La escultora Carla Cascales: «No quiero que los ‘likes’ en redes sociales moldeen mi trabajo»
La joven, que trabajaba como diseñadora gráfica para Inditex, saltó al panorama artístico nacional hace tan solo dos años fusionando escultura y pintura con un proyecto que ya forma parte de la galería Tandem Collective en Los Ángeles. Aquí su historia.
Nos remontamos al 2015. Carla Cascales había estudiado publicidad y relaciones publicas cuando fue fichada por Oysho para trabajar como diseñadora gráfica, alcanzando así su objetivo: un puesto que le proporcionara estabilidad económica en una de las gigantes del sector. Pero, al contrario de lo que había idealizado a lo largo de los años, algo fallaba. “Tenía lo que siempre había soñado y no lograba estar bien. Me di cuenta que realmente no había escuchado lo que estaba en mi interior, ese fue el punto de inflexión”, confiesa.
Dicen que proyectar es la clave para alcanzar nuestros obje...
Nos remontamos al 2015. Carla Cascales había estudiado publicidad y relaciones publicas cuando fue fichada por Oysho para trabajar como diseñadora gráfica, alcanzando así su objetivo: un puesto que le proporcionara estabilidad económica en una de las gigantes del sector. Pero, al contrario de lo que había idealizado a lo largo de los años, algo fallaba. “Tenía lo que siempre había soñado y no lograba estar bien. Me di cuenta que realmente no había escuchado lo que estaba en mi interior, ese fue el punto de inflexión”, confiesa.
Dicen que proyectar es la clave para alcanzar nuestros objetivos y esa fue la premisa de la joven artista durante dos años hasta que la galería We Collect llamara a su puerta empujándole a su sueño: vivir del arte. “Decidí aplicar la formula “fake it until you make it” -fingir hasta que lo hagas- , es decir, trabajaba en mis obras con la misma dedicación que si tuviera una exposición programada”, señala Carla Cascales en una entrevista telefónica .
Así en 2016 cambió de rumbo. Emprendió su camino en el mundo del arte compaginándolo con su trabajo como diseñadora gráfica y montó un estudio en un espacio en el que años atrás su padre trabajaba como arquitecto de maquetas. “Los inicios fueron duros, combinaba encargos como freelance que hacía por las tardes para poder sobrevivir económicamente con mi obra artística a la que dedicaba las mañanas. No tenia representación en galería. Empecé a catalogar las obras ordenadamente, les hacia fotos, las compartía en redes sociales, tenia una web con todas las piezas…”, detalla. Tras dos años de trabajo intenso y “muy precarios” llegó el gran salto en 2018 cuando la galería We Collect (Madrid) contactó con ella proponiéndole una exposición individual de escultura. “En mi mente y en mi rutina ya estaba todo listo para aquel momento, llevaba toda la vida esperándolo”, nos cuenta. La exposición se saldó con todas las piezas vendidas y con la posibilidad de que su obra cruzara el charco. “Se pusieron en contacto conmigo desde Tapan Collective, una galería de los Ángeles. Desde entonces no he dejado de trabajar con ellos”, recuerda con ilusión.
El denominador común en cualquiera de sus piezas es el carácter natural de los materiales que utiliza. “Todas mis obras están compuestas por materiales naturales: piedra, madera, metales, cristal… Me fascinan sus imperfecciones y evolución a lo largo del tiempo”. Una especie de “arte sostenible” que proviene de la naturaleza e ideado para volver a formar parte de ella algún día, y que nos empuja a tomar conciencia: aceptar el curso de la vida y el paso del tiempo. “Mi obra es una llamada a la autenticidad, a quitarnos todas esas capas de ornamento que acarreamos y a dejar fluir la esencia que nos hace ser quien somos. Es una llamada a sentirte parte del entorno y aceptar que en el ciclo natural existe una degradación por el paso del tiempo: mi objetivo es encontrar la belleza en esa degradación”, resume Carla.
A lo largo de su producción se inclina por la pintura y la escultura. “Me gusta la mezcla de disciplinas, aunque me fascina el volumen por como interactúa en el espacio. Una escultura es un cuerpo con el que compartir el entorno e incide en la percepción de las luces y las sombras”, aclara. Entre sus influencias, encontramos a escultores como Brancusi, Isamu Noguchi, Barbara Hepworth o Calder y a icónicas figuras del mundo de la pintura entre los que destaca a Matisse, Robert Motherwell o el español Fernando Zobel. También recalca la figura de la arquitectura en su proceso creativo –su padre tenía un estudio de maquetas de arquitectura y su madre trabajaba como interiorista -, “me inspira mucho la arquitectura, en particular la de Tadao Ando y Alvar Aalto“, añade.
El arte es ineludible a la cultura de una sociedad: algo de lo que todos bebemos y que en gran parte nos define sin ocasiones ser conscientes de ello. ¿Pero realmente se valora lo suficiente el trabajo del artista? La joven reclama la falta de apoyo a este sector tan necesario en el desarrollo de una sociedad. “Los artistas van a existir siempre porque no es algo que eliges, digamos que el arte te elige a ti. ¿Pero realmente queremos que los artistas vivan en la precariedad más absoluta? Una sociedad sin arte, sin música, sin cine, sin teatro, sin cultura… es una sociedad vacía, sin capacidad de pensar por ella misma, de emocionarse “, confiesa. Y recuerda como en otros puntos de Europa el paradigma cambia: “Hay países con una estructura de ayuda al arte muy fuerte como Holanda donde creen que la cultura de su país debe ser apoyada y subvencionada para que siga creciendo”, confiesa. De ahí la importancia de abrirse camino al otro lado de las fronteras: “la mayoría de mis proyectos son en Los Ángeles, Nueva York y Londres, donde los coleccionistas valoran mucho el trabajo del artista y el precio de las obras”, confiesa.
A lo largo de estos primeros años de desarrollo, las redes sociales se han convertido en su lanzadera: una galería permanente gracias a la cual “dar a conocer su obra a cualquier persona y conocer a otros artistas con los que surgen sinergias y proyectos”, apunta. Pero Cascales nos confiesa como la era digital y sus herramientas pueden provocar que Instagram y su algoritmo controlen tu trabajo artístico. “Corres el peligro de dejarte influenciar por la cantidad de likes que reciben tus obras, de priorizar publicar aquello que va a tener mas éxito y que la aceptación de los demás en redes moldee tu trabajo. Y eso no debería ocurrir nunca”, defiende.
Muy pronto va a estrenar un nuevo estudio en Barcelona junto a su hermana Marta, que toca el piano y es compositora. “La idea es crear un espacio en el que conectar diversos tipos de arte”, explica. La semilla de este nuevo proyecto germinó en plena pandemia de la covid-19, cuando por primera vez en tres años las hermanas se vieron obligadas a cambiar sus planes de los últimos veranos: acudir juntas a una residencia de arte. “Allí te instalas durante un tiempo a realizar un proyecto artístico y compartes espacio con artistas de diferentes disciplinas y partes del mundo”, resume la joven. Una experiencia más que inspiradora por la que las hermanas han visitado San Francisco, Florencia y Japón. Este nuevo proyecto, que verá la luz el próximo marzo, se llamará Where the light –en honor a la canción de Leonard Cohen There is a crack in everything, that’s how the light gests in– y persigue crear sinergias entre artistas de diferentes disciplinas. “Queríamos crear un ambiente abierto para el arte y la música, un showroom de mis obras, pero también un estudio de música con un piano acústico. Tenemos la intención de hacer proyectos fusionando música y escultura, pero sobretodo crear sinergias y conexiones entre artistas, cineastas, escritores o arquitectos”, concluye.