Para vender libros hay que mirar al pasado

Refugiarse en el pasado para enfrentarse al presente. Esa parece ser una de las respuestas del sector editorial ante la crisis coyuntural y estructural de la industria literaria..

D.R.

La casa de hojas es un libro complicado, maquetarlo fue un proceso duro. Este tipo de creaciones son tan singulares que imponen procesos de trabajo diferentes para los que no se disponen de referentes. Al final, salen gracias a un esfuerzo colectivo, en equipo, en el que todo se hace desde cero. En total, tardamos cuatro meses, sin contar la traducción”, explica Robert Juan-Cantavella, maquetador y escritor. La novela a la que se refiere es un paradigma del libro objeto. El libro de Mark Z. Danielewski vendió cientos de miles de copias en EE UU y las primeras ediciones se han llega...

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La casa de hojas es un libro complicado, maquetarlo fue un proceso duro. Este tipo de creaciones son tan singulares que imponen procesos de trabajo diferentes para los que no se disponen de referentes. Al final, salen gracias a un esfuerzo colectivo, en equipo, en el que todo se hace desde cero. En total, tardamos cuatro meses, sin contar la traducción”, explica Robert Juan-Cantavella, maquetador y escritor. La novela a la que se refiere es un paradigma del libro objeto. El libro de Mark Z. Danielewski vendió cientos de miles de copias en EE UU y las primeras ediciones se han llegado a vender por 3.000 dólares (2.217). Al paso que van podría suceder lo mismo en España.“Hemos publicado la segunda edición. El 21 de noviembre, día en el que salió a la venta, se agotaron todos los ejemplares, reimprimimos ese mismo día”, corrobora Ana S. Pareja, de la editorial Alpha Decay. A pesar de su éxito, pocos se han atrevido a publicar versiones en otros idiomas. De hecho, la española aterriza 13 años después que el original. La razón: es un desafío.“Muchos editores se desalentaron a la hora de traerlo a España porque maquetarlo es muy caro. Decidimos hacer una coedición junto a Pálido Fuego porque a ambos nos apasionaba el libro pero nos asustaba la gran inversión inicial. Hemos compartido los gastos y tareas”, explica Pareja.

La casa de hojas es un cúmulo de obras dentro de una novela de terror y amor, que encajan como en un juego de muñecas rusas. El argumento es tan enrevesado como su diseño: un grupo de editores nos entregan unos manuscritos recopilados por Johnny, un tatuador. El material, heredado de un anciano ciego (Zampanó), demuestra la existencia de varios documentales firmados por un fotoperiodista sobre un espacio oscuro que se expande y se contrae dentro de su domicilio. Este relato de terror cobra vida a través de varios formatos: artículos, monográficos y otros documentos en varias tipografías y colores. Parte de la historia tiene lugar en los pies de foto. “Está teniendo una acogida asombrosa entre lectores de diferentes edades… El libro objeto es perfecto y difícil de superar. El lector, pese a toda la nueva tecnología, todavía no está preparado para abandonar su relación convencional con el papel”.

La Casa de hojas mezcla varios formatos.

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No es el único ejemplo actual. J. J. Abrams, el rey de la galaxia (el director de Star Trek y de la futura trilogía de la Guerra de las Galaxia) lanzaba hace dos semanas S, un experimento del que se descubrieron unos teasers en YouTube el pasado agosto. El realizador tuvo engañados a sus fans durante meses. S no es una película ni una serie de televisión. Es un experimento literario. Esta novela, donde caben postales, fotos, mapas o telegramas, está vertebrada en torno a un relato principal: la traducción de Ship of Theseus de VM Straka, un autor inventado por Abrams. Ship of Theseus está editado por un estudioso, FX Caldeira. Jen Heyward, una universitaria, encuentra el libro en la biblioteca donde trabaja como asistente. La obra no debería estar en sus estanterías, no figura en ningún registro. Eric, un fan de Straka (nadie sabe si este escritor está vivo o muerto), encuentra el libro en la biblioteca y los dos empiezan a comentarlo en los márgenes. Y van dejando cosas: servilletas, entradas… S compendia eso y más.

Lejos de ser 2666 (el misterio en torno a Straka recuerda y mucho a la obra maestra de Roberto Bolaño), el libro no está mal. Por cierto, no lo ha escrito Abrams solo: Doug Dorst, novelista. Las hazañas formales se deben al estudio de diseño neoyorquino Melcher Media.

Tal vez no se trate de un boom del libro objeto. Pero está claro que el abaratamiento de los costes ha disparado el número de lanzamientos de este tipo.“La tecnología ha facilitado el proceso. Los programas de maquetación actuales (In Design) son más potentes y permiten mayores sutilezas que los de hace diez años (QuarkXPress)”, opina Cantavella. 

La Primera Guerra Mundial en viñetas.

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Los tapices medievales, en los que se pintaba capítulos históricos, son la inspiración de The Great War, lo último del novelista gráfico y periodista Joe Sacco. El cómic trata sobre uno de los capítulos más sangrientos de la historia: el primer día de la batalla del Somme (1916), en la que resultaron heridos 60.000 soldados. La presentación no tiene desperdicio: un desplegable de más de siete metros inspirado en el famoso tapiz de la reina Matilde del siglo XIV. 

Para piruetas técnicas la de Tree of Codes (Árbol de códigos), toda una inspiración para experimentos actuales. El escritor Jonathan Safran Foer (Washington, 1977) homenajeó en 2010 uno de sus cuentos favoritos: La calle de cocodrilos de Bruno Schulz. La manera en la que lo hizo es bastante original: Safran Foer recortó y tejió una nueva historia con los términos del original. El resultado: 134 páginas agujereadas. Intertextualidad. Metatexto e intertexto en estado puro. Teniendo en cuenta la dificultad de su diseño, la traducción, si llega, se hará esperar.

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