Sin equidad no hay éxito en salud pública
En las alertas sanitarias no se aborda la desigualdad en el acceso a los servicios sanitarios en el conjunto de sistemas del mundo.
La alerta sanitaria internacional por el nuevo coronavirus de Wuhan ofrece muchas dimensiones de análisis, entre las cuales prevalecen las relativas a su extensión, su letalidad o el impacto en la economía global. En las últimas tres décadas hemos asistido casi de manera constante a diversas alertas globales que han generado preocupación global y respuestas de gran intensidad por parte de los sistemas sanitarios y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al tiempo que una importante atenci...
La alerta sanitaria internacional por el nuevo coronavirus de Wuhan ofrece muchas dimensiones de análisis, entre las cuales prevalecen las relativas a su extensión, su letalidad o el impacto en la economía global. En las últimas tres décadas hemos asistido casi de manera constante a diversas alertas globales que han generado preocupación global y respuestas de gran intensidad por parte de los sistemas sanitarios y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al tiempo que una importante atención por parte de los medios de comunicación.
En todas las situaciones de esta naturaleza y, de forma especial, en las vinculadas a enfermedades infecciosas, hay un aspecto de importancia vital que raramente es abordado con la intensidad que merece. Me refiero al asunto de la desigualdad en la protección de la salud y en el acceso a los servicios sanitarios que caracteriza al conjunto de sistemas de salud en la actualidad en el mundo.
Es evidente que no se abordan con igual solvencia y efectividad las alertas sanitarias en países ricos que en países pobres. Incluso en el ámbito de territorios desarrollados como el de la Unión Europea no será igual la respuesta en unos países que en otros, dado el diferente grado de desarrollo y solvencia de sus sistemas públicos de salud y las escasas competencias de la Comisión Europea.
Es por eso que el reto de ser capaces de responder con criterios de equidad en este tipo de crisis y de alertas globales se convierte en un asunto prioritario; si revisamos el caso de la gripe A, una vez se pudo comprobar que la letalidad y el curso clínico no se correspondieron con los escenarios más preocupantes, pudo quedar una sensación generalizada de que la OMS y los Gobiernos podrían haber alarmado por encima de lo necesario. Esto es fácil afirmarlo de manera retrospectiva, pero esta levedad fue vital para que la opinión pública no pudiera apreciar con nitidez la desigualdad de la respuesta europea y mundial.
Ahora, con la alerta sanitaria internacional por la Covid-19 y si los datos de gravedad y letalidad no varían sobre los actuales, puede suceder igual, más allá de la ya palpable afectación en la economía global.
Pero ya entonces con la gripe A y ahora con la Covid-19, el objetivo de asegurar acceso a tratamientos antivirales o a vacunas eventualmente válidas se enfrenta con la debilidad de las instituciones para asegurar la equidad en el acceso. Algo especialmente preocupante para cuando en un futuro enfrentemos alertas sanitarias globales con grave impacto en la salud y con tasas de letalidad significativamente elevadas. Sin equidad no habrá éxito en las políticas de salud pública. Debemos tomar nota.
José Martínez Olmos es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y exsecretario general de Sanidad (2005-2011).