Manuel Solano: “Hasta ahora no he sabido no ser artista”

Basa su obra en sus vivencias y su memoria. Nació en Ciudad de México, en 2019 se mudó a Berlín y ahora muestra su ‘Egogénesis’ en la galería madrileña Travesía Cuatro

Solano con las nuevas obras en las que trabaja en su estudio berlinés.CORTESÍA DE LA ARTISTA

“Cuando empecé a estudiar se nos hacía sentir que la autoridad estaba por encima del arte y por encima de nuestra voluntad artística y de nuestra obra; antes de poner pintura sobre el lienzo teníamos que haber leído ciertos textos y teorizado, pensado muy bien qué era lo que íbamos a producir y por qué”, recuerda Manuel Solano (Ciudad de México, 37 años) al otro lado del teléfono. Habla desde Berlín, donde se instaló en 2019, pero rememora, con voz suave y pausada, sus inicios en la Universidad de las Américas Puebla. “Salí horrorizada de la primera clase de dibujo técnico, vi que no se me iba a permitir tener creatividad”, agrega. Decidió dejar Puebla para formarse en la Escuela Nacional La Esmeralda, en Ciudad de México. El contraste fue enorme: “Había mucha más experimentación, pero era completamente laxa, casi una anarquía. Perdí el temor a la autoridad, ese sentimiento de que tenía que apegarme a ciertas relaciones o a lo que dijeran ciertos discursos autoritarios en el arte”.

'Heliplaza (díptico)', 2021. Cortesía de la artista y Travesía Cuatro

Ese aprendizaje forjó su trabajo, una rebelión contra la seriedad y el canon que a la vez resulta subversiva, donde la cultura pop —de los centros comerciales a las letras de Radiohead, la figura de Cher o la de la actriz Fairuza Balk, de Jóvenes y brujas— ocupa un lugar central. “Esa actitud es uno de los motores de mi obra. Muchas veces no me doy ni cuenta”, admite, “es que nos componemos de las referencias que consumimos”. Y su pintura, su fotografía, sus vídeos, sus performances, versan, precisamente, sobre quién es Solano. “Me sentía un poco aislada del mundo, diferente. De niña, pensaba que venía de otro planeta”, reflexiona al recordar su infancia en Satélite, área residencial de los años cincuenta. “Mi necesidad de expresarme viene de ahí, por eso necesito comunicar quién soy y cómo soy. Me siento mejor ahora, siendo adulta, en mis treintas, y siendo mujer y artista... Me siento mucho menos indefensa, menos fuera de lugar”, explica.

'Carita de pez', 2022. Cortesía de la artista y Travesía Cuatro

Sus vivencias y su memoria son la base de su obra, que despuntó al ser seleccionada para la Trienal del New Museum en 2018, está en colecciones como la del Guggenheim de Nueva York y ha sido expuesta en Seúl, Miami o Londres. Porque su biografía atraviesa esas creaciones: en 2014, tras perder la vista por complicaciones del VIH, creó la serie Blind Transgender with Aids (Ciega transgénero con sida), que obviaba los tabúes desde su propio título: “Si bien hay gente que hace arte mucho más contestatario y protesta como tal, activista, yo no me he volcado de lleno en eso. Pero, definitivamente, no puedo evitar que esa declaración salga a través de la obra. No lo podría evitar, al igual que no puedo evitar expresarme... Hasta ahora no he sabido no ser artista”. Egogénesis, la exposición que, coincidiendo con Arco, ha inaugurado en la galería madrileña Travesía Cuatro, ahonda en su autoexploración. “Parte de una experiencia psicodélica que tuve”, apunta, “la gente dice que vives la muerte del ego, pero para mí fue al revés, muy reafirmante, me vi claramente como mujer trans, fue un nacimiento del ego”.

La artista, trabajando en una de sus obras.CORTESÍA DE LA ARTISTA

Desde que se instaló en Berlín se siente cómoda y contenta: “El grado de aceptación social que tengo acá no lo había sentido antes, me ha sanado muchísimo. Hubo un momento en el que pensaba que nunca más iba a enseñar la piel, porque estoy llena de cicatrices, aunque ahora casi nadie se fija; son las mismas, pero ya nadie me habla de ellas. Puedo ir sola a una fiesta y sentirme tranquila. Sobre todo, podría decirse, sentirme igual, y eso ha sido muy liberador, nutritivo”. Hace que se reafirme y busque nuevos horizontes. “La dirección que está tomando el mundo es aterradora, pero en ningún momento voy a sentir que estoy loca. Esta soy yo y estoy bien”, subraya. Quiere seguir creando y mostrándose al hacerlo, sin volver a sentirse fuera de lugar: “Me gustaría inspirar a la gente. A la gente como yo, obviamente, pero también a la que no es como yo. Mostrarle a los que piensan distinto a mí que no somos tan diferentes, que todo es mejor si nos queremos y si nos conocemos”.

Detalle de su proceso de trabajo: aplica la pintura directamente con las manos y utiliza guías tras perder la vista en 2014.CORTESÍA DE LA ARTISTA

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