De cotilleos a vídeos sexuales: cómo actuar cuando alguien viola la intimidad de un compañero
Compartir un chisme puede ser gracioso en un momento puntual, pero casi siempre, en un contexto laboral, acarrea más problemas que beneficios y puede convertirse en una losa para quien los sufre.
Existen pocos entornos en los que no se produzcan chismes, rumores o cotilleos. Y el trabajo no iba a ser menos. Aunque la ciencia reconoce ciertos beneficios en el hecho de comentar algo “secreto” sobre terceros —nos divierte y ayuda a cohesionar el grupo— en un ambiente laboral puede generar situaciones muy injustas. Sobre todo, si se traspasa la línea del cotilleo simpático, y se dan comentarios dañinos o tóxicos que puedan afectar a la reputación de alguien. De hecho, tal ...
Existen pocos entornos en los que no se produzcan chismes, rumores o cotilleos. Y el trabajo no iba a ser menos. Aunque la ciencia reconoce ciertos beneficios en el hecho de comentar algo “secreto” sobre terceros —nos divierte y ayuda a cohesionar el grupo— en un ambiente laboral puede generar situaciones muy injustas. Sobre todo, si se traspasa la línea del cotilleo simpático, y se dan comentarios dañinos o tóxicos que puedan afectar a la reputación de alguien. De hecho, tal y como recuerda la serie de Netflix Intimidad, este tipo de situaciones pueden derivar en episodios de mobbing o acoso que tienen un impacto directo en la vida privada de las personas implicadas.
Enterarse de que tus compañeros hablan de ti o de tu vida personal a tus espaldas puede ser una situación bastante desagradable y no siempre fácil de resolver. Teniendo en cuenta que el trabajo es un sitio al que debes acudir varios días a la semana, dependiendo del asunto que de pie a los cotilleos, la situación se puede hacer muy cuesta arriba. Es España, por ejemplo, se han producido algunos casos muy graves que han terminado en tragedia, como el de la trabajadora de Iveco, víctima de la difusión de un vídeo sexual, que se suicidó tras estar sometida a la presión de las burlas de sus compañeros.
Tal y como explica la psicóloga Elena Olaiz, cuando toca enfrentarse a una situación de este tipo, “será esencial gestionar todas las emociones, pensamientos y sensaciones para que no afecten en la autoestima personal y profesional y, por lo tanto, evitar problemas en casa y no pagar con la familia el estrés y la ansiedad laboral”. Para conseguirlo, esta profesional propone soltar el dolor en un contexto seguro y, después, aprender a poner límites a las personas que consideremos: “Si necesitas ayuda pídela, no estás solo en esto. Hay que buscar ayuda y acompañamiento en el camino que se debe recorrer para afrontar el miedo, el dolor, la vulnerabilidad, la injusticia, etc.”
En general, la receta de los profesionales para frenar las habladurías en un contexto laboral pasa por ser asertivos y desmarcarse de esas dinámicas. Como explica Olaiz, aunque nos resulte violento, “cuando alguien emite un juicio y no nos gusta o no nos parece apropiado, hay que poner límites sin miedo para ser más felices y sentirnos seguros y realizados en el trabajo. Y, para ello, es necesario no participar en los cotilleos”.
Algunas compañías disponen de mecanismos anónimos para denunciar hechos de este tipo que estén afectando a la imagen de alguien. Esther González, directora del máster de Recursos Humanos de EAE Business School, señala que “una empresa que se tome este asunto en serio debería contar con figuras o comités imparciales que valoren si realmente se está dando una situación de hostigamiento, porque el acoso no puede salir gratis. Existen investigaciones y libros sobre el acoso en el trabajo que muestran que, muchas veces, empieza con cosas muy sutiles, de baja intensidad, que no se pueden contrastar o rebatir públicamente, pero que hay que poner en conocimiento de los managers o del departamento competente para ver si es un asunto que debe escalarse”. En ocasiones, resulta complicado identificar si estamos siendo objeto de mobbing y para ello existen organismos como Funaco (Fundación en Acción Contra el Acoso) que ayudan a distinguir qué comportamientos se consideran acoso y qué pautas deben seguirse si queremos denunciarlo legalmente.
En cualquier caso, como indica González, cuando afecta a lo laboral hay que tomárselo en serio, porque la información sesgada puede hacer mucho daño: “Hay que gente que va soltando información en pildoritas en forma de mentiras o medias verdades que van creando un poso muy peligroso. Si lo hacen muy a menudo y se les da pábulo, podemos estar dejando indefensa a una persona que, indirectamente, está siendo calumniada. El mayor valor intangible que tenemos las personas, al final, es nuestra reputación y con eso no se puede jugar”. La experta también indica que “si, a pesar de hablarlo con los superiores o el departamento de Recursos Humanos a través de los cauces establecidos, la situación no se reconduce y los responsables no hacen nada, quizás haya que plantearse cambiar de lugar”.
¿Cómo actuar cuando es el jefe el que cotillea?
Aunque lo habitual es que los chismorreos se den entre compañeros de trabajo, también puede ocurrir que sea alguien al mando el que promueva estas dinámicas y nos veamos, sin quererlo, en medio de un desagradable “fuego cruzado”. Antía, de 39 años, recuerda con estupor lo que le ocurrió a ella. “La situación más surrealista que he vivido nunca en una entrevista de trabajo se produjo precisamente por un cotilleo”, relata esta diseñadora gráfica. “Yo optaba a un puesto para moverme dentro de la misma empresa. Cuando acudí a la entrevista con el que iba a ser mi nuevo jefe y hablamos del departamento en el que estaba entonces, lo primero que hizo fue preguntarme por la nueva pareja de mi jefa, que era otro empleado. Me quedé noqueada y me pareció fatal que me pusiera en esa tesitura tan incómoda en ese contexto. También fue una forma rara de empezar la entrevista y ya no estuve cómoda. Me generó mucho rechazo la idea de trabajar para él”.
A la hora de enfrentarse a un superior con esta actitud, la psicóloga señala que no hay una única respuesta posible, ya que depende mucho de las necesidades de cada persona: “Hay personas que necesitarán restar importancia al chisme y centrarse en el trabajo, hay personas que querrán inmiscuirse en el chisme y hay personas que no se atreverán a decir lo que piensan por miedo a lo que pensará el jefe si no siguen el cotilleo”. Por ello, hay que trabajar para intentar alcanzar un equilibrio entre el deber y lo que nos hace sentir bien.
Para la experta en Recursos Humanos Esther González la principal interesada en frenar la rumorología debe ser la empresa: “En primer lugar, porque el ser humano está programado para pensar mal. Entonces, en cualquier contexto en el que haya una incertidumbre o un vacío de información, van a empezar las elucubraciones, las hipótesis, las murmuraciones”, indica. “Por tanto, en una empresa donde hay mucha transparencia y es el propio manager el que reconduce la situación, el cotilleo va a ser el justo. Es inevitable que haya alguna persona así, pero en una organización sana, en la que la información fluye de manera directa en todas las direcciones, lo que se tiene que hablar se habla a la cara”.