al extremo, como ya ocurrió, de impedir las visitas a los hogares de ancianos, produjo mucho dolor”, ha dicho. Rutte ha añadido que “hay demasiada gente que no cumple las normas de seguridad, y el Gobierno no quiere un toque de queda”.
Sí se reduce el horario de venta de alcohol y drogas blandas legales, que no podrán adquirirse entre las 20.00 y las 7.00. En el hogar será imposible recibir a más de tres personas al día ajenas a la familia, y no deberá haber más de 30 personas a la vez en interiores donde haya asientos, ya sean cines o teatros. Se aconseja el teletrabajo, salvo situaciones excepcionales, y solo permanecerán en activo los servicios de reparto de comida a domicilio. La excepción son los hoteles y sus clientes y el aeropuerto una vez pasado el control de seguridad. Museos y bibliotecas precisarán cita previa y se pide viajar lo menos posible.
Los deportes tienen un capítulo propio, ya que se suprimen los partidos de fútbol, excepto los de Primera y Segunda División. A partir de los 18 años, solo se podrá practicar en grupos de cuatro y a 1,5 metros de distancia. Hasta los 18 años, será posible jugar en equipo y competir dentro del mismo club.
Discusiones en el Gobierno
Con las grandes ciudades, como Ámsterdam, Róterdam y La Haya entre las más afectadas, las nuevas normas han precisado de largas discusiones con el equipo de asesores científicos del Gobierno y también entre los cuatro socios de la coalición en el poder. Pero sobre todo, han obligado a emplearse a fondo al primer ministro Mark Rutte. Principal valedor de la responsabilidad ciudadana para contener entre todos el coronavirus, ha acabado por irritarse en público cuando ha constatado que las distancias se relajan, que no se respeta el segmento de horario “seguro” para los mayores y grupos de riesgo en el supermercado, y que las terrazas se llenan por la noche.
La mascarilla, que ha llevado a Rutte a decir este martes que “este asunto va a quedar resuelto de una vez por todas”, solo era obligatoria en el transporte público, así que la reticencia a llevarla corre pareja al recelo que genera el que la lleva. El abanderado de las dudas sobre su eficacia es el virólogo Jaap van Dissel, director del Instituto para la Salud y el Entorno (RIVM en sus siglas neerlandesas), órgano asesor del Gobierno durante la pandemia. Van Dissel sostiene que no está demostrada científicamente su completa utilidad para evitar contagios.
La Federación de Médicos Especialistas entró de lleno en el debate de las restricciones este lunes a través de su página de web. En una nota ampliamente difundida, advierte de que puede producirse “un tsunami en la segunda ola, con 5.000 pacientes hospitalizados en noviembre; ello supondría cancelar hasta el 70% de la atención regular dedicada a otras enfermedades”. De ahí que asumieran en su escrito que “el Gobierno impondrá medidas más estrictas para contener el aumento de las infecciones”.
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