El verde es el nuevo negro
La sostenibilidad está de moda. Tanto que parece que hoy, de repente, todo es sostenible.
Es oficial: la sostenibilidad se nos está yendo de las manos. No es nuevo, se intuía desde hace tiempo pero yo lo confirmé hace unos días, al recibir un correo electrónico que decía: «Presentamos este magnífico bolso de astracán, una joya 100% sostenible». El astracán es una piel extremadamente suave y brillante que se obtiene de un cordero recién nacido o incluso nonato, así que tuve que leer dos veces para confirmar que, efectivamente, el reclamo del accesorio era su bajo impacto en el medio porque estaba cosido con prendas en desuso.
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Es oficial: la sostenibilidad se nos está yendo de las manos. No es nuevo, se intuía desde hace tiempo pero yo lo confirmé hace unos días, al recibir un correo electrónico que decía: «Presentamos este magnífico bolso de astracán, una joya 100% sostenible». El astracán es una piel extremadamente suave y brillante que se obtiene de un cordero recién nacido o incluso nonato, así que tuve que leer dos veces para confirmar que, efectivamente, el reclamo del accesorio era su bajo impacto en el medio porque estaba cosido con prendas en desuso.
Esta temporada no queda ninguna marca de moda que no use la sostenibilidad como argumento de ventas con más o menos tino: «Hecho con hilo reciclado», «demin lavado sin agua» o «colección cápsula a partir de textiles reutilizados» son una constante en mi buzón. Y traigo datos para probar que no es una percepción personal: solo durante el mes de septiembre la palabra ‘sostenibilidad’ apareció 1.701 veces en los emails de marketing de las principales firmas del mundo, según Edited.
El significado de sostenibilidad está claro. La manera de ‘ser sostenible’, no tanto. Cada compañía sigue su ruta: algunas dan prioridad a los materiales, otras a reducir el impacto de sus procesos, a acabar con los desechos o mejorar la calidad de vida de sus trabajadores. Algunas se dan un lavadillo con un par de camisetas de algodón orgánico y otras implantan un proyecto a largo plazo que les permita continuar operando indefinidamente, sin perjudicar ni a la naturaleza, ni a las personas. Hay un mensaje esperanzador en todo ello: si las empresas tiran de sostenible para vender, es que hay demanda. Vamos por el buen camino. Ahora solo queda acelerar el paso.