Así es vivir con TOC, esa cárcel mental que aumenta y se agudiza con la pandemia

Los psicólogos informan de un aumento del 30% en las consultas, que retornan y se agudizan por el estrés y el miedo al virus.

Una mujer desinfecta su móvil con guantes y mascarillas.Getty (Getty Images/iStockphoto)

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Hace un par de lustros, cuando el andujareño Jesús García tenía 16 años, un hecho sin importancia le hizo clic. Era un día cualquiera y llovía a mares cuando vio a su madre y su hermana pasear por delante de una casa vieja y sucia del pueblo. Del tejado cayeron litros de agua sucia que las caló por completo. García se horrorizó. Si aquella casa cochambrosa estaba contaminada, ahora sus familiares, también. Así que el propósito sería evitarlas a toda costa, no acercarse a ellas. García extremó su limpieza. Con el tiempo, su obsesión se intensificó. Tanto, que llegó un punto en que se bañaba con lejía, con amoniaco, con Mistol. “Muchísimo, muchísimo Mistol”, cuenta él. El diagnóstico del psiquiatra al que acudió para tratarse fue claro: trastorno obsesivo compulsivo, TOC. Y aunque después de 10 años Jesús cree superada su obsesión, el coronavirus no se lo está poniendo fácil. No es un caso aislado. Cerca de 1.175.000 personas en España padecen este tipo de trastornos, y solo en el último año las consultas han aumentado hasta un 30% según los Consejos de Psicología y consultas privadas. El motivo: la pandemia, que rememora el miedo.

El psicólogo y uno de los autores más populares en libros de psicología en España, Rafael Santandreu, habla de esto en su nuevo libro Sin miedo (Grijalbo). “El TOC es un temor a un pensamiento, duda o amenaza que se te queda en bucle en la cabeza. Por ejemplo, vas a comprar tu primera casa. Como cuesta mucho, el día antes de tomar la decisión no duermes. Pero tu mente no para de revisar, duda de la decisión. Quieres dejar de pensar en ello y no puedes. Cuando tienes un TOC sientes eso todos los días de tu vida, la mayor parte del tiempo. Tu mente se bloquea”, explica por teléfono el autor. En el mundo afecta al 2,5% de la población. Para la Organización Mundial de la Salud es uno de los grandes trastornos, que provoca desajustes diarios en la vida cotidiana de quienes lo padecen. 

Miedo, pero también estrés, son las palabras que repite una y otra vez Miguel Torres, periodista cordobés de 38 años diagnosticado con varios tipos de TOC. “Un día me siento triste, y al sentirme así pienso que ya tengo depresión. Así que me entra el miedo a perder mi pareja, mi vida social, quedarme sin trabajo…”. Y así con todo lo que ama o teme. En su caso, lo que ha acentuado su incertidumbre ha sido, en buena parte, el teletrabajo. Cree que ver reducida su interacción social y tener mucho más tiempo para pensar son los principales motivos por los que ha tenido que volver a la terapia. No es el único. 

Precisamente el miedo es uno de los temas centrales del nuevo libro de Santandreu. Está presente en la base de cualquier trastorno emocional, como el TOC. Él distingue dos tipos: “El primer miedo es el externo a ti, como temer a los gatos. El problema es cogerle miedo a algo interno: a volverte loco, a que te tiemble el corazón muy deprisa. Estos miedos son auto reverberantes; es decir, si temo que el corazón vaya deprisa, eso va a ocasionarme miedo, y ese miedo me ocasionará que el corazón vaya más deprisa. Al final la gente le coge miedo a tener miedo, y esto es un temor irracional porque es un fenómeno de tu propia mente. Y con la pandemia estamos viviendo un estrés postraumático”. Un círculo vicioso infinito. 

La pandemia ha avivado una de las obsesiones más populares: la de la contaminación. ¿Cómo olvidar las manías de Jack Nicholson en Mejor imposible? La limpieza meticulosa por el virus hoy no solo ha reforzado los síntomas de aquellos que ya padecían esta obsesión, sino que el contexto en general puede motivar ese clic en personas que ya tenían esa disposición psicológica o genética previa. Nieves Álvarez, psicóloga especialista en este trastorno con más de 20 años de experiencia y colaboradora en la Asociación TOC Madrid, advierte de que de este trastorno se derivan otras consecuencias negativas: “En el TOC de la contaminación es normal la evitación. Evitar salir de casa, de la habitación, el contacto social, etcétera”. Y aunque parezca que ahora hay una suerte de histeria colectiva general por la limpieza exhaustiva, para la experta esto es coherente porque se relaciona a un peligro real: el contagio. Esto, sin embargo, no es un TOC. 

Álvarez conoce bien por qué el coronavirus ha avivado los miedos psicológicos en general: “Principalmente, ha afectado a las personas muy controladoras y todas las medidas para atajar el virus hacen que empeoren”. Eso sí, matiza que un TOC grave no aparece de la noche a la mañana. “El trastorno se va desarrollando a lo largo de muchos años, solo que llega un momento en que los síntomas interfieren en algún área de tu vida social, laboral, económica. Aun así, la mayoría de los TOC son moderados y leves y pueden llegar a controlarse”. 

En ello se afana a diario el periodista Torres que, aunque ha sufrido una pequeña recaída, cree tener las pautas para afrontarlo. Por eso ha vuelto a terapia. “La cognitivo-conductual es la que más beneficios ha demostrado”, explica la psicóloga experta Álvarez. “Esta terapia tiene dos técnicas, la de exposición y prevención de respuesta. Lo que buscamos es que poco a poco dejen de hacer la compulsión de hacer o pensar en algo. Pretendemos que la exposición al problema sea de forma escalonada para que entiendan que no están en peligro. Nosotros buscamos que se habitúen al estímulo que les da miedo porque en realidad no es peligroso”. Lo mismo dice Santandreu en su libro de autoterapia, basada en esta misma técnica. Habla de cuatro pasos para superar cualquier miedo: Afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo.

Por todas estas partes ha pasado Jesús García, el andujareño que tenía miedo de cruzarse con su familia y extremaba su limpieza. Ahora cuenta que últimamente se acuerda de los temores más antiguos de sus TOC. Dice que ha recaído en algunas cosas, que con la pandemia ha retrocedido socialmente, que se echa muchas veces gel hidroalcohólico, pero que, tras varios años de terapia, ya ha aprendido a aceptarse. Explica que le debe mucho a Aurelio López, presidente fundador de la Asociación TOC Granada. Como tantas otras en España, esta asociación ayuda psicológicamente a personas con TOC, pero también a los familiares gracias a una red de expertos y voluntarios. López, que no es experto, pero sí fue familiar de una persona con TOC, conoce bien las preocupaciones de estas personas tras más de 30 años descolgando el teléfono y regalando su tiempo para ayudar. “Son personas muy sensibles y muy buenas y aunque puede ser muy duro, se aprende a convivir con el TOC”, dice por teléfono.  

“El covid no ha traído nada bueno, pero si solo por la obsesión de la limpieza la gente se ha puesto por un momento en nuestra piel, algo hemos ganado”, dice el andujareño García. “Las cárceles mentales son muy jodidas, pero lo que te hace mala persona son las acciones, no los pensamientos”.

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