¿Es el cielo una sala VIP?
Las zonas exclusivas conquistan nuevos espacios: restaurantes, bancos o playas, pero la filosofía de los cotos de lujo visibles para todos en lugares comunes parece tener los días contados.
Existen lugares exclusivos, otros con menos pretensiones y algunos con vocación claramente popular, pero las zonas vip se perfilan como el equivalente en interiorismo a esos personajes de clase media que quieren subir a toda costa el escalafón social. No tienen medios pero simulan tenerlos, les falta clase y la alquilan con prendas y accesorios caros, no han leído libros, tan solo titulares. Sin embargo las zonas VIP encajan muy bien con la filosofía reinante del disfraz y del nada es lo que parece, por eso ...
Existen lugares exclusivos, otros con menos pretensiones y algunos con vocación claramente popular, pero las zonas vip se perfilan como el equivalente en interiorismo a esos personajes de clase media que quieren subir a toda costa el escalafón social. No tienen medios pero simulan tenerlos, les falta clase y la alquilan con prendas y accesorios caros, no han leído libros, tan solo titulares. Sin embargo las zonas VIP encajan muy bien con la filosofía reinante del disfraz y del nada es lo que parece, por eso conquistan nuevos ámbitos, aunque algunos ya pronostican que su fin está cerca.
De momento empiezan a aparecer en restaurantes y playas. En Barcelona, Mayura, un templo de la cocina india, dispone de zona vip, llamada La Cueva, donde el menú –70 € por persona- es diferente al resto del local. En EEUU y Reino Unido, si uno es miembro de un determinado club tiene acceso a determinadas zonas de algunas playas en las que solo pueden entrar las Very Important Persons. Webs como yourvacationdreams.us publicitan ya este tipo de servicios.
Sin embargo, muchos opinan que ser exclusivo donde uno no debería serlo, no es de buen gusto y a los únicos que puede satisfacer esta ilusión óptica y espacial es a los wannabes. Cayetano Carral, consejero delegado de Carral Asociados, empresa dedicada a la organización de eventos, no es muy partidario de las áreas vip, sino más bien de las zonas reservadas. “Son un quiero y no puedo, un escaparate y hay mucha ostentación en estas zonas. Normalmente, los que más las demandan no son precisamente los más ricos y poderosos, ellos suelen frecuentar los ambientes exclusivos y, seguramente por eso mismo, también gustan de aparcar la corbata, ponerse las zapatillas y compartir un espacio con gente corriente. El cliente que más disfruta estos espacios es el ciudadano de clase media que quiere simular un estilo de vida más ostentoso. Yo siempre he sido más partidario de las áreas reservadas. Si organizamos un evento de unos premios o algo a lo que pueden acudir famosos, está bien que tengan un lugar para estar más tranquilos, tener más intimidad y estar a salvo de la gente o los fans, que a veces pueden ser un poco pesados, pero no disponen de privilegios ni de trato especial”.
Woody Allen y Michael Jackson, juntos y de fiesta en Studio 54.
Getty
Curiosamente, las discotecas y los clubs nocturnos donde más éxito han tenido estos espacios con vocación aristocrática, son ahora los primeros que empiezan a cuestionarlos. El mítico Studio 54 de Nueva York que abrió sus puertas en abril de 1977, y que contaba ya con zona vip, creó un sistema magistral para elegir a los privilegiados que podían cruzar su puerta de entrada ideado por Steve Rubell, un personaje llamativo y abiertamente homosexual. Mezclaba a famosos con hermosos o excéntricos “don nadies”, que él mismo se encargaba de elegir en la puerta del local, confiando solo en su instinto. La máxima de Rubell se basaba en una cita de William Blake, el poeta y artista inglés, “el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. Si bien, la finalidad de este método no tenía ninguna base socialista ni de lucha de clases, y más bien respondía a una necesidad de proporcionar “carne fresca” a su clientela más selecta, lo cierto es que consiguió dar con la formula de la diversión. Se cuenta que el día de la inauguración Warren Beatty, Cher, Woody Allen y Frank Sinatra quisieron entrar pero fueron rechazados en la puerta.
“La misma receta que empleaba Studio 54, de elegir en la entrada a los clientes, se vuelve a utilizar hoy en los mejores clubs y discotecas de Nueva York y Londres”, apunta Cayetano Carral, “en las que el portero es el responsable y encargado de crear el ambiente. Es un método que siempre ha funcionado, mezclar gente diferente. Se puede decir que era el Facebook de la etapa pre tecnológica”.
En los principios de Pachá, en los años 70, primero en Sitges y luego en Ibiza, todavía no se había inventado esta fórmula y tal vez por eso, la discoteca llegó a ser legendaria. En sus pistas, sin clases ni barreras sociales, bailaban personajes de la nobleza europea, millonarios de la jet set que se acercaban en sus yates para ver lo que allí se estaba cociendo, it girls del momento, desertores de la guerra del Vietnam que se refugiaban en la isla con el beneplácito de sus padres, que le giraban mensualmente dinero al único banco del pueblo, o hippies sin más ambiciones que apurar a fondo el día y la noche. Hoy, sin embargo, el Pachá de Palma de Mallorca, cuenta con su zona vip con varios precios. La mesa más top, para ocho personas, requiere un desembolso mínimo de 3.000 €. Ana Duarte, portavoz de la empresa, cuenta que “Pachá vende entretenimiento y buen gusto e intentamos construir un producto de calidad, pero que sea accesible a todo el mundo. De hecho, la entrada normal cuesta de 15 a 20 € con consumición. Siempre hay clientes que quieren un trato algo especial o que prefieren estar en una zona donde puedan sentarse más tranquilos o tener más intimidad, pero luego siempre se juntan y acaban en la pista, bailando con todo el mundo. Esa mezcla que había antes sigue existiendo”.
Claro que si el dinero es el único ticket de acceso al área exclusiva, ¿quién nos garantiza, en la era del pelotazo, un mínimo nivel de distinción? Duarte reconoce que hay filtros y que pagar no siempre da derecho a entrar. “Si el aspirante a entrar en la zona vip no encaja con ciertos parámetros –educación, actitud, saber estar- no le permitimos el acceso. Puede ser un tema algo delicado, pero normalmente ponemos la excusa de que el aforo está completo y le pedimos disculpas”.
“Yo creo que las áreas vip en lugares destinados al entretenimiento tenderán a desaparecer y se volverá a recuperar un concepto más humano de los espacios”, comenta Cayetano Carral, “tal vez en algunos sitios tengan más sentido, como en los aeropuertos, ya que al viajar con una determinada línea aérea cada compañía elige como tratar a sus clientes, pero en lugares como un estadio de fútbol, no le veo mucho sentido”.
Imagen de una de las fiestas del hotel club Ushuaia Ibiza, con toda la zona vip acordonada y lista para su exclusiva selección.
Getty
A pesar de que para muchos, lo mejor de los partidos sea el ambiente del campo y el público en las gradas, la zona reservada del Real Madrid F.C. en el Santiago Bernabeu, -con precios que oscilan entre los 5.700 y los 19.000 € por temporada- ha tenido un rotundo éxito, lo mismo que el Vip Silver del F. C. Barcelona, que permite acceder a pequeñas habitaciones situadas en la fila cero, con servicios de catering frío y caliente. La modalidad Platinium incluye el acceso a la zona presidencial y el Lunch hospitality incorpora una comida en uno de los mejores restaurantes de la ciudad condal.
Las zonas vip de los aeropuertos parecen querer recobrar el glamour, que antes de la masificación de los viajes rodeaba a las líneas aéreas. La sala Vip Pau Casals del aeropuerto de El Prat ha recibido, este año, el premio a la mejor del mundo de manos del programa Priority Pass, que la ha reconocido por sus espacios para negocios, su diseño o su zona wellness con circuito termal y peluquería. Turkish Airlines estrenó el pasado año un nuevo lounge en el departamento de salidas del aeropuerto internacional de Atartuk, en Estambul, que se perfila como uno de los mejores del mundo con salas de descanso, bibliotecas, cine, restaurante, sala con piano… Todo en un espacio de diseño futurista, como de película de ciencia ficción.
Pero quienes rizan el rizo con el servicio ofrecido a su very important people son los bancos chinos, que parecen querer importar el sistema de castas de la India. No solo disponen de espacios y salas especiales para recibir a sus clientes más adinerados, sino que el trato exclusivo conlleva un montón de beneficios para los que se necesitan profesionales de todos los ámbitos, incluido el sexual. La lista es larga y contempla asesoramiento sobre inversiones, clases de golf, reservas con los mejores médicos especialistas del mundo, consejos para evitar a las cazafortunas –curiosamente, los cazafortunas no han llegado aún al país más poblado del mundo-, cursos para formar a los herederos de los negocios, consejos a las esposas para que sus maridos no sean engatusados por las pelanduscas de turno, recetas para mantener el matrimonio a flote y al esposo satisfecho, vuelos a la provincia de Yunnan para comprar té o el club de los futuros líderes. Aquí los niños de cero a tres años disfrutan de conciertos de música clásica y de clases sobre cultura china. Si, aunque no lo crean, en Vipilandia, los niños de tres años ya distinguen a Mozart de Wagner.