Esquivar el menú de a bordo es más fácil de lo que parece

O cómo no comer pollo en un avión pudiendo comer sushi.

La escena se repite a diario a 10.000 metros de altitud. Una azafata acerca con esmero un menú vegetariano al del 20 C y otro sin gluten al del 12 A. A continuación, el rancho programado para el resto del pasaje. Todo lo más, una escueta pregunta: ¿pollo o pescado? Es inevitable sentir cierta envidia hacia ese pasajero que disfruta de un menú a su gusto. Y resulta curioso que a estas alturas de destreza en el rastreo de todas las posibilidades habidas y por haber en la compra de billetes aéreos ...

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La escena se repite a diario a 10.000 metros de altitud. Una azafata acerca con esmero un menú vegetariano al del 20 C y otro sin gluten al del 12 A. A continuación, el rancho programado para el resto del pasaje. Todo lo más, una escueta pregunta: ¿pollo o pescado? Es inevitable sentir cierta envidia hacia ese pasajero que disfruta de un menú a su gusto. Y resulta curioso que a estas alturas de destreza en el rastreo de todas las posibilidades habidas y por haber en la compra de billetes aéreos muchos aún desconozcan que comer casi a la carta en un avión es posible para cualquier pasajero. Basta con solicitarlo con unas 24-48 horas de antelación en la propia web de reserva o en el teléfono de atención al pasajero de la compañía.  Puede hacerse al reservar el billete o en otro momento, simplemente indicando el código de reserva. Y sin pagar recargos. En British Airways el 10% de los menús que se sirven al cabo del año son especiales y el menú asiático-vegetariano (nada de carne, pollo, pescado ni huevos) el más solicitado. Iberia y Lufthansa hasta afinan el dato: 196.513 menús especiales al año en la aerolínea española y alrededor de millón y medio en la alemana. El kosher es el que más salida tiene en Iberia mientras que en Lufthansa son los vegetarianos y el infantil.

Ni que decir tiene que esta opción solo es posible en los vuelos con menú incluido en el precio. Ya que uno se tira un montón de horas en el avión y no hay manera de elegir otro restaurante que lo que viene empaquetado en el carrito del catering al menos que no vaya contra nuestra salud o nuestros principios. Si en el billete no está incluido el menú da igual que seas vegetariano, alérgico o selenita, la cosa se reduce a dos sándwiches y algunos snacks de pago. La buena noticia es que seguro que será un vuelo corto y nadie se muere de hambre por no probar bocado en dos horas.

Esquivar el menú de a bordo es más fácil de lo que parece y no hay que dar explicaciones a nadie. La compañía aérea no es tu médico así que no va a indagar si realmente el pasajero necesita una dieta baja en grasas por problemas gastrointestinales o porque necesita entrar en un traje para la boda de su prima. Algunos viajeros lo hacen por motivos religiosos (comida kosher, musulmana, hindú o vegetariana jain). Otros por razones sanitarias, como la alergia al gluten, a la lactosa, a los frutos secos o la necesidad de una dieta blanda o baja en sodio. Pero también valen razones estéticas, como estar en plena operación biquini y preferir un menú a base de frutas y verduras antes que los raviolis con su bechamel. O de fe: pedir un menú vegetariano los viernes de Cuaresma para no comer carne. O porque sí, que por eso también hay menús de solo marisco.

Menú continental ofrecido por British Airways

British Airways

La lista de menús especiales suele ser bastante amplia aunque no siempre llega a ser personalizada. Desde British Airways señalan que “resulta muy difícil satisfacer necesidades tan específicas, por lo que no se aceptan, más que nada porque no se puede garantizar al 100% la entrega de estas peticiones tan específicas a toda la red”. En Swiss, en cambio, si por prescripción médica un pasajero requiere un menú diferente a “alguno de nuestros 17 menús pueden solicitar a la compañía una comida especial siempre con 5 días de antelación”. Como cuando se está sentado en un avión hay bastante poco que hacer uno suele fantasear con la comida, esa efímera tentación que va en una bandeja diminuta con recipientes aún más diminutos que una vez desarmados es imposible volver a montar sin que ocupe el doble de espacio. Sí, la comida del avión, la gula a 10.000 metros que se suele comer sin hambre pero que sirve para pasar el rato. Luego llegan las decepciones o la frustración al comprobar que el menú de tallarines con ternera de nuestro compañero de asiento tiene mejor pinta que nuestro insípido pollo con arroz. Por eso la holandesa KLM ofrece desde hace un año lo más parecido a un restaurante: un menú a la carta con 5 comidas diferentes que hay que solicitar con un mínimo de 48 horas de antelación y pagar entre 12 y 15 € extras. Entre los menús hay uno con sushi. Air France también lo tiene y ofrece hasta un menú Bio, con ingredientes procedentes de granjas ecológicas. Aquí hay que ser previsor y reservarlo con al menos dos meses de antelación.

Uno de los grandes dolores de cabeza de los padres cuando embarcan en un avión es cómo lograr que sus hijos no se conviertan en odiosos infantes descontrolados a mitad de vuelo capaces de logar que buena parte del pasaje invoque la figura de Herodes. Dosis ingentes de paciencia y juegos a bordo obran maravillas. En cuanto a la comida, las compañías disponen por lo general de comidas esterilizadas y potitos de frutas y verduras para bebés de hasta 2 años. En algunas, como KLM, no es necesario solicitarlas con antelación. En cuanto a los niños de más edad es preferible, por el bienestar del resto de pasajeros, que los padres deroguen por un día aquello de que “hay que comer de todo” y opten por solicitar con antelación un menú infantil. Estos suelen incluir alimentos fáciles de masticar y del gusto de los niños. Swiss especifica más aún: “Pasta con salsa de tomate, nuggets de pollo o platos similares”. Los niños los adoran. Y si ellos van felices, el resto del pasaje, también.

Para rematar cualquier menú a bordo, estos estupendos dulces que ofrece Swiss.

Swiss Airways

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