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Ocho restaurantes en los que probar todos los superalimentos

Açai, quinoa, chía, clorella, espirulina o maca: los superalimentos empiezan a poblar las cartas de los restaurantes de comida sana.

Fit Food (Madrid) La mayoría de los españoles suspenderían en un examen de desayunos saludables. Demasiados carbohidratos, cuando no dulces al estilo de los policías neoyorquinos que, según las películas, empiezan el día con café y donuts. En Fit Food, con cuatro establecimientos en Madrid (Serrano 98, Augusto Figueroa 28, Velázquez 39 y Génova 25), podemos cambiar esta tradición con bowls de açai, la fruta que proporciona tanta energía a los brasileños y que se complementa con semillas, granola, plátano, cereales o frutos secos. Aquí hay infinidad de zumos que mezclan frutas y verduras (la última tendencia en alimentación es beber las verduras y comerse las frutas) con propiedades detox, y que mucha gente utiliza para sustituir a las comidas sólidas. La espirulina y la clorella (dos algas con muchas proteínas, vitaminas y minerales) en polvo, están también presentes en muchos de ellos. Las ensaladas varían según el día, pero la quínoa y el aguacate son componentes frecuentes.
Honest Greens (Madrid) Comer un plato único y equilibrado en un cuenco, con sus variedades de poke hawaiano o buddha bowl, no solo es bueno para nuestra salud sino para nuestra cuenta de Instagram, ya que esta asiática forma de lunch arrasa en redes sociales. Honest Greens, con varios restaurantes en la capital, es una marca de referencia para los amantes de la comida sana en todas sus versiones: veganos, paleos, gluten-free o realfooders (los que evitan los ultraprocesados). La filosofía de este plato consiste en combinar distintos tipos de ensalada con una proteína a elegir (carne, pescado, tofu o falafel) y varias guarniciones (humus, boniato, arroz, quínoa…). En el templo de la comida saludable no podían faltar los superalimentos como el shiitake (una seta comestible proveniente de Asia con propiedades nutritivas y medicinales), el sésamo negro, el kale (la verdura más sana, según muchos. Prima hermana del brócoli, la coliflor y las coles de Bruselas) el açai, la chía, la maracuyá o el té matcha, entre otros. Eat good, feel good, do good, (algo así como ‘si comes bien harás el bien’) es su lema, cada vez más acorde con los nuevos descubrimientos científicos.
Maai (Barcelona)  Su dueña, Vicky, decidió dejar el gluten, el azúcar blanco y los lácteos por prescripción médica. Gracias a eso empezó a inventar nuevas recetas con otros ingredientes y, en diciembre de 2017, abrió este restaurante. En Maai se toman los ‘cereales prebióticos’; es decir, puestos en remojo 24 horas antes y cocidos de una manera especial, que propicia el desarrollo de bacterias beneficiosas para la flora intestinal. El restaurante, donde la mayor parte de los productos son integrales y ecológicos, abre solo hasta las 17:00 y ofrece desayunos y comidas. Hay un menú del día, por 11,50 euros, que incluye crema de verduras, plato saludable y agua aromatizada. Una bebida digestiva que hacen en la casa y que puede llevar limón, cúrcuma o jengibre, entre otros ingredientes. Los germinados, el açai, las algas o la quínoa, entre otros superalimentos, son también frecuentes es la carta de Maai.
Botànic (Palma) El restaurante forma parte del exquisito hotel Can Bordoy, que abrió el pasado diciembre y que se ubica en un edificio del siglo XVI, antigua escuela infantil que cuenta con el jardín privado más grande del centro de Palma. Como el hotel, en el restaurante Botànic la decoración nos lleva al pasado, a una casa señorial mallorquina, donde el tiempo transcurría lento y sosegado entre piezas de anticuario, como las sillas Luis XIV del comedor. Andrés Benítez, el cocinero, hace lo que él llama una “cocina honesta, donde todo gira en torno a las verduras. Huimos de los alimentos ultraprocesados y los azúcares y preferimos lo local y de temporada”. La cocina, abierta todo el día, permite tomar cualquier cosa a cualquier hora. Los superalimentos están presentes en el desayuno, en sus ‘boles saludables’ de kéfir, porridge (avena) o chía; en sus ‘combos’ (platos únicos al estilo del buddha bowl) y hasta en los postres, con su crepe de trigo sarraceno, su chía con leche de almendra o su tarta y helado de queso con láminas de pera en almíbar de kombucha (una bebida fermentada, obtenida a partir de varias bacterias y levaduras). Sin olvidarse de sus vinos ecológicos, biodinámicos y bajos en sulfuroso, de bodegas como la mallorquina Selva Vins. Todo en Botànic es hermoso, sano, natural y hace referencia al pasado o al futuro. El presente se desvanece, como cuando vemos una buena película o leemos un gran libro.
Oslo (Valencia) Los creadores de este restaurante, del Grupo Copenhagen, que cuenta con otros dos más en la misma ciudad (Malmo y Copenhagen), partieron de la idea de hacer un lugar que rompiera los tópicos sobre la cocina sana. A saber, que es muy aburrida e insípida y que se saborea en locales de estética poco glamurosa. El restaurante Oslo fue definido por la revista AD como de “estilo nórdico valenciano”, ya que combina elementos de la decoración escandinava en un edificio modernista de 1850. “Los superalimentos están siempre presentes en nuestra carta. No por moda, sino porque nosotros los llevamos utilizando desde siempre por sus propiedades nutritivas”, cuenta Olga Vázquez, una de las dueñas. Los platos estrella son la ensaladilla Oslo, con quínoa y semillas de chía; humus de altramuz (una legumbre con muchas proteínas), paté de shiitake, ensalada de algas, bombones de chocolate de algarroba o tarta de queso y té matcha. Si estas exquisiteces no convencen a los partidarios del filete con patatas de toda la vida, es que es mejor darlos por perdidos.
Amodo (Vigo) Orgánico y sin gluten, el restaurante gallego ofrece platos donde las patatas se cambian por mijo, chía, quínoa o amaranto, y donde la hogaza de maíz se sustituye por pan elaborado en el propio establecimiento, a partir de trigo sarraceno o harinas de teff (un cereal africano, con un bajo contenido en hidratos de carbono y buenas proporciones de calcio, hierro y fibra). La ternera con mijo o el arroz de rape con algas son dos de las exquisiteces verdes de Amodo, que es también tienda de verduras y comida eco y elabora sus propias bebidas vegetales: de almendra y anacardo. Los vinos son ecológicos y sin sulfatos y la cerveza no lleva gluten. Cuentan también con un menú del día por 13,50 euros. 
La Camelia (Bilbao) Este restaurante vegano y ecológico rinde culto a la gastronomía japonesa ecológica y biológica. Abstenerse los amantes de las proteínas animales, ya que pasarán hambre y frío.En su lugar, sin embargo, se puede encontrar sushi bio vegetal, sopa de miso, ensalada de algas, y una de las novedades con mayor acogida, los untables de La Camelia, recetas propias de diferentes patés de humus, miso o algas. Hay también sandwiches de tempé (proteína vegetal), tofu o seitán, con una receta muy especial de salsa de umebosi (la ciruela japonesa). La última incorporación a la carta, que está siendo un gran éxito, es la vegan burger.   Las bebidas no escapan a la ideología eco con vinos, vermús, refrescos y hasta cócteles.
Siete Semillas (Málaga)  Todo lo que se come en Siete Semillas es 100% ecológico y, siempre que sea posible, de kilómetro cero. El gluten es un producto a evitar o, al menos, aquí gustan de dar alternativas a los que no puedan o no quieran ingerir esta sustancia. La carta incluye también carnes y pescados, aunque siempre con la etiqueta eco. Cada temporada los platos cambian en función del producto local pero algunas de sus propuestas con superalimentos son los crepes de trigo sarraceno, la ensalada de arroz rojo con boniato, aceite de coco y salsa de esprirulina o la ensalada de quínoa con aliño de algas. Las bebidas también siguen la filosofía del local. Aquí no hay Coca Cola ni Fanta, sino cervezas artesanas, vinos ecológicos y el kombucha, muy demandado por sus asiduos.