“Si demonizamos a Weinstein, también deberíamos hacerlo con Trump y echarlo de su cargo”
Entrevistamos a Sophie Auster, que ultima el lanzamiento de su nuevo disco, ‘Next Time’, mientras llama a la acción contra la hipocresía.
Desde que era niña, la vida de Sophie Auster (Nueva York, 1987) ha estado rodeada de cultura. Con solo 11 años debutó en el cine con Lulú on the Bridge, filme escrito y dirigido por su padre, Paul Auster, y protagonizado por Harvey Keitel y Mira Sorvino. Creció siendo la hija de la pareja de intelectuales más conocida de Brooklyn, la formada por Auster y la también escritora ...
Desde que era niña, la vida de Sophie Auster (Nueva York, 1987) ha estado rodeada de cultura. Con solo 11 años debutó en el cine con Lulú on the Bridge, filme escrito y dirigido por su padre, Paul Auster, y protagonizado por Harvey Keitel y Mira Sorvino. Creció siendo la hija de la pareja de intelectuales más conocida de Brooklyn, la formada por Auster y la también escritora Siri Hustvedt. “Siempre me sentí diferente porque soy diferente. Vivía sin televisión, estaba expuesta a un montón de literatura y cine que mis amigos no veían, era una especie de outsider, los padres de los niños salían a trabajar y los míos seguían en casa, escribiendo… Pero para mí eran simplemente mamá y papá, luego te empiezas a dar cuenta de quiénes son en realidad. Con ellos conocí a mucha gente, pero solo me impresionó Christina Ricci, porque me encantaban sus películas”. A los 18 lanzó su primer disco, Sophie Auster, que había empezado a grabar a los 16 inspirada por las traducciones de los poetas surrealistas franceses realizadas por su padre. Ahora, recién cumplidos los 30, ultima la publicación de su cuarto álbum, Next Time, que saldrá a la venta en 2018.
¿Cómo ha cambiado la industria musical desde que empezó en ella? Porque hoy es un mundo totalmente diferente…
Sí, completamente. En aquella época, la industria todavía funcionaba siguiendo un modelo clásico. Luego dejé la música un poco de lado para centrarme en mis estudios, y cuando regresé todo había cambiado: tuve que reaprender cómo moverme en ese mundo. Fue complicado, y descubrí que no existe una forma equivocada o acertada de hacer las cosas; solo tienes que encontrar lo que funciona para ti y aferrarte a ello. Lo que hacen ahora las discográficas es buscar en las redes sociales, en YouTube y estas plataformas, y si ya eres conocido, si eres viral y tienes una audiencia establecida, te fichan y firmas un contrato. Pero esto resulta engañoso: realmente nadie entiende los algoritmos de por qué algo triunfa o no. Es todo cuestión de suerte y oportunidades.
En su nuevo álbum ha seguido su intuició: empezó con un productor, desechó ese trabajo y luego se fue a grabar con Tore Johansson (The Cardigans, Franz Ferdinanz, OK Go) a los bosques suecos. ¿Es la libertad creativa lo más importante para usted?
Sí, desde luego, no trabajo nada bien cuando alguien me dice qué tengo que hacer. Casi tenía hecho el disco con el otro productor, pero cuando lo escuché me di cuenta de que no era yo, así que lo tiré todo y volví a empezar a escribir, pensé lo que quería hacer. Hablé con un amigo que escribe canciones y me dijo que trabajaba con este productor sueco que había hecho New Order, todos los álbumes de The Cardigans… y que realmente le gustaba el sonido que lograba. Vi que él buscaba fuerza, no algo delicado, y yo quería que este sonara fuerte: soy mayor, me conozco a mí misma mucho mejor, y tenía que plasmarlo.
Las canciones son sobre amor y pérdida, porque las escribió tras una ruptura sentimental. ¿Siempre encuentra inspiración para su proceso creativo en su vida personal?
Sí, pero creo que el disco tiene también un lado sarcástico al hablar sobre el amor, no es siempre serio, sino que se burla de escenarios y situaciones que se plantean. Echando la vista atrás ves lo que has perdido y dices: “¿Qué hago ahora?”. Pues seguir adelante. Por eso se llama Next Time, porque miro atrás y veo lo jodida que estaba, pero miro hacia delante y digo: “Hazlo otra vez de una forma diferente”. Con esperanza.
La pasada primavera estuvo tocando en Madrid en el Festival Ellas Crean, que defiende el sentimiento de hermandad entre las mujeres creadoras. ¿Cree que ese tipo de activismo feminista es más necesario ahora que nunca?
Desde luego. Si viviéramos en una sociedad igualitaria donde cobráramos lo mismo que los hombres y donde no se nos acosara por sistema no lo sería. Pero tal como están las cosas, sí. Yo estoy viviendo ahora mismo con un presidente que se refiere a las mujeres como perros, y es realmente peligroso y provoca muchísimo miedo. Apela a la misoginia y a la cultura del miedo. Por eso tenemos que luchar desde esas plataformas para mujeres, especialmente ahora. Tiene que haber lugares seguros para las mujeres, festivales y eventos para que se reúnan, porque así se crea un sentido de comunidad y alianza que es muy importante.
El caso de Harvey Weinstein ha propiciado un efecto cadena de denuncias y revelaciones bajo el hashtag #MeToo.
Es maravilloso que la gente empiece a hablar de esto: en este punto él ha perdido su trabajo y su carrera está totalmente desacreditada. El único pero que tengo en este caso es que Donald Trump sigue ahí: ¿por qué Harvey Weinstein no y él sí? En cierto modo resulta hipócrita: la gente no puede creer que un tipo de las películas se aproveche de las mujeres, pero tenemos a Donald Trump diciendo es genial ser famoso porque puedes ligar con la mujer que quieras y “agarrarla por el coño”. Ésa es su frase famosa. Si vamos a demonizar a Harvey Weinstein tenemos también que hacerlo con Donald Trump y echarlo de su cargo. Es el mismo caso, pero uno es mucho peor que el otro, porque tiene responsabilidad sobre las vidas de todo Estados Unidos.
Habla de hipocresía. ¿Cree que en las redes sociales, como Instagram, se propicia eso? En un artículo analizó cómo censuran a Petra Collins, a la vez se permite la sexualización de las mujeres.
Desde luego que es hipócrita. Si vas a prohibir las fotos sexualizadas, hazlo con todas. Pero si las reglas son arbitrarias no tiene sentido. Si permites que salgan modelos con ropa interior sexy, por qué prohibir el vello púbico o las imágenes de mujeres dando el pecho a sus bebés. Creo que es porque gran parte del mundo tecnológico está dirigido por hombres jóvenes, y así se crea una cultura de tolerancia hacia esto: ponen estos límites porque quieren ver a chicas atractivas en ropa interior con depilación brasileña, pero no soportan ver a alguien con vello púbico. Pero si permites una cosa, tienes que permitir la otra.