5 grandes mujeres del arte nos explican la revolución femenina en el sector
La numerosa presencia de mujeres en altos cargos del mundo artístico británico convierte a la ciudad de Londres en una sede cultural única, donde el feminismo cobra una especial relevancia.
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Se abre el debate sobre el empoderamiento femenino en la escena artística. Londres encabeza las ciudades con más mujeres en puestos directivos, ahora reforzado con el nombramiento de la primera directora de la Tate Britain. Sadie Coles, Elena Foster, Victoria Siddall e Iwona Blazwick nos explican por qué la capital vive esta revolución. «Tú pintaste desnuda a una mujer por el placer de mirarla, pusiste un espejo en su mano y llamaste a la pintura ‘Vanidad’; condenando moralmente a la mujer cuya desnudez habías representado para tu propio placer», lo escribió John Berger en su ensayo Ways of seeing. Se refería al cuadro de Hans Memling, pero sus palabras reflejan la realidad que ha vivido el sexo femenino en el sector.
SADIE COLES, galerista.
«Me resisto a pensar que los hombres piensen que mandan. No mandan»
A la galerista Sadie Coles no le faltan razones para sonreír. Ni para hablar con soltura de la escena artística londinense. Ella forma parte de su historia más reciente. Aunque su etapa trabajando para Jeff Koons en Nueva York fue decisiva, no fue hasta su vuelta a Londres en los 90 cuando junto a jóvenes artistas amigos que estudiaban en Goldsmith, como Sarah Lucas o Damien Hirst, crearon la nueva generación acuñada como Young British Artists. Gran parte de este movimiento tuvo lugar entre los muros de la galería de Sadie Coles HQ. «Lo vivimos como una actividad comunitaria, no había tantos espacios en ese momento, y se creaba una especie de hermandad entre galeristas, artistas y críticos que se movían en el mismo ambiente de una forma muy social; todos fuimos parte de esa corriente. Había otras galerías como White Cube, de Jay Jopling, pero realmente eran los artistas los que tiraban del carro. Ahora que el arte se ve desde el ordenador, la escena es mucho más universal, la información se mueve más deprisa y el sentimiento de pertenencia al grupo se ha transformado en una comunidad global», cuenta Sadie desde su nuevo espacio en Mayfair, donde acaba de inaugurar una exposición dedicada al mercado emergente de artistas chinos. Zhongguo 2185 es el nombre de la muestra comisariada por Victor Wang que recoge la obra de diez jóvenes de los cuales la mayoría no ha expuesto aún en Inglaterra. El discurso es una crítica al autoritarismo y futuros hipotéticos materializado en esculturas, vídeo, texto, murales… «Londres siempre ha sido una ciudad que ha recibido a muchos compradores y coleccionistas internacionales. De hecho cuando yo abrí apenas tenía clientes británicos, los podía contar con una mano. Desde hace dos años tenemos una nueva clientela de Asia, Oriente Medio, Rusia, Australia; antes era esencialmente de América y Europa. Últimamente viajo mucho a China y veo cosas emocionantes que luego quiero traerme», relata.
No es de extrañar que su postura se radicalice al preguntarle por el Brexit. «Estoy absolutamente en contra, creo que Londres es una de las grandes capitales globales y nos estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado».
Comparte desde 2003 su vida personal con el fotógrafo de moda Juergen Teller. «No compro esta idea de ‘pobres mujeres, cuánto han luchado’, me parece basura. Ser una mujer es un hecho y por supuesto que trato de gestionar mi vida familiar con mi profesión, pero desde una posición de bastante privilegio. Mientras he podido, he tratado de ignorar el hecho de mi condición sexual, no quiero estar en un gueto, quiero lidiar en el campo de los hombres al mismo nivel. La dificultad viene cuando aceptas un papel sumiso, no lo acepto, me resisto a que piensen que mandan, no mandan».
Piensa que uno no puede tener miedo de las ideas nuevas, sino de las viejas. No es sentimental al hablar de cambios. «Las cosas deberían modificarse al mismo tiempo que lo hacen los intereses de las personas, la tecnología evoluciona, el contexto en el que trabajamos.
Yo no compro arte online, pero sí he expuesto la obra de la galería en subastas digitales. Mucha gente dice ‘yo nunca adquiriría una obra que veo en jpeg’, pero es mentira, todos lo hacen. La experiencia te da la suficiente garantía como para poder juzgar una imagen online».
La escena londinense es numerosa, entre los cientos de espacios de arte, ¿adónde acuden los expertos cuando quieren ver o ser vistos? «La cantina de la chef Margot Henderson en Shoreditch es uno de mis restaurantes favoritos. En el jardín te encuentras mesa con mesa con muchos personajes como las artistas Rachel Whiteread o Sarah Lucas. Por supuesto la Tate, cuando hay que hablar de instituciones de referencia, y la galería Studio Voltaire, que desarrolla proyectos de referencia con poco presupuesto», afirma Sadie.
LADY FOSTER, coleccionista.
«Crear fronteras es construir muros; tendríamos que derruir los que existan»
Detrás de la silueta erguida de Elena Ochoa, lady Foster of Thames Bank, descansa la obra del londinense Marc Quinn, creada a mano en su estudio de Londres para Ivorypress (la galería y editorial que fundó en 1996 la mujer del afamado arquitecto Norman Foster). Pintado sobre una larga franja de lienzo que acumula cinta de aluminio aeronáutica y pedazos de coral, la pieza se contrae como un acordeón como lo haría el meandro de un río o el movimiento del tiempo desde el anochecer hasta el alba. Thames River Water es su nombre, y rinde homenaje a la ciudad que ha coronado a la gallega como una de las mujeres más influyentes de la escena artística londinense. Tras pasar por la presidencia del consejo internacional de la Tate, flexibilidad, adaptación y perseverancia es lo que Elena Ochoa se ha impuesto para poder lidiar con su nuevo cargo al frente del consejo de Serpentine Galleries, una institución clave del arte contemporáneo en la capital, liderada por la rusa Yana Peel bajo la dirección artística del crítico suizo Hans Ulrich Olbrist. «Cada institución es un universo. Mi misión es definir claramente los pasos para ayudar al equipo directivo a conseguir a corto, medio y largo plazo los objetivos marcados. Es una ley universal y obligatoria a tener presente para todo presidente de un consejo que asume esta responsabilidad con una actitud realista. Como lo hice en la Tate, servicio del que me siento satisfecha». Lo relata con la pausa de una mujer expeditiva y calculadora que acumula muchas horas de vuelo por las altas esferas del arte dentro y fuera de la capital británica.
Como Elena, son muchas las mujeres que ocupan a paso ligero la realidad actual de puestos directivos y ante la pregunta de cómo percibe esta tendencia prefiere restarle importancia: «Es recibida como se debe, con toda normalidad y una gran satisfacción. Tate Galleries, Serpentine Galleries, Whitechapel Gallery, entre otras instituciones, como el New Museum, el Brooklyn Museum, el Met Breuer en Nueva York… y en Madrid, el museo Lázaro Galdiano presidido por Elena Hernando, por ejemplo. Una mayor presencia de mujeres en altos cargos de instituciones artísticas significativas en España sería también recibida con enorme satisfacción», recalca la comisaria. «Hay un enorme elenco que lo han hecho posible. Desde artistas contemporáneas como Cornelia Parker o las actuales directoras de la Tate Britain y Modern (Maria Balshaw y Frances Morris, respectivamente) y de Whitechapel (Iwona Blazwick). No solamente tienen un bagaje cultural e intelectual sólido, sino que también entienden que deben ser activas para promocionar la acogida de las nuevas generaciones».
Y en este mundo en el que nombres de su talla ocupan puestos de relevancia, ¿qué tiempo les deja para la conciliación? «Ese equilibrio es solo posible con una muy buena voluntad, con una constante exigencia y un continuo estado de alerta para no dejar que el día a día y los compromisos que surgen inesperadamente, las oportunidades y las ambiciones, devoren, violentamente o poco a poco, la vida familiar. Es una esfuerzo titánico mantener a lo largo de los años este malabarismo emocional… pero merece la pena y mucho».
En la ciudad de Londres se ubican muchos de sus rincones favoritos, a los que además de la Tate o la Serpentine se suman museos como Victoria & Albert, Wallace Collection y John Soane’s Museum. ¿Qué será de estas instituciones y de la escena artística londinense después del Brexit? «Si el Brexit se impone la relación entre Reino Unido y otros países cambiará enormemente. En la compra venta y el acceso de estudiantes de arte y profesionales que quieran trabajar en Reino Unido. Crear fronteras es construir muros cuando lo que tendríamos que hacer es derruir todos los que existan».
Hoy, Ochoa se mantiene como una de las mecenas más importantes de Europa. Y haciendo honor a su etiqueta no es raro que entre sus conversaciones enumere incesantemente nombres y apellidos de artistas consagrados y no. «Hubo un tiempo en que me interesaban los más establecidos con una trayectoria sólida; pero en el último periodo me atraen más los artistas jóvenes que crean su propio camino. No solo por ayudarles, que es un deber de todo coleccionista y galerista, sino porque tienen obras que me emocionan y que me gustaría poseer».
VICTORIA SIDDALL, dirige Frieze.
«Durante años, las galerías más importantes han estado dirigidas por mujeres»
Frieze nació como una revista especializada en arte hasta que en 2003 surgió Frieze Art Fair y en 2012, Frieze Masters (con obra de hasta finales del siglo XX) y Frieze New York. Victoria Sidall lleva 12 años dentro de la organización y casi dos dirigiendo los tres salones que convierten a Londres cada mes de octubre en capital del arte mundial. «Es una semana en la que galeristas, artistas, comisarios viajan hasta aquí, supone un grandísimo impacto económico para la ciudad y una oportunidad para que la urbe brille. En Frieze London y también en la edición de Nueva York hacemos una gran apuesta por las galerías jóvenes para que tengan la oportunidad de darse a conocer», explica su directora. Frieze London ha construido su marca definiéndose a sí misma como la voz imperante de la nueva escena del arte contemporáneo. Es todavía un reducto de nuevo talento y oportunidades para coleccionistas que buscan ampliar su campo de visión. «Londres es una ciudad abierta y multicultural algo muy importante para Frieze. Ponemos mucho énfasis en secciones que están comisariadas hasta el detalle». Esta última edición, que acaba de cerrar sus puertas hasta el próximo año, ha recogido manifestaciones artísticas bajo la temática de la mujer y entre las exposiciones destacadas ha estado la de la comisaria independiente Alison Gingeras que ha puesto en común a un grupo de nueve artistas feministas radicales de los 70 y 80, «a las que no se les había dado una plataforma comercial hasta ahora», resalta Siddall. «El sector está a la cabeza de muchas otras industrias. Durante años, las galerías más importantes han estado dirigidas por mujeres. Siempre ha habido inspiradoras como Marian Goodman, Sadie Coles…».
Victoria Siddall vive muy cerca de la Tate Modern junto a su marido François Chantala, el director de Thomas Dane, una de las galerías más respetadas de la ciudad, donde artistas como Steve McQueen, Glenn Ligon y Walead Beshty han hecho una importante carrera. Asidua a las exposiciones de la Tate, es una gran admiradora de la gestora que está al frente de la gran institución por excelencia en el mundo del arte moderno: «La llegada de Maria Balshaw, la primera mujer que dirige la Tate Britain, es algo que hay que celebrar. Es la primera vez que ocurre algo así en un museo de referencia mundial», añade. «La situación en el mundo del arte no es ideal, está claro, pero creo que no se está haciendo mal. Pero no se trata de hablar del hecho de ser mujer, sino de éstas en particular, que además casi todas son madres y dirigen los mejores museos, galerías, etc. Están dejando claro que no hace falta elegir entre una familia o un bonito trabajo».
Este año la cita que dirige Siddall ha incorporado Frieze Sculpture, una iniciativa que ha llenado Regent Park con 20 esculturas monumentales de artistas como el barcelonés Jaume Plensa o el de Nueva Jersey, KAWS, desde julio. «Las ferias son un momento fantástico para generar un intercambio de ideas y proyectos». Una de sus direcciones imprescindibles en Londres es también Studio Voltaire, en Clapham: «Siempre es un descubrimiento. Estoy muy involucrada con esta galería sin ánimo de lucro, su programa es fascinante».
Siddall es de las que dice no haber comprado nunca arte online. «Así como la música en directo se ha convertido en algo más valioso desde que se puede conseguir en la red, lo mismo pasa con la fotografía. Ante la sobreinformación que recibimos de Instagram, se valora más la de calidad de los grandes fotógrafos». Y con el Brexit recurre a lo políticamente correcto: «No afectará a la esencia de Frieze. Londres es una ciudad donde artistas y personas del arte quieren venir y vivir. Si mantenemos eso, no tiene por qué afectar».
WONA BLAZWICK, directora de la Whitechapel Gallery.
«Londres es el mejor lugar para ver arte; es el París de principios del siglo XX»
Ella es probablemente una de las mujeres más respetadas de la escena artística londinense. Fue la primera persona en montar una exposición individual de Damien Hirst en una galería pública en sus inicios como joven comisaria del Institute of Contemporary Arts (ICA). Más tarde, como responsable de exposiciones de la galería Tate Modern, Iwona Blazwick adquirió un reconocimiento mundial gracias a sus comisariados en la mítica Sala de la Turbina. Por entonces ya era madre de una niña y desde 2001 sigue dejando huella en su cargo de directora de la Galería Whitechapel, uno de los renovados centros de arte contemporáneo más admirados de la escena cultural londinense, que abrió sus puertas en 1901, cuando el barrio del este era una de las zonas más marginadas de la ciudad.
A Iwona le gusta pasear por los alrededores de la galería, un barrio de la ciudad lleno de artistas y de sus estudios, así como de espacios que albergan todo tipo de trabajo «repleto de ideas y creatividad». «Londres es la mejor ciudad en el mundo para ver arte ahora mismo, es como París en la primera mitad del siglo XX o Nueva York en los 70. Con frecuencia recorro con alguna amiga los alrededores de Whitechapel (junto a la London Tower) y visitamos todo tipo de galerías, desde las que trabajan sin ánimo de lucro, como Raven’s Row que es una casa preciosa del siglo XVIII, hasta espacios industriales en los alrededores de Herald Street, donde se ubican galerías como Campoli Presti, Laura Bartlett, Herald Street o Maureen Paley».
Blazwick figura entre los primeros 20 puestos en el ranking de las personas más poderosas del mundo del arte, según la prensa especializada, y para cerrar el círculo y como pasa en las mejores familias, la suya es también es la formada por gente de su misma profesión. Su marido, el filósofo canadiense Richard Noble es un reputado profesor de la Escuela Goldsmith y entre sus amigos se encuentran artistas como Cornelia Parker o Rachel Whiteread. «Siempre es estupendo ver mujeres liderando instituciones artísticas; sin embargo, debería haber más en puestos más visibles».
Estos días, unos pocos antes del inicio de Frieze London, Blazwick ha estado literalmente inmersa preparando la inauguración de la exposición del fotógrafo alemán Thomas Ruff que ha bloqueado su agenda durante semanas. «Por supuesto que en la galería Whitechapel se puede explorar arte moderno y contemporáneo con exposiciones en las que sumergirse y descubrir nuevos talentos». Pero como buena ojeadora, Blazwick también tiene su propia ruta de direcciones imprescindibles en Londres, que entre cafés y galerías puede llegar a ser un auténtico maratón. «Los almacenes cerca de Vyner Street se han convertido en galerías y son un buen inicio de ruta. Para tomar algo nosotros siempre vamos a The Approach Tavern o St John en Spitalfields; aunque el café-bar que tenemos en la galería Whitechapel es junto al hotel Town Hall de Bethnal Green siempre una buena opción. Me gusta separar Londres en distritos y otra de mis zonas favoritas es la de las tiendas de Oxford Street. Cerca, yo siempre visito las galerías Pilar Corrias, Alison Jacques y un poco más hacia el norte, Lisson Gallery. Y después, hacia el sur de la ciudad, tengo otra ruta que llega hasta Piccadilly, donde están Hauser & Wirth, White Cube, Spruth Magers and Simon Lee con sus increíbles espacios. Y se puede terminar el día en el restaurante Sketch, que también tiene proyectos artísticos muy interesantes»