‘Las tres muertes de Marisela Escobedo’, el documental de Netflix sobre la madre a la que mataron por tratar de encontrar al asesino de su hija

La historia de Marisela es la de miles de madres que, además de haber perdido a sus hijas a manos de asesinos, tienen que enfrentarse a la ineptitud y corrupción de las autoridades.

'Las tres muertes de Marisela Escobedo'Netflix

Marisela Escobedo murió tres veces. La primera en 2008, cuando mataron a Rubí Marisol Frayre, su hija de 16 años. Asesinada por su novio, Sergio Rafael Barraza, Rubí fue una de cientos de adolescentes que matan cada año en Ciudad Juárez (Chihuahua, México), ciudad fronteriza con Estados Unidos, conocida en todo el mundo por la ola de feminicidios que había ahí desde los años 90 y que ahora se expande por el resto del país. ...

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Marisela Escobedo murió tres veces. La primera en 2008, cuando mataron a Rubí Marisol Frayre, su hija de 16 años. Asesinada por su novio, Sergio Rafael Barraza, Rubí fue una de cientos de adolescentes que matan cada año en Ciudad Juárez (Chihuahua, México), ciudad fronteriza con Estados Unidos, conocida en todo el mundo por la ola de feminicidios que había ahí desde los años 90 y que ahora se expande por el resto del país. La segunda vez que Marisol murió fue cuando, en un veredicto incomprensible, la justicia absolvió al asesino de Rubí. La tercera fue su propia muerte, en 2010, cuando recibió un balazo en la cabeza mientras exigía justicia frente al palacio de Gobierno de Chihuahua. Llevaba durmiendo ahí nueve días, con pancartas que protestaban la impunidad frente al caso de Rubí. Los asesinatos, tanto el de la hija, como el de la madre, quedaron impunes.

La luz en medio de la tragedia que es el documental dirigido por Carlos Pérez-Osorio, es la figura de Marisela Escobedo: la madre que da su vida por encontrarle un sentido a la muerte de su hija. A través de la voz de Marisela, sus hijos, su hermana y gente cercana a ella, se cuenta la historia de su familia. Marisela camina kilómetros para protestar, recorre México para que se conozca su historia de impunidad, y, frente a la ineptitud de las autoridades, investiga y encuentra al asesino sin ayuda… pero sobre todo, se convierte en un símbolo feminista: Alienta a otras madres de adolescentes asesinadas o desaparecidas a protestar y hace énfasis en la problemática de la violencia de género, cuando apenas se escuchaba la palabra “feminicidio”.

“Quisiera que la muerte de mi hija no fuera en vano”, dice Marisela en el documental. “Quisiera que el feminicidio de mi hija fuera el último en el país”. Lamentablemente, el deseo de Marisela no se cumplió, pues doce años después del asesinato de su hija, la historia de su familia es, lamentablemente, actual. En México, diez mujeres son asesinadas cada día. En 2019, hubo casi 4.000 feminicidios en el país según el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi). Además, el 97% de ellos queda impune, según la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).

Marisela Escobedo sosteniendo una pancarta con la foto del asesino de su hija.Jesus Alcazar/AFP via Getty Images (AFP via Getty Images)

Además de ser un reflejo de la realidad actual de México, el documental es también un recorrido por los años clave en la historia de violencia y crimen del país: desde “las muertas de Juárez”, hasta “la guerra contra el narcotráfico” que declaró el presidente de ese entonces, Felipe Calderón. Se habla también del nexo entre el crimen organizado y las autoridades, así como del año en el que César Duarte, actualmente encarcelado en Estados Unidos por tener al menos una veintena de denuncias de corrupción en su contra, llegó a ser el gobernador de Chihuahua (el estado natal de Marisela y su familia).

“A mí me gustaría que esto se vuelva a debatir”, dijo Laura Woldenberg, productora de Las tres muertes de Marisela Escobedo, a Vice. “El caso se encuentra en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”. Carlos Pérez-Osorio, el director del largometraje, por su parte, dijo al medio que para él una gran victoria sería que el documental no se quede en “el círculo de siempre”, que llegue a muchas personas y que, a largo plazo, haya reparaciones para las familias de las víctimas.

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