La violación y asesinato de un niño enfrenta a Marruecos a la normalización de la pederastia

Intelectuales y asociaciones critican la pasividad y connivencia de una población acostumbrada a los abusos de menores

Un niño en una calle de la medina de Larache, en octubre de 2019.Raquel Maria Carbonell Pagola (LightRocket via Getty Images)

El pequeño Adnane, de 11 años, desapareció en Tánger el lunes 7 de septiembre. Las redes sociales ayudaron a alertar a la sociedad y a extender su búsqueda. Las cámaras de las tiendas lo grabaron en la calle junto a un hombre con gafas. Finalmente, su cadáver apareció cuatro días después cerca de su casa. Había sido violado y asesinado el primer día de su secuestro. El supuesto homicida era un trabajador de 24 años que habitaba a 20 metros de Adnane, nombre que en árabe significa paraíso.

El caso ha provocado un aluvión de firmas que solicitan la aplicación de la pena de muerte, vigente...

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El pequeño Adnane, de 11 años, desapareció en Tánger el lunes 7 de septiembre. Las redes sociales ayudaron a alertar a la sociedad y a extender su búsqueda. Las cámaras de las tiendas lo grabaron en la calle junto a un hombre con gafas. Finalmente, su cadáver apareció cuatro días después cerca de su casa. Había sido violado y asesinado el primer día de su secuestro. El supuesto homicida era un trabajador de 24 años que habitaba a 20 metros de Adnane, nombre que en árabe significa paraíso.

El caso ha provocado un aluvión de firmas que solicitan la aplicación de la pena de muerte, vigente en Marruecos, aunque la última vez que se ejecutó fue en 1993. Varios intelectuales y asociaciones humanitarias señalan, sin embargo, que el caso de Adnane no es más que la punta de un iceberg. Que la sociedad está acostumbrada a vivir con esta perversión atroz.

El escritor marroquí Abdelá Taia, nacido en 1973 en un barrio pobre de la ciudad de Salé, vecina de Rabat, fue en su día el primer intelectual marroquí en salir del armario. Y ahora es el que más claro denuncia la pasividad y connivencia de muchos compatriotas respecto a la pederastia. En varios medios marroquíes, Taia publicó una tribuna donde señala:

“La verdad es algo insoportable para todos nosotros. Pasamos nuestro tiempo buscándola y una vez que estamos delante de ella, tenemos miedo. Y, a menudo, la solución más obvia es apartar la mirada. Inventar otra mentira. Encontrar el chivo expiatorio. Y, en una solidaridad ficticia, lo linchan. Le hacemos llevar todos nuestros crímenes y todas nuestras cobardías, todas las disfunciones del Estado y todas las hipocresías de la sociedad”.

Taia, residente en París, cuenta que él mismo sufrió abusos cuando era pequeño. “Casi todo el mundo pasaba por encima de mí. El barrio (el mundo, el poder) había conseguido transformarme en una pequeña cosa sexual de la que todo el mundo podía servirse. Impunemente. A la vista de todo el mundo. Durante años. (…) Me pregunto cómo es que no me han matado a mí también. Yo soy el pequeño Adnane. Todos somos el pequeño Adnane. Caídos en un círculo vicioso. Reproducimos sobre el otro el mal que nos han hecho. Es tan simple como eso”.

“Todos los marroquíes que yo conozco”, sostiene Taia, “han sufrido agresiones sexuales cuando eran pequeños. (…) Todo el mundo está traumatizado en Marruecos. Y, desgraciadamente, cada día hay decenas y decenas de pequeños Adnanes”.

Aziz Rhali, presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), asegura que esta organización recibe cada día reclamaciones y quejas de padres por la desaparición y violaciones de sus hijos. Su colega en la asociación, Khadija Ryadi insiste en que esta violencia sexual contra los niños se está multiplicando. “Es necesario emprender estudios serios para identificar las causas. Pero se sabe ya que hay agresores de niños que a su vez han sido víctimas de agresiones sexuales. Y no tuvieron nunca ningún seguimiento psicológico ni acompañamiento que pudiera ayudarles a salir sin demasiadas secuelas”.

“La justicia”, añadió Ryadi, “tampoco protege a los niños, porque los pederastas son juzgados con penas irrisorias. Y algunos reinciden después de dejar la prisión. Cuando se trata de personalidades conocidas incluso consiguen abandonar el país”.

En la memoria colectiva de Marruecos no se ha borrado aún el nombre del pederasta español Daniel Galván, quien fue de forma errónea indultado por el rey Mohamed VI en 2013, tras haber violado a 11 niños y haber sido condenado a 30 años. Aquel indulto provocó manifestaciones en el país y el rey, de forma inédita, se vio obligado a revocarlo, pero Galván se encontraba ya en España.

La fiscalía contó en 2017 un total de 5.998 casos de violencia contra menores. Al año siguiente la cifra ascendía a 6.702. No obstante, la creencia más extendida es que son pocos los casos de violaciones en Marruecos que terminan plasmándose en denuncias judiciales.

Actuar frente a la impunidad

Cada pocos meses sale el caso de un pederasta que se libra de la cárcel en Marruecos. El último de ellos ha sido un turista kuwaití, acusado de abusar de una menor de 14 años. La prensa local señaló que los padres de la niña retiraron la denuncia después de que el turista les diera la suma de 950.000 dirhams (88.000 euros). La AMDH insiste en que la fiscalía debe actuar de oficio en estos casos para que el agresor no salga impune.

El sociólogo Abdessamad Dialmy escribió el 18 de septiembre una tribuna en el semanario Tel Quel donde explica que en Marruecos hay hombres que abusan de los niños porque las relaciones consentidas entre adultos, fuera del matrimonio, están prohibidas. Los niños, según esa tesis, presentan menos riesgos sociales, porque no tienen una virginidad que perder ni quedan embarazados.

“Cuán a menudo escuchamos que tal o cual hombre ‘ama’ a los niños, lo que implica que le gusta sodomizar a los niños”, escribe Dialmy. Lo decimos con una sonrisa de complicidad y comprensión. No había nada malo o serio en ello. El proverbio dice incluso que el niño solo aprende si pasa bajo el ‘vientre’ del maestro de la escuela coránica y del maestro artesano. Agredir sexualmente a niños varones sigue siendo una válvula de seguridad sexual más o menos estandarizada".

Khadija Ryadi lamenta que el caso de Adnane no haya servido para poner el foco sobre las razones del aumento de la violencia sexual contra los menores, sino que ha girado en torno a la pena de muerte.

Doce días después de la muerte de Adnane, fue encarcelado en Tánger un imam acusado de “atentar contra el pudor” de seis niñas. Uno más. Y el sábado 26 de septiembre apareció en una montaña de la provincia desértica de Uarzazat el cadáver de Naima, una niña de cinco años que había desaparecido hace más de un mes. La policía investiga aún las causas de esta muerte.

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