Tóxico y otras palabras que han marcado el 2018
La preocupación medioambiental, el feminismo post #MeToo o las mentiras en el discurso político son algunos de los temas que han protagonizado la conversación. Así lo reflejan las ‘palabras del año’ recopiladas por los diccionarios de cabecera.
Se acerca el final de año y los diccionarios también echan la vista atrás para resumir estos doce meses a su manera: poniendo sobre la mesa las palabras o neologismos que más interés, novedad o presencia en la conversación han suscitado. El de Oxford, Cambridge, Collins, Dictionary.com o, en España, Fundéu (aún por publicar), elaboran su resumen a modo de glosario. Recopilamos los vocablos que, según estas entidades, han definido 2018.
1.Tóxico. ¿Ha sido 2018 u...
Se acerca el final de año y los diccionarios también echan la vista atrás para resumir estos doce meses a su manera: poniendo sobre la mesa las palabras o neologismos que más interés, novedad o presencia en la conversación han suscitado. El de Oxford, Cambridge, Collins, Dictionary.com o, en España, Fundéu (aún por publicar), elaboran su resumen a modo de glosario. Recopilamos los vocablos que, según estas entidades, han definido 2018.
1.Tóxico. ¿Ha sido 2018 un año tóxico? A juzgar por el veredicto del Diccionario de Oxford, sí. Su listado de palabras del año es uno de las más difundidos y dictamina que ‘tóxico/a’ ocupa el puesto número uno del ranking. Más allá del uso que difundiera Britney Spears en 2003 en forma de hit pop (Toxic) sobre su ligue, la amplitud de términos que admiten su uso, así como la cantidad de veces que este se ha usado durante estos últimos doce meses -las búsquedas en el diccionario digital han aumentado un 45%- han sido los condicionantes de la elección. Químico, masculinidad, sustancia, gas, ambiente, relación, cultura, residuos, algas y aire son los términos a los que más se ha asociado el adjetivo. Como explicaba la directora de la edición estadounidense del diccionario, Katherine Connor Martin, a The New York Times, el uso metafórico de ‘masculinidad tóxica’ aparecía casi tantas veces como su referencia respecto a los químicos en su sentido más literal. Un concepto que ha salpicado desde la conversación teórica feminista a la cultura pop, donde artistas como Timothée Chalamet, Harry Styles o James Blake han declarado la necesidad de deshacerse de los estigmas asociados a esta masculinidad, como la invulnerabilidad o la violencia, por culpa del machismo estructural.
2. Incels (célibes involuntarios). Es el nombre con el que se autodenomina la peligrosa subcultura de hombres heterosexuales misóginos, gestada en internet, que culpan y atacan a las mujeres por no querer mantener relaciones con ellos. Organizados en foros cultivo de la extrema derecha como 4chan y Reddit, están detrás del atropello masivo de Toronto del pasado mayo y de la matanza de Isla Vista (California) en 2014. Como recogíamos en S Moda en este perfil sobre la comunidad, el término original fue creado en 1993 por una mujer queer que aludía a su celibato como una consecuencia de su físico, creando una plataforma en línea bajo este nombre en busca de apoyo de otras personas que también se sintieran así. Pero ha adquirido una nueva connotación de odio a las mujeres en los últimos años. El diccionario de Oxford ha decidido incluir incel en su lista de 2018 por la expansión del vocablo bajo estos nuevos términos, cuando la reacción antifeminista, de la mano de la invasión del neofascismo, acecha a nivel global.
3. Gaslight (hacer luz de gas). «Acción de manipular a alguien por medios psicológicos para que acepte una representación falsa de la realidad o dude de su propia cordura«, define el Diccionario de Oxford. El término ha proliferado por los medios en términos de política y difusión de información falsa y sin apoyo estadístico (véase Trump, tachado de hacer luz de gas a Estados Unidos desde su campaña presidencial hasta hoy sentenciando mentiras acerca de inmigración y tasas de criminalidad, entre otras cosas; equiparable al caso de Santiago Abascal y sus falsas afirmaciones sobre violencia machista e inmigración en el discurso de Vox). Hacer luz de gas se usa también para identificar un tipo de violencia machista de corte psicológico. La expresión se tomó de una obra de Jack Hamilton de 1938 (y posterior película en 1944) que lleva el mismo nombre, Gas Light. La historia de una mujer manipulada por su marido sutilmente para hacerla creer que se imagina cosas que realmente están sucediendo. Como explicaba Nacho Carretero con su artículo Luz de gas, el maltrato machista que nadie parece ver en El País: «Se trata de un abuso sutil, manipulador, mediante el que se desgasta la estima y confianza en sí misma de la mujer hasta el punto de anularla, de convertirla en un manojo de dudas y miedos«. Un tipo de maltrato difícil de identificar y explicar para la víctima, cuya escasa visibilidad y comprensión por parte de las autoridades hace más compleja la denuncia.
Desde Oxford señalan la advertencia de algunos psicólogos en torno al uso excesivo de este término ligado al discurso político: «Podría diluir su potencia y minimizar las graves consecuencias para la salud, como el trastorno de estrés postraumático y la depresión, que acarrean tales abusos».
4. Orbiting (orbitar a alguien). Mantener actualizado el vocabulario de ligar en la era del 2.0 se ha convertido en una carrera de fondo. Ya habíamos conseguido interiorizar el ghosting, que refleja una realidad que puede darse tanto en la vida real como a través de las pantallas: la persona con la que se tenía algún tipo de relación se quita de en medio y deja de contestar mensajes sin dar explicación. Ahora el concepto deriva en una nueva palabra con un significado 100% ligado a las redes sociales, orbiting (orbitar a alguien). La primera persona en acuñarla fue Anna Lovine en un artículo en la web de moda referente Man Repeller, usándola para identificar a quienes, tras haber tenido una relación ya finalizada, no desaparecen del todo de tu entorno en línea: siguen dándote ‘me gusta’, viendo tus Stories de Instagram o incluso comentando en fotos sin que existan un vínculo real o conversaciones más allá de la superficialidad de la red social. La propia Lovine abría el debate sobre si esta práctica tiene que ver en realidad con “un juego de poder conscientemente manipulador «o «un síntoma más del mundo de las citas modernas y acelaradas”, como recogen también desde el Diccionario de Oxford. ¿Es el orbiting entonces un comportamiento tóxico?
5. Sobreturismo. Si el año pasado turismofobia, incluida entre las palabras del año, venía a señalar la reacción al problema de la turistificación que pone en peligro la economía de los residentes locales por culpa de plataformas de alquiler como Airbnb o compañías de vuelos de bajo coste, en 2018 el Diccionario de Oxford indica otra palabra que atiende al origen del fenómeno. Sobreturismo hace referencia a “un número excesivo de visitas turísticas a un destino o atracción popular, lo que ocasiona daños al medio ambiente local y a los sitios históricos, así como una calidad de vida más pobre para los residentes”, definen. Ejemplo de los estragos causados por el sobreturismo sería el horror de la invasión de residuos en las playas balinesas como la de Kuta. Tendencias al rescate: el turismo sostenible que tiene en cuenta el impacto ambiental de las visitas, así como el social y económico, o el replanteamiento sobre si deberíamos viajar tanto, como apuntaban desde un artículo en Yorokobu explicando el fenómeno.
6. Single-use (de un solo uso). Con la guerra al plástico más declarada que nunca, (el Parlamento Europeo ha consensuado prohibir los productos de este material de un solo uso como las pajitas, platos, cubiertos o bastoncillos de oídos para 2021, la Comunidad Valenciana se adelantaba anunciando esta misma iniciativa para 2020 y la tendencia que sustituye las pajitas de plástico por las de metal o silicona va ganando adeptos también en Instagram), el término single-use (de un solo uso), ha sido elegido por el diccionario Collins como palabra del año 2018. Según recogen, el uso de esta expresión en consecuencia a la creciente preocupación por el problema del plástico en los océanos se ha multiplicado por cuatro en medios de todo el mundo. Un millón de aves y unos 100.000 animales marinos mueren cada año a causa de la ingesta de estos y suponen el 70% del total de la basura de los océanos.
7. Techlash. El neologismo, usado por primera vez en The Economist en 2013, se refiere a «una reacción negativa fuerte y generalizada ante el creciente poder e influencia de las grandes empresas de tecnología, en particular las que tienen sede en Silicon Valley”, recoge el Diccionario de Oxford. O cómo las personas se están revelando ante gigantes tecnológicos como Facebook, Google o Amazon por asuntos como la difusión de información falsa, la falta de privacidad y la comercialización de datos personales para instrumentalización política patente en el escándalo de Cambridge Analytica (relacionado con el triunfo del voto a favor del Brexit y la victoria de Trump en 2016), y también por sus consecuencias sobre la salud mental. Dando lugar a que, como recoge la institución, cada vez sean más los jóvenes que deciden dejar las redes sociales o darse un descanso con ellas.
8. Nomofobia, fobia a no tener (ni mirar) el móvil. Aunque el diccionario de la RAE no recoge el término y a pesar de que su uso se remonta a 2008 en una investigación en Reino Unido, el Diccionario de Cambridge ha decidido incluirlo como candidata a palabra del año y ahora sus visitantes lo han elegido como vocablo de 2018. Proviene de la construcción anglosajona ‘no mobile phone phobia’, una idea que no chirría en pleno siglo XXI, en el que los españoles con iPhone, en datos de Apple, chequean el móvil unas 80 veces al día y los de Android, más de 110. No es de extrañar el creciente desarrollo de iniciativas como apps que te ayudan a medir el consumo y a controlarlo e, incluso, en los casos más extremos, combatirlo desde la raíz en clínicas de desintoxicación tecnológica.