«Quise darle la vuelta a mi tragedia»: así ha logrado Patty Jenkins ser la directora de cine más taquillera y mejor pagada del mundo
Desde 2017, Jenkins se ha convertido en la primera mujer en ponerse al frente de una película de superhéroes (Wonder Woman 1984), en la primera en cobrar nueve millones de dólares por dirigir, en la cineasta con el estreno más taquillero de la historia y en una de las diez personas del año para la revista Time.
Ni las primeras imágenes de lo último de Marvel, ni los nuevos cuentos animados de Pixar, ni siquiera el mismísimo Will Smith entrando en un volcán en activo para National Geographic. Nada emocionó tanto como ella. En la casi imposible tarea de destacar en uno de los mayores ...
Ni las primeras imágenes de lo último de Marvel, ni los nuevos cuentos animados de Pixar, ni siquiera el mismísimo Will Smith entrando en un volcán en activo para National Geographic. Nada emocionó tanto como ella. En la casi imposible tarea de destacar en uno de los mayores torrentes de anuncios que se recuerdan, por obra y gracia del ratón Mickey, Patricia Lea Jenkins logró convertirse en la gran protagonista. Lo hizo desprendida de cualquier ápice de glamour y grandilocuencia, patinando sola por la pista de un aeródromo. “Me gusta la velocidad, moverme veloz, creo que porque soy la hija de un gran piloto de combate”, afirma la californiana en un vídeo emitido en el Día para Inversores 2020 de Disney, que la multinacional ha transformado en todo un evento audiovisual que impresionaría al mismísimo Steve Jobs. Lo primero que hacía cada mañana esa niña, que convirtió el diminutivo de Patty en su nombre artístico, era mirar arriba, esperando toparse con su padre y su escuadrón de cazas F-4 “rugiendo mientras surcaban los cielos”. La directora de cine de la esperadísima Wonder Woman 1984 tilda esos avistamientos, que cesaron cuando tenía siete años a causa de un fatal accidente aéreo, como los momentos más emocionantes que ha experimentado jamás. Y ha vivido unos cuantos porque, aunque su nombre siga mostrándose nebuloso en la cabeza del gran público, Patty Jenkins se ha acostumbrado a hacer historia en Hollywood.
A sus 49 años, la realizadora ha hecho gala de su pasión por la velocidad en su frenesí por alcanzar hitos históricos. Desde 2017, Jenkins se ha convertido en la primera mujer en ponerse al frente de una película de superhéroes, en la primera en dirigir una superproducción de más de cien millones de dólares, en la directora con el estreno más taquillero de la historia y en una de las diez personas del año para la revista Time. Para abordar la secuela, que llega a los cines españoles este 16 de diciembre, se ha asegurado el mayor salario jamás firmado por una directora de cine: 9 millones de dólares, hasta 30 veces más de lo que ganó por su anterior incursión en la franquicia. “Por supuesto que siempre estás pendiente del dinero, pero nunca me ha preocupado tanto como en este acuerdo. Era extremadamente consciente de que tenía que asegurarme de que fuera a ser pagada igual que mi equivalente masculino”, declaró a Variety la responsable de un filme que recaudó más de 800 millones.
Al menos mientras patina, Jenkins no parece aturdida por las siete cifras de un cheque sintomático de su posición de poder en la industria. Se muestra relajada incluso cuando desvela la motivación detrás de su próximo gran proyecto. “Cuando mi padre perdió la vida en acto de servicio a su país, encendió en mí el deseo de querer darle la vuelta a mi tragedia y hacer la mejor película de pilotos de combate de toda la historia”, manifiesta, asegurando que durante sus veinte años de carrera no ha podido dar con el proyecto adecuado para rendir el sentido homenaje. “Hasta ahora”, corrige, mientras se coloca un casco rebelde y se dirige a un X-Wing, una de las icónicas naves de Star Wars. La californiana dirigirá Rogue Squadron, una película centrada en los pilotos espaciales del universo creado por George Lucas, convirtiéndose así –alerta, nuevo hito– en la primera mujer en ponerse a los mandos de una película de la saga. “Como un verdadero admirador de su trabajo, es un honor contar con ella”, declaró el presidente de Disney, Robert Iger. “Nada puede ser más guay que esto”, tuiteó la directora Ava DuVernay. Hillary Clinton, otra de sus fans, la calificó como “fabulosa”.
Pese a su brillante currículo, Jenkins sigue siendo una directora semidesconocida por el gran público e infravalorada por los entendidos. Careciendo del lustre mediático de compañeros de género como Nolan, Whedon o Snyder y del halo de prestigio de directoras de perfil más ‘academicista’ como las Gerwig, Bigelow o Coppola. Belinda Luscombe, periodista de la revista Time, dice de ella que su estilo es más cercano al de una coach motivacional que al de una autora en el sentido más estricto del término. “Le encanta lo que haces, pero cree que puedes hacerlo un 20% mejor”, expone Luscombe. “Es una mujer increíble y una narradora admirable. También es una líder maravillosa que no tiene miedo a meterse en las trincheras”, sostiene la israelí convertida en superheroína, Gal Gadot.
Con el mayestático triunfo de Wonder Woman, Jenkins también ha tirado por tierra el prejuicio machista de que las películas de acción protagonizadas por mujeres no funcionaban en taquilla. Ella, cinéfila deslumbrada por el Superman de Christopher Reeve y la filmografía de Almodóvar, creció junto a su madre viuda y sus dos hermanas en San Francisco. Después cruzó el país para estudiar Bellas Artes en una universidad neoyorquina más conocida por sus ingenieros y arquitectos que por sus cineastas. Sin interés aparente por el séptimo arte, se matriculó buscando mejorar su conocimiento en fotografía y pintura, pero quedó prendada de la disciplina al apuntarse a un curso de cine experimental. Tras ejercer como operadora de cámara y directora de videoclips, el estreno de Monster supuso su entrada triunfal en la industria. Charlize Theron ganó el Oscar a la mejor actriz por su interpretación de Aileen Wuornos, una prostituta que murió ejecutada por el asesinato de siete hombres. Después llegaría una sequía en la gran pantalla de casi 15 años, centrada sobre todo en la televisión y en su vida privada. En 2007 se casó con el escritor y guionista Sam Sheridan, con quien comparte un hijo y forma equipo creativo en series como I Am The Night.
En una industria en la que la brecha salarial entre hombres y mujeres ronda el 45% solo en el caso de los intérpretes, y en el que directoras de taquillazos como Sam Taylor-Johnson (50 sombras de Grey) o Catherine Hardwicke (Crepúsculo) han sido sustituidas en las respectivas secuelas por realizadores hombres, los pasos dados por ella suponen un antes y un después en el futuro del sector. La propia Jenkins ha confesado que, cuando se atrevió a intentar hacerse un hueco como directora, tuvo que soportar “flirteos constantes, peticiones de citas en lugares extraños y avances inapropiados” por parte de aquellos que tenían el poder de hacer realidad su deseo. Su próximo proyecto en cartera no es menos imponente que los de Wonder Woman y Star Wars, ya que volverá a reunirse con Gal Gadot en una nueva adaptación de la historia de la reina egipcia Cleopatra, producida por Paramount, que se les ha resistido durante décadas a un buen puñado de los cineastas más ilustres. No parece que vaya a pasar lo mismo con la verdadera mujer maravilla.