Valérie Messika, la mujer que logró cambiar las leyes de la joyería moderna

Con sus diseños minimalistas y un modelo de negocio poco convencional, la diseñadora y empresaria francesa ha logrado desencorsetar los códigos de este mercado.

Valèrie Messika.Nicolas Gerardin

Solo en los últimos dos años, Messika ha abierto más de 20 tiendas, principalmente en Asia y Estados Unidos. Aunque la empresa, de carácter privado, no revela sus cifras de venta anuales, se sabe que casi ha duplicado su facturación desde la pandemia. “Se me complica el calendario, ahora tengo muchos más sitios a los que viajar para empujar la marca”, cuenta su fundadora, Valérie Messika, desde uno de los salones del madrileño hotel Ritz. Está aquí para encontrarse con la prensa nacional y, sobre todo, con sus clientes más fieles. Le gusta fomentar este tipo de cercanía con sus compradores, “y Madrid, junto con Milán, diría que son las dos ciudades europeas en las que mayor acogida tiene la marca ahora mismo”, explica. Hace ya casi 20 años que Valérie, hija de un famoso comerciante de diamantes, decidió fundar su propia marca de joyería. Había crecido aprendiendo el negocio y, quizá por eso, hizo caso omiso a las reglas no escritas que operaban históricamente en el sector: “Creo honestamente que parte de mi éxito se debe a que soy una mujer”, dice, “cuando creé Messika no había apenas mujeres en este negocio, así que diseñé las joyas que a mí y a mi entorno nos apetecía llevar”. Joyas sutiles, con diseños geométricos y minimalistas, adornadas con pequeños diamantes móviles. Por suerte, hacía tiempo que las mujeres ya compraban joyas para sí mismas, “y más allá de esa idea de comprar una pieza para un momento señalado. Yo diseño pensando en algo que te pones con una camiseta y unos vaqueros, un día o todos los días. Y creo que esa fue la clave”, apunta.

Imagen de backstage del último desfile de MessikaMarín Laborne

Poco a poco la idea fue cuajando, primero en su París natal, después en algunos centros urbanos europeos, “y por eso en mi equipo el 75% son mujeres. Hacemos colecciones de hombre y, en general, nuestras piezas tienen espíritu unisex, pero tenemos mayoría de clientas, y somos nosotras las que sabemos lo que buscan”. Pese a ser una enseña de lujo, Messika tampoco fomenta las dinámicas asociadas a lo exclusivo y elitista. Del mismo modo que Valérie considera que “no tiene que haber una razón de peso o un evento señalado para comprarse una joya”, cree que sus tiendas, pese a estar en las ‘millas de oro’ de las principales capitales, “tienen que estar abiertas a quien quiera entrar. Nunca me gustó el contexto intimidante que rodea a las joyerías, prefiero que la gente toque y se pruebe el producto de forma cercana y tranquila”, explica.

Detalle de uno de los collares de la última colección de Alta Joyería de Messika.Marín Laborne

Valérie reconoce que su visión pionera de la joyería (o “libre de prejuicios”, como a ella le gusta definirla) tardó unos años en ser reconocida por el sector, “pero de lo que estoy más orgullosa en estos 20 años es de haber sabido enfrentarme a las inseguridades. Ahora creo en mí misma y tengo muy clara mi visión”, confiesa. La expansión de Messika prueba que no estaba equivocada: “Cuando empezamos, este mercado solo era importante para un pequeño sector de la población, ahora lo es para mucha más gente. Solo hay que fijarse, por ejemplo, en las publicaciones de moda para ver la evolución del mercado; antes solo se hablaba de joyas en diciembre, por Navidad; ahora abres cualquier revista y están mezcladas con vaqueros, con camisetas… es un reflejo de lo que pasa en la calle”, explica, “y todavía queda mucho mercado por explotar; muchas marcas nuevas que se están aproximando al negocio de forma novedosa”.

Anillo de la colección So Move de Messika.cortesía de Messika

Messika, por su parte, lleva años explorando las fronteras entre la joyería y la moda en sentido estricto. Han realizado colecciones en colaboración con Gigi Hadid o Kate Moss, entre otras, algo común en las enseñas de ropa de lujo, pero poco habitual en este sector, donde las celebridades funcionan como embajadoras, pero no como diseñadoras. Y organiza un desfile anual de alta joyería, su línea más exclusiva, durante la Semana de la Moda de París. Valérie quiere, en definitiva, que sus diseños se compren como se compra un bolso o un par de zapatos, por capricho, “para llevar a diario sin dramatismo”, dice. En Europa ya lo ha conseguido, ahora le queda conseguirlo en Asia y América, “y ese es el reto. Somos globales, pero hay que saber cómo llegar a distintos países, saber comunicarlo de la forma adecuada, porque la cultura de la joyería es diferente en cada zona”, opina. De ahí que consciente de que ella es el mejor reclamo y la mejor embajadora de su producto, vaya a pasar el resto del año subida a un avión.

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