China ‘descansa’ del coronavirus
El país lleva desde el 15 de agosto sin nuevos contagios locales. Unos 425 millones de turistas chinos se han lanzado a viajar de nuevo dentro de sus fronteras durante una semana festiva
“Montaña de gente, mar de gente” es una expresión común en mandarín para describir multitudes. Este año se ha vuelto a escuchar en China en las largas colas de los lugares turísticos más populares durante los ocho días de vacaciones conocidos como la Semana Dorada, a comienzos de octubre. Con la pandemia de covid dada prácticamente por superada, en los primeros cuatro días de estas vacaciones, 425 millones de turistas chinos se han animado a viajar dentro del país, según las cifras del Gobierno.
Diez meses después de que ...
“Montaña de gente, mar de gente” es una expresión común en mandarín para describir multitudes. Este año se ha vuelto a escuchar en China en las largas colas de los lugares turísticos más populares durante los ocho días de vacaciones conocidos como la Semana Dorada, a comienzos de octubre. Con la pandemia de covid dada prácticamente por superada, en los primeros cuatro días de estas vacaciones, 425 millones de turistas chinos se han animado a viajar dentro del país, según las cifras del Gobierno.
Diez meses después de que se detectaran los primeros casos de la pandemia en Wuhan (centro de China), este país no declara oficialmente nuevos casos de contagio local desde el 15 de agosto. Las restricciones a los viajes dentro del territorio son cosa del pasado: ya no es necesario guardar cuarentena tras desplazamientos internos, el veto a los viajes en grupo se eliminó este verano y solo persisten los controles de temperatura. Los medios estatales han dedicado amplio espacio a cubrir el éxodo vacacional como otra prueba más de que China ha derrotado al coronavirus y el turismo interno vuelve a ser seguro.
Tras los meses de incertidumbre, los ciudadanos han optado por darse un respiro. Atracciones populares como la Ciudad Prohibida en Pekín o las cuevas de Mogao, en el noreste del país, habían agotado sus entradas desde antes del 1 de octubre, el día en que oficialmente han comenzado este año las ocho jornadas festivas, una más que el año pasado. Restaurantes u hoteles bien recomendados en las redes sociales se declaraban saturados.
“Mi novia y yo teníamos ganas de salir a ver otras cosas. Este ha sido un año complicado, ella trabajaba en una empresa de exportación e importación y se quedó sin trabajo en los primeros meses de la pandemia. Afortunadamente ya ha encontrado otro y estamos más tranquilos, podemos pensar en darnos algún capricho”, explica Hope, un administrativo de 24 años residente en Shenzhen, mientras admira los paisajes desde la colina del parque Hongshan, en la ciudad costera de Xiamen.
Cautela y temor a una segunda ola
Pero el respiro ha llegado con cautela. Aunque presentan un panorama muy diferente del de otros países plagados aún por el coronavirus, en esta semana de vacaciones en China los mares y montañas de gente no son aún los océanos ni los Himalayas de años anteriores. Algunos gobiernos locales han recomendado no viajar, especialmente a las familias con niños en edad escolar, por temor a que pudiera desatarse una segunda ola. Los 425 millones de viajeros se encuentran aún un 22% por debajo de las cifras de 2019. Es posible encontrar habitación de hotel a precios razonables en algunas de las ciudades más turísticas, incluida la propia Pekín.
El monto de dinero utilizado también apunta a la precaución de los consumidores. En total, en los primeros cuatro días de las vacaciones los turistas generaron unos ingresos para el sector de 46.000 millones de dólares, un 30% menos que el año pasado. Por persona, el gasto fue un 12% inferior al mismo periodo de 2019.
En parte, el gasto menos rumboso puede atribuirse a la ausencia de viajes al extranjero. Las clases más acomodadas chinas, que aprovechan esos días de vacaciones para salir fuera del país y que suelen dedicar fuertes sumas de dinero a las compras, se han quedado este año en China. Les echan para atrás las altas cifras de contagios en otros países, la escasez de vuelos y los catorce días de cuarentena al regreso, obligatoria para todo aquel procedente del extranjero.
Y en parte, los dispendios más reducidos pueden deberse a la incertidumbre hacia el futuro. Aunque China es la única de las economías del G20 que crecerá este año, según los cálculos del FMI, tras el hundimiento de los primeros meses de la pandemia la recuperación está descompensada. Se apoya mucho más en la actividad industrial y el gasto público que en el consumo.
A finales de este mes, los líderes del Partido Comunista se reunirán en Pekín para pergeñar las bases del próximo plan quinquenal, la hoja de ruta de la economía china entre 2021 y 2025. Uno de sus pilares será la “circulación dual”, dirigir la economía al consumo interno para blindarla ante posibles contracciones de la demanda exterior y tensiones en las relaciones con otros países, principalmente Estados Unidos.
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