S MODA + Ballantine's

Por qué el whisky con ginger ale es el nuevo gin tonic

El nuevo combinado, con lima y menta, pisa fuerte para conquistar el afterwork. Su principal baza: la mezcla de sabores conocidos con otros más inusuales como el jengibre.

Ballantine's

Primero fue el Cosmopolitan, a la mayor gloria de Sarah Jessica y sus amigas en Sexo en Nueva York. Luego llegó el mojito, casi borrado del mapa por el gin tonic. Y como nada es eterno, ya pisa fuerte su digno sucesor en el reino de la mixología: el whisky con ginger ale. De su predecesor trae aprendidas dos lecciones. La primera, que las copas en vaso de tubo son una ordinariez y que los matices organolépticos se aprecian infinitamente mejor en una copa de balón. Además, que el ritual que envuelve la puesta en escena también suma puntos. Igual que no es lo mismo un cochinillo troceado a plata...

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Primero fue el Cosmopolitan, a la mayor gloria de Sarah Jessica y sus amigas en Sexo en Nueva York. Luego llegó el mojito, casi borrado del mapa por el gin tonic. Y como nada es eterno, ya pisa fuerte su digno sucesor en el reino de la mixología: el whisky con ginger ale. De su predecesor trae aprendidas dos lecciones. La primera, que las copas en vaso de tubo son una ordinariez y que los matices organolépticos se aprecian infinitamente mejor en una copa de balón. Además, que el ritual que envuelve la puesta en escena también suma puntos. Igual que no es lo mismo un cochinillo troceado a platazo limpio por Cándido que uno despiezado con prisas y a cuchillo, tampoco lo es verter en el vaso al buen tuntún todos los ingredientes que hacerlo con mimo y a su ritmo.

https://youtu.be/Y_rVfFQIU2g

Sí, un buen combinado es como la cocina de mamá: lleva su preparación y su tiempo. Algo así como una coreografía previa durante la cual el cliente disfruta con la vista (ese bartender que cuadra los movimientos limpios y que hace que agitar una coctelera o mondar un cítrico parezca un juego de niños) y el oído (el mágico tintineo de los hielos al golpear con el cristal) mientras se relame pensando en las intensas notas que van a llegar a su paladar. El whisky con ginger ale también cuenta con su propio baile sobre la barra, tal como describen desde Ballantine’s. La casa escocesa está poniendo toda la carne en el asador para dar a conocer este combinado que se desmarca del consumo habitual de este destilado.

Primero, se refresca la copa (siempre de tallo alto y boca ancha) con hielo. Luego se añade el whisky con un medidor (olvida lo de echarlo a chorro limpio de la botella, eso es para mezclar con refrescos de cola y aquí hablamos de otra liga). A continuación, llega el ginger ale. Entonces empieza el desfile donde la maestría del barman se la juega. Hay que mondar una lima y exprimir suavemente su jugo para aromatizar de forma muy sutil. Se mezcla y se añade la menta.

No hace falta ser un maestro de las mezclas para darse cuenta de que este advenimiento es un prodigio de cata que pide pista para aterrizar en el terraceo patrio, conquistar el afterwork y convertirse en el nuevo combinado it para primera copa de la noche. Toma nota: la frescura de la menta, la acidez de la lima, el punto ligeramente picante del jengibre a través del ginger ale y la amplitud melosa del whisky Ballantine’s, artífice de la idea. En pocas palabras, la alquimia perfecta para triunfar de cara al verano, en especial, por ese punto cítrico, refrescante y canalla.

La jugada busca encandilar a los apóstatas del gin tonic y a los que ya se han hartado de tanto enebro y buscan algo diferente. También a aquellos que no se conforman con una copa cualquiera, pero que huyen de la complejidad de los cócteles con demasiada floritura. Va directo a quienes esperan como agua de mayo esa quedada con amigos al salir del trabajo y antes de que caiga el sol, a ser posible en una animada terraza llena de caras guapas. Pero, por qué no, en casa de alguno del grupo, al caer el sol y en compañía de buena música. Para que no falte detalle, los escoceses hasta han creado una lista de Spotify. La radiografía de su destinatario señala a un consumidor exigente, joven, inquieto, deseoso de dejarse sorprender pero sin renunciar a los sabores de toda la vida. Tal vez sorprenda a los puristas del whisky, esos para quienes hasta echar hielo viene a ser como un sacrilegio. Y puede que apenas impacte a los incondicionales del whiscola a altas horas de la noche. Pero hay mercado para todos siempre que haya algo bueno por lo que brindar, buena compañía y espíritus abiertos a las nuevas sensaciones.

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