Opinión

Clásicos del Futuro

El placer de descubrir cosas a las que quizás no prestamos la atención que merecían en su momento es de un tipo muy específico: tiene el tinte dorado de la nostalgia, pero también la familiaridad de regresar a una época conocida. A veces tienen que pasar muchos años para que reconozcamos el valor de algunas referencias, para que retomemos esas lecturas y canciones dejadas a medias décadas atrás.

En un artículo sobre crecer en la Pampa, cortar algunas raíces con nuestro pasado y la importancia de volver a los libros que en su día no hicieron huella en nosotros, Leila Guerriero explica qu...

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El placer de descubrir cosas a las que quizás no prestamos la atención que merecían en su momento es de un tipo muy específico: tiene el tinte dorado de la nostalgia, pero también la familiaridad de regresar a una época conocida. A veces tienen que pasar muchos años para que reconozcamos el valor de algunas referencias, para que retomemos esas lecturas y canciones dejadas a medias décadas atrás.

En un artículo sobre crecer en la Pampa, cortar algunas raíces con nuestro pasado y la importancia de volver a los libros que en su día no hicieron huella en nosotros, Leila Guerriero explica que la primera vez que leyó Madame Bovary le pareció una novela insulsa con una protagonista desesperante. Pero transcurrieron los años y la vida y la amiga a la que le recordaba ese libro se casó, se fue del pueblo, tuvo hijos, se distanciaron, y se acabó suicidando. Y el libro de Flaubert adquirió otra dimensión para ella. “Los años pasaron y, en algún momento, Madame Bovary dejó de ser para mí un libro sobre gente mediocre que se cree especial y empezó a ser un comentario implacable sobre la humillación y el amor, una advertencia feroz sobre la importancia de nuestras decisiones y sobre el peligro de estar vivos”. En la edad adulta, la novela francesa significaba muchas otras cosas.

Hace poco, la periodista Rachel Syme escribió un artículo en The New Yorker sobre la figura de Nora Ephron a propósito de la publicación de una nueva biografía sobre la cineasta, periodista y escritora. Syme reivindica a Ephron como autora e icono cultural, y considera que su legado va mucho más allá del sentimentalismo con el que se la suele asociar. Si algo nos enseñó Nora Ephron, argumenta, es que las palabras que los demás escriben y dicen tienen el poder de enamorarnos y de desenamorarnos.

Gran parte de su legado radica en la importancia de las palabras y de la literatura, y sobre la necesidad de dejar atrás los clichés para que cualquier historia de amor pase de lo teórico a lo tangible. Pero han tenido que pasar años para que se reeditaran los libros de Nora Ephron en español: Libros del Asteroide ha publicado recientemente su genial colección de ensayos No me acuerdo de nada. Y parece apropiado que se recuperen sus escritos en este momento como un clásico moderno. Los libros llegan a las manos de sus lectores en el preciso instante en el que tienen que llegar: pienso en todos los éxitos literarios póstumos, desde la saga Millennium de Stieg Larsson hasta la magistral novela Stoner de John Williams, una joya que tardó más de 40 años en encontrar su público.

Últimamente tengo la sensación de haber viajado en el tiempo: The Killers se han pasado meses de gira, con un Brandon Flowers más energético y juvenil que nunca, el otro día una amiga me dijo que su compañera de piso iba a un concierto de Swedish House Mafia (lo último que recordaba era el anuncio de su separación por los 2010) y las calles de Manhattan están empapeladas con pósters que anuncian un nuevo álbum de Eminem, la secuela de su exitoso disco Curtain Call. Si no fuera porque no veo todavía demasiados pantalones de tiro bajo, diría que me he subido a un DeLorean y estoy de vuelta en el año 2012, esperando el apocalipsis que anunciaba el testamento maya.

El regreso inesperado de muchos de estos grupos también me ha hecho mirar atrás y pensar en los álbumes de esos años que en su momento desdeñé, rebuscar entre mis estanterías libros abandonados. Y todo esto me lleva a pensar qué clásicos del futuro estaré ignorando, mientras esperan pacientes a llegar a las manos adecuadas en el momento adecuado.

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