Por qué la moda Kawaii es algo más que una tendencia pasajera

Juguetes, colores pastel e indumentaria de cuento de hadas. Analizamos la tendencia que en Tumblr tiene más adeptos que Prada o Saint Laurent

Corbis

No hay traducción apropiada en castellano. El significado de lo kawaii tiene que ver con lo adorable, lo tierno, lo mono. Sin embargo, la implicación de estos conceptos en Occidente no tiene demasiado que ver con la importancia capital que cobran en la cultura japonesa. Allí la ternura es parte del entramado social. Sus múltiples manifestaciones, la moda entre ellas, no son una excepción, son (casi) la regla.

Kawaii es Hello Kitty, que levanta pasiones entre niños y adultos, hombres y mujeres. Kawaii también es Miffy, un conejo animado que decora las tarjet...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

No hay traducción apropiada en castellano. El significado de lo kawaii tiene que ver con lo adorable, lo tierno, lo mono. Sin embargo, la implicación de estos conceptos en Occidente no tiene demasiado que ver con la importancia capital que cobran en la cultura japonesa. Allí la ternura es parte del entramado social. Sus múltiples manifestaciones, la moda entre ellas, no son una excepción, son (casi) la regla.

Kawaii es Hello Kitty, que levanta pasiones entre niños y adultos, hombres y mujeres. Kawaii también es Miffy, un conejo animado que decora las tarjetas de crédito de algunos bancos. Y, Kawaii es Angelic Pretty, la marca de moda que, tal y como se describe en su tienda online, “comercializa ropa adorable cubierta de encaje, volantes y lazos como la que llevaban las princesas de los cuentos con los que soñabas cuando eras niña”. Según el informe anual de Tumblr, en 2014 ha sido más reblogueada que firmas mundialmente reconocidas como Prada o Saint Laurent. Parece que esta apología de lo cursi es algo más que una tendencia pasajera. Y un estilo que gana adeptos más allá de Japón.

Existen cientos de marcas, orientales y europeas, que basan sus propuestas en los colores pastel, el tul, las puntillas y los estampados con forma de ositos de peluche. También cientos de blogs y tutoriales que sirven de inspiración para los que quieran iniciarse en esta moda adorable. Sin embargo, definirlas como estilo kawaii es ser demasiado vago. Este término es perfectamente atribuible a muchas de las subculturas juveniles (y no tan juveniles) que pueblan Japón: del cosplay (o vestirse como un personaje, normalmente animado) a las lolitas, que mezclan manga, prendas naïf y moda victoriana. Su presencia en algunas zonas urbanas es tan acentuada que el Ministerio de Cultura nombró en 2009 a tres lolitas embajadoras de la cultura japonesa. Su peculiar forma de interpretar la cultura pop es, para el país, una de sus señas de identidad más exportables.

“Lo kawaii es un comportamiento. Un estilo de vida que tiene que ver con la identidad. Los rasgos estéticos son variables, pero lo kawaii es una cuestión más abstracta y produnda”, explica Raúl Sánchez-Serrano, que estudió en el país y ha escrito en diversos medios especializados en cultura japonesa. La importancia de los artificios demasiado azucarados viene de lejos. “Algunos estudiosos hablan de que esta cultura se inició con el libro Makura No Sôshi (El Libro de la Almohada), de la escritora Sei Shònagon, una especie de diario sobre los usos estéticos y de conducta en la corte japonesa del siglo X”, explica. “Otros consideran que su difusión definitiva llegó con la cultura shojo; el manga para chicas adolescentes”.

Angelic Pretty, una de las firmas más reblogueadas de Tumblr en 2014.

Angelic Pretty

“Aquí el culto a lo adorable siempre está presente, independientemente de la tendencia del momento”, contaba Kazuhiko Sato en una entrevista en Businessweek. Sato fue el director jede de Cawaii, una revista femenina que nació a finales de los 90 para condensar ese estilo de vida rendido al infantilismo y la ternura. Cerró en 2009, pero durante más de una década mantuvo una tirada de casi medio millón de ejemplares.

“Los fines de semana, los centros de las compras en Tokio son un mundo en el que los adultos han sido relegados. Como si hubieran limpiado las calles de gente que superara los treinta”, sentenciaba un extenso artículo del New Yorker dedicado a Harajuku, el distrito tokiota que condensa las nuevas manifestaciones subculturales. Atados durante siglos a la indumentaria tradicional, a las costumbres institucionales y al respeto al linaje familiar, el boom financiero (entre otros factores) ha hecho que las nuevas generaciones japonesas lleven una década rebelándose contra los estrictos códigos que rigen el estilo de vida de sus padres y abuelos.

Los japoneses no sólo son uno de los principales consumidores de moda del mundo: el consumo se concentra, además, entre los jóvenes. “Lo kawaii es una respuesta a la norma, y a su vez un símbolo de rebeldía que permite a los jóvenes oponerse a imperativos sociales como la responsabilidad, la obligación o el trabajo”, explica Raúl. “Es la inmadurez como oposición a la madurez, la imaginación como forma de liberación frente a las restricciones de la edad adulta”.

Sin embargo, el llevar un peluche como accesorio, zapatos de color pastel, coletas y lazos, o customizar los uniformes escolares, no sólo ejemplifica el cambio de valores, también encierra paradojas presentes en una cultura en transición. “Se postula como algo subversivo, pero entraña una actitud angelical, inocente e inmadura bastante acrítica. Fomenta una idea de feminidad que tiene poco que ver con el empoderamiento. Es restrictiva y normativa”, apunta Raúl. Aunque hay hombres kawaii, lo cierto es que el equivalente masculino a esta noción es el kakkoii, o lo que es mismo, el hombre atractivo, guapo en el sentido más clásico de la palabra. Ellas cultivan la niñez (en algunos casos, sexualizada), ellos la masculinidad.

Corbis

En cualquier caso, la maquinaria comercial que se ha generado en torno al kawaii ha traspasado fronteras. El ejemplo de Angelic Pretty ilustra perfectamente las dos corrientes que circulan paralelas (sin tocarse) dentro de la industria de la apariencia. Por un lado están las marcas de pasarela, editorial y reseña mediática. Por otro, las enseñas que surgen al calor de manifestaciones juveniles y amplían el círculo hasta convertirse en símbolos con los que se identifican jóvenes de cualquier parte del planeta. Puede que kawaii no tenga traducción literal (porque no hay una cultura occidental que lo sustente), pero está claro que suma millones de adeptos.

Existen estudios académicos que analizan la difusión de este estilo de vida más allá de Japón. Algunos consideran que el país se ha enfocado en exportarlo como escaparate publicitario (y, en consecuencia, como impulsor de cientos de marcas locales), otros apuntan a que esta noción no está circunscrita a un contexto determinado, y se manifiesta, a su manera, en distintas partes del globo. Puede que haya una tendencia general hacia el bonitismo, la cursilería y la infantilización. Puede que ciertas culturas sean el caldo de cultivo para que esas modas eclosionen. Sea como sea, miles de chicas jóvenes prefieren a Hello Kitty que a Beyoncé, una mochila estampada con piruletas que un bolso de Prada. Y, más que una tendencia pasajera, se trata de un asunto sociológico complejo.

Archivado En