Cómo las sandalias de plástico que compraban las madres de los 80 en el mercadillo se convirtieron en el calzado más elitista
La moda de lujo lleva años transformando propuestas tradicionalmente humildes en piezas muy caras. Este verano ha llegado el turno de las coloridas bailarinas y sandalias de goma que se venden por más de 1.000 euros y se agotan
Mucho antes de que las Crocs irrumpieran en nuestras vidas aupadas por el éxito de la estética feísta, otro zapato de goma causó furor entre las amantes de la moda allá por los años ochenta: los zapatos de plástico con exterior de rejilla. Tan coloridos como extravagantes, han disfrutado de picos de popularidad a lo largo de los años, pero este verano su regreso ha dado mucho que hablar. ¿Por qué? Los zapatos de goma de red, un calzado de origen humilde que se podía encontrar en muchos mercasillos, se postulan en la actualidad como el diseño de lujo más codiciado de la temporada. ¿El culpable? The Row. La lujosa firma capitaneada por las hermanas Olsen abrió su desfile para esta primavera-verano con la modelo Rianne Van Rompaey luciendo un llamativo calzado rojo de goma con entramado de red. El diseño, bautizado como bailarinas Mara, es una reinterpretación de las sandalias de goma, también conocidas como jelly shoes por su nombre en inglés.
De esta forma, The Row ha elevado a la categoría de zapato de lujo a estos diseños todoterreno alejados de cualquier atisbo de pretensión cuando las madres españolas de los años ochenta los lucían despreocupadas por las playas. Disponibles en varios tonos, el modelo está elaborado en PVC y mantiene el minimalismo estético característico de la firma. El exterior de rejilla cubre el pie, empeine incluido, y se eleva hasta casi rozar el tobillo. El tacón es mínimo y la puntera del zapato redondeada. El particular entramado con forma de red destaca el pie desnudo. A pesar de su elevado precio (casi 1.000 euros), las bailarinas se agotaron al instante, alimentado la expectación y exclusividad de un diseño de por sí limitado a un ínfimo porcentaje de personas. Celebridades como Jennifer Lawrence, fan asidua de la marca, las han llevado recientemente y en TikTok proliferan los vídeos analizando la propuesta. En uno de los vídeos de esta plataforma, una usuaria comentaba decepcionada que sus zapatos se habían roto a la quinta puesta al partirse la goma por un lado.
“El mercado al lado de mi casa vende literalmente zapatos como esos por 90 pesos y en todos los colores”, publicó un seguidor como respuesta, avivando el sempiterno debate en torno a la moda de lujo: ¿de verdad merece la pena pagar diez o veinte veces más por un producto? Además, cabe preguntarse cómo un calzado de origen humilde y de precio barato se ha convertido en el zapato más elitista de la temporada. No solo por su precio, situado ya en los 1.600 euros en plataformas de reventa de lujo como Vestiaire Collective, sino por lo difícil que es hacerse con un par. De momento, no hay rastro de las bailarinas en la web de la firma, pero sí del bolso Mara, también de rejilla, una versión sofisticada de aquella bolsa roja de goma con la que Penélope Cruz pateaba los caminos en Jamón, Jamón.
De clásico ochentero asequible a zapato para el 1%
Como decíamos, las sandalias de goma y exterior de red definieron una era cuando se popularizaron en los años ochenta. La experta en moda Lydia García, directora de la Colección López-Trabado contextualiza el éxito de estos diseños en una época donde “se da una nueva eclosión de la juventud como inspiración en la moda y con ello, se empieza a popularizar determinado tipo de música, la calle (los barrios) el ocio y el deporte. También son los años del boom de la forma física (aeróbic y culturismo) y con ello su estética (el chándal, el ballet, la playa...) y eso se va a trasladar a la calle”. Esa moda urbana, cómoda y desenfadada convive, por otro lado, con “una tendencia post punk elevada a moda juvenil, que se puede apreciar en los cortes y color del cabello y en la ropa: es el boom de los colores fluor”. El éxito de los jelly shoes se ubica, en opinión de García, como parte de “una moda colorista, divertida, incluso con un toque absurdo, donde prima la diversión y la extravagancia y el ser única para ser diferente. Los jelly shoes como calzado veraniego de los ochenta cumple la máxima de ser: colorista, refrescante, divertidas y baratas”. Desde las bolsas de la compra reconvertidas en bolso de lujo por Balenciaga a la glorificación de la camiseta blanca (con logo, claro) por parte de Loewe o Prada, la moda de lujo ha encontrado en lo cotidiano y mundano su gran fuente de inspiración: “El lujo hace tiempo que se inspira en la calles, en las tribus urbanas y busca rejuvenecerse para llegar a nuevos públicos”, apunta García para explicar esa evolución de los zapatos de red, otrora un básico de mercadillo y hoy en día la enésima obsesión entre los cazadores de tendencias integrantes del 1% más rico. Solo ellos pueden invertir más de 1.000 euros en unos zapatos de plástico.
Además de las bailarinas de red de plástico, el PVC da forma a otras tendencias poderosas en la categoría de calzado. La nostalgia golpea fuerte al ver cómo las sandalias de goma tipo cangrejeras, el calzado infantil en boga durante los noventa y primeros años 2000, abundan entre las novedades de esta época del año.
Firmas como Bimba y Lola, que han lanzado unas cangrejeras de colores en colaboración con la icónica firma brasileña Melissa, especializada en jelly shoes, se suman a la tendencia con apuestas más asequibles. Muy alejadas de las cuatro cifras de The Row están las bailarinas de red de Ancient Greek, disponibles en tonos tan veraniegos como el azul turquesa, el lila o el naranja. O las de Mango, con acabado de purpurina y por el momento agotadas. Eso sí, los expertos advierten de los peligros de llevar zapatos de plástico durante los meses de calor. Si bien el modelo de The Row presenta una suela de cuero, los jelly shoes tradicionales son completamente de plástico, un material poco recomendable en lo referente al calzado. Javier Navarro, podólogo de Clínica Moncayo, señala la necesidad de apostar por “materiales que transpiren, lo que permitirá que el sudor que se produce se elimine”. “Un calzado de goma, por las características del propio material, no va a permitir que el pie mantenga unas condiciones adecuadas, aumentando el riesgo de infecciones bacterianas o de hongos”, aduce el experto. Además, “aumenta el riego de escurrirse dentro de la propia sandalia al generarse una superficie resbaladiza por la humedad; el que el pie se escurra generará que se deba ‘agarrar’ al propio calzado, para lo que se generará una garra digital (en los dedos) que aumentará el riesgo de que se deformen en esta posición”, puntualiza.
Si aun así no quieres renunciar a la tendencia, te alegrará saber que a pesar de su aspecto algo estrambótico, el estilo relajado que normalmente se impone en los meses estivales facilita introducir esta clase de calzado de una manera más o menos sencilla. Así lo explica la estilista y directora de arte Paloma Gras, que relaciona el éxito de esta clase de zapato con el gusto por las propuestas de inspiración vintage, y aconseja combinar una “camisa y pantalón a juego con unas cangrejeras a contraste y un tote bag para complementar”. Para quien huye del pantalón en la época estival, Gras recomienda “un vestido de tirantes y vuelo e incluir nuestras jelly sandals con un bolso o cesta de mano, con esto conseguiremos un estilismo simple y bonito”.