De Louise Bourgeois a Henri Matisse: arte en la muñeca dentro y fuera del museo
Swatch Art Journey desembarca en la Tate Gallery de Londres con siete relojes inspirados en obras de la institución
Henri Matisse tenía 84 años y estaba postrado en la cama cuando creó una de las obras más conocidas de su última etapa, The Snail. Ese caracol de colorines imaginado por el artista francés en 1953 fue adquirido por la Tate Gallery de Londres en 1962 y se codea con obras de Sonia Delaunay o Yves Klein en una de las salas de la Tate Modern. El cuadro, de gran formato, está hecho utilizando la técnica del collage: Matisse, que murió solo un año después de crearlo, no podía ejecutar sus obras,...
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Henri Matisse tenía 84 años y estaba postrado en la cama cuando creó una de las obras más conocidas de su última etapa, The Snail. Ese caracol de colorines imaginado por el artista francés en 1953 fue adquirido por la Tate Gallery de Londres en 1962 y se codea con obras de Sonia Delaunay o Yves Klein en una de las salas de la Tate Modern. El cuadro, de gran formato, está hecho utilizando la técnica del collage: Matisse, que murió solo un año después de crearlo, no podía ejecutar sus obras, pero indicaba a sus asistentes cómo colocar las piezas coloreadas. Cuenta una de las guías de la institución que es una obra que siempre emociona a los visitantes y empuja a muchos niños a experimentar con el arte, a interesarse por los procesos creativos. Ahora también podrá salir del museo para lucirse en la muñeca, porque forma parte de la última entrega de Swatch Art Journey, iniciativa que por primera vez se ha realizado en colaboración con un centro de arte británico. Los siete relojes creados por la firma suiza basados en obras de la Tate Gallery representan a distintos artistas y distintos estilos, pero con un único objetivo, según ha destacado durante la presentación en Londres de la iniciativa Carlo Giordanetti, CEO del Swatch Art Peace Hotel de Shanghái: “Acercar el arte a la gente”.
“Este museo abrió hace 24 años y cinco millones de personas lo visitan cada año. Todo el mundo recuerda la primera vez que pisó su entrada, la Sala de Turbinas”, indica la gerente de la Tate Gallery, Carmel Allen, apelando al pasado del museo, que nació como una central eléctrica a orillas del Támesis, llamada Bankside, para subrayar el objetivo de su institución de democratizar el arte: “Queremos seguir generando energía con la gente, potenciar la creatividad con el arte, por eso ahora unimos arte y tiempo”. La institución se reivindica como punto de encuentro y de intercambio entre generaciones. Y, en ese contexto, experiencias como el programa Tate Modern Lates, que abre el recinto los viernes hasta el anochecer con sesiones de dj y actividades, cobran importancia, según destaca Allen. Su objetivo, recalca, es “hacer el arte más accesible”. Y ese fue precisamente uno de los puntos que atrajeron a la compañía relojera, explica Giordanetti: “La Tate tiene distintas sedes, Modern, Britain, St. Ives, Liverpool... Es un centro interesante porque han decidido que una de sus misiones sea ser un museo muy abierto, un lugar donde la gente se reúne para disfrutar del arte”.
“El arte siempre ha sido un pilar de nuestra marca”, destacó Alain Villard, CEO de Swatch, durante la presentación en la décima planta de la Tate Modern de este nuevo viaje dentro del mundo del arte de la firma, que se ha completado por primera vez en Londres con una experiencia inmersiva abierta al público en el espacio cultural 180 Studios. La iniciativa Swatch Art Journey nació en 2018 con una colaboración con el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Thyssen de Madrid y no ha dejado de crecer en los últimos años, involucrando a centros como el MoMA de Nueva York, el Louvre de París o la Galería de los Uffizi de Florencia. “Se ha dado un gran cambio en cómo los museos se autoperciben y son percibidos por el público”, asegura Giordanetti, “y por eso nos sentimos cómodos trabajando con ellos, ya no se siente una distancia con la gente, crean programas, están interesados en unir a las personas con el arte”. Es una forma, también, de llegar a las nuevas generaciones. “Se trata de quitar el drama. Ves una pintura de Chagall o de Matisse, como The Snail, cuyo valor es incalculable, y quieres que forme parte de tu vida, y ahora puedes llevarla de las paredes a tu muñeca gracias a estos relojes. Y creo que ese gesto de rebelión es algo que le puede gustar a la gente joven, la idea de llevar una obra de arte en tu muñeca es un gesto de rebeldía”, señala Giordanetti.
De esta colaboración con la Tate han surgido siete modelos de reloj, cada uno con una historia detrás. Los artistas seleccionados han sido Louise Bourgeois (Spirals, 2005), William Turner (The Scarlet Sunset, c. 1830-40), Joan Miró (Women and Bird in the Moonlight, 1949), Wilhelmina Barns-Graham (Orange and Red on Pink, 1991), Marc Chagall (The Blue Circus, 1950) y Fernand Léger (Two Women Holding Flowers, 1954). Elegirlos no resultó sencillo, admite Giordanetti, dado que en la colección de la Tate hay alrededor de 76.000 obras. “No llegamos a ver todas, hubiera sido una auténtica locura. Uno de nuestros criterios fue incluir artistas a partir de cuya obra nunca hubiéramos creado un reloj antes. Y también queríamos obras icónicas de la Tate, como el Matisse, que es una pieza que atrae a mucha gente al museo. Al ser con la Tate obviamente no podía faltar un Turner... Es un proceso complejo, porque hay que hablar con el museo, los herederos, las familias...”, precisa Giordanetti.
El CEO del Swatch Art Peace Hotel, donde cada año la firma ofrece residencias artísticas a creativos de distintas disciplinas, asegura que esas residencias le ayudan a estar en contacto con las nuevas corrientes en el mundo del arte. “Es un observatorio interesante en cierto modo, ves los distintos ritmos que tienen los diferentes artistas, cómo son sus procesos...”. También ha trabajado con artistas como Yoko Ono o Damien Hirst, que han creado piezas en colaboración con Swatch, y asegura que es un proceso completamente distinto el de trabajar con un museo: “El artista tiene completa libertad para expresar su punto de vista, crea una pieza nueva en un objeto pequeño, como un reloj, y les ayudamos a veces con los detalles, porque no resulta siempre fácil diseñar un reloj. Y con las instituciones hacemos más bien un papel de comisarios, elegimos las obras que queremos y las imaginamos como relojes, queremos que el reloj sea el lienzo sobre el que reinterpretamos esa pieza, es un reto para nosotros”. Estas colaboraciones de Swatch Art Journey llevan su tiempo: al menos dos años antes la firma comienza a hablar con la institución, ver los detalles del proyecto... En su equipo ya están imaginando el siguiente, aunque no desvela dónde llevará el próximo viaje artístico.