Las ‘betches’: inmensamente superficiales y orgullosas de serlo

Materialistas, ambiciosas, cotillas y con las únicas metas de estar guapas y delgadas. Así son las integrantes de nuevo espécimen que acaba de nacer para desgracia de sus padres e inspiración de guionistas y escritores.

Merrick Morton (Everett Collection / Everett Col)

Hasta ahora el peor insulto que se le podía decir a una mujer en inglés era bitch (perra). Pero si se es una betch –según el Urban Dictionary: otra forma de decir bitch pero que suena un millón de veces mejor y te hace sentir cool– la cosa cambia. Para algunos seguirá siendo algo peyorativo, mientras que para otros significará el culmen de lo selecto y lo realmente divertido, en un mundo en el que la capacidad de sorpresa se ha estirado ya hasta el límite. El New York Times escribía hace poco ...

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Hasta ahora el peor insulto que se le podía decir a una mujer en inglés era bitch (perra). Pero si se es una betch –según el Urban Dictionary: otra forma de decir bitch pero que suena un millón de veces mejor y te hace sentir cool– la cosa cambia. Para algunos seguirá siendo algo peyorativo, mientras que para otros significará el culmen de lo selecto y lo realmente divertido, en un mundo en el que la capacidad de sorpresa se ha estirado ya hasta el límite. El New York Times escribía hace poco un artículo sobre este nuevo fenómeno social protagonizado por chicas de entre 18 y 24 años, en su época de universidad y con un alto nivel de vida y poder adquisitivo. El periódico empezaba describiendo a este colectivo como “mujeres materialistas que se mantienen a base de café helado y Coca Cola Light, para las que las tres reglas más importantes de sus vidas son: No ser una chica fácil. No ser pobre. No estar gorda”.

A simple vista el estereotipo puede sonar demasiado familiar y remitirnos directamente a la pija, hija de papá, a la que en más de una ocasión hemos querido estrangular, pero aunque las betches guardan ciertas similitudes con estos angelitos, tienen su personalidad propia y tantas caras como un poliedro.

Las primeras en registrar este nuevo espécimen y sacarles rentabilidad fueron tres supuestas betches: Jordana Abraham, de 23 años y Samantha Fishbein y Aleen Kuperman, ambas de 24, que lanzaron la web Betches Love This cuando todavía eran estudiantes y compañeras de piso. Su intención era escribir los estatutos de este nuevo grupo social de forma satírica y divertida. Los resultados a día de hoy son 140.000 seguidores en Twitter y cuatro millones de visitas al mes, lo que les permite ganarse la vida y pagar sus apartamentos del East Side, en Manhattan, donde viven las tres, muy cerca unas de otras. El éxito del portal las ha llevado a escribir un libro Nice is just a place in France: How to win at bassically everything, (Gallery Books), que es número uno en la categoría de libro de humor en iTunes y que ha entrado en la lista de bestsellers del New York Times, sin olvidar su línea de ropa y accesorios, que venden en el mismo portal.

Ojear durante una hora esta página web podría provocar un ataque de nervios a cualquier padre o madre mínimamente preocupado por el futuro de sus hijas, especialmente si da con el artículo titulado How to manipulate your parents into thinking they raised a normal child (Cómo manipular a tus padres hasta hacerles creer que han criado a un niño norma). Muchos solo ven un compendio, en concentraciones muy altas, de lenguaje soez, mal ejemplo y opiniones políticamente incorrectas, racistas y clasistas. Pero para los miles de seguidores, como Kylie Gilbert, de 21 años, la opinión es bien distinta, como declaraba al New York Times, “básicamente dicen cosas que muchas de nosotras pensamos, pero que jamás nos atreveríamos a decir en alto”. Jordana Abraham, una de las autoras declaraba al mismo diario “solo proporcionamos un espacio para que la gente se ría de estos comportamientos”.
 

Kevin Winter (Getty Images)

Paris Hilton y Kim Kardashian, gurús de las ‘betches’, posan cual amiguísimas en 2006.

Getty


¿Cómo detectar cuando uno esta frente a una real betch? Post por post uno va descubriendo en la página web las múltiples facetas de su personalidad: van al baño en grupo, compran ropas caras con cargo a la tarjeta de crédito de papá, son activas en las redes sociales y en Instagram y les gusta hablar de las celebrities. Entre sus ídolos, de todos conocidos, están: Paris Hilton, las hermanas Kardashians, la familia real británica, Ivanka Trump, Rumer Willis y Suri Cruise. Devoran la prensa rosa, aunque alardean de no estar al tanto de las noticias ni la actualidad –“bueno si acaso como inspiración para pensar en el traje que llevar en la fiesta de Halloween” se lee en un post titulado Not keeping up with the news (No seguir las noticias). Otra de sus características es su peculiar lenguaje en el que abundan expresiones que quieren decir todo y no dicen nada como It’s like whatever –es como cualquier cosa– y su pasión por las abreviaturas. Las betches tienen también sus destinos favoritos como Barcelona, Munich o los Hamptons, además de Inglaterra, auténtico paraíso para este club. All things British (Todas las cosas inglesas) uno de sus artículos más ingeniosos, apunta como “ser inglés te da la habilidad de parecer clásico y elegante aunque no le seas”. Otros beneficios de vivir en Londres es poder tomar el té en Harrods y, puesto que “la comida es una mierda”, no se corre el riesgo de engordar.

Pero si nos adentramos más a fondo en la filosofía de las betches veremos que ésta se sustenta en unos pocos pilares. Para empezar lo importante es ante todo estar maravillosa y tener una gran personalidad, lo que puede ahorrarnos muchos sinsabores de la vida diaria tales como trabajar. La web propone impagables consejos para que las universitarias consigan que otro les haga sus deberes: “el amigo que quiere follarte” o “la chica que quiere ser tu compañera”. Saltarse la cola de las discotecas y no pagar por nada son otras de las ventajas de estar deslumbrante. “Si gastas más de 15 dólares en un club es que necesitas perder 20 libras de peso”, dicen y más adelante apuntan que “las únicas cosas en las que una auténtica betch debe gastar su dinero son sus tampones e inyecciones para aumentar los labios, de las que nadie debe enterarse”.

Las autoras de ‘Betches love this’ ya tienen libro en el mercado.

Amazon

Estar radiante es sinónimo de estar delgada y para eso no hay que escatimar en trucos para perder peso. Uno de los post de este portal, que instaba a no pedir nada cuando se comía en grupo en un restaurante, tuvo que ser retirado por ser tachado de promover la anorexia. Un fan lo leyó y estuvo dos semanas sin comer.

En temas de sexo, las auténticas betches gustan de iniciarse pronto en estas materias pero siempre dejando claro su superioridad respecto a la del varón. Para empezar, una regla de oro es no acabar en la cama en la primera cita. La web proporciona también respuesta a las preguntas de las lectoras. Una de ellas parece interesada en saber si las felaciones están permitidas la primera vez. La respuesta no se hace esperar y después de aclarar que el sexo oral es también sexo continúan: “ de hecho, las mamadas son más intimas que el sexo. Con el coito los dos estáis sudando, poniendo partes del cuerpo en los lugares diseñados para ello y pasándolo bien, pero con el sexo oral estás haciendo un servicio sin sacar nada a cambio”. Hacer algo desinteresadamente es una de las cosas más inatractivas para una 'betch', así como los 'hipsters' y el transporte público.

Las fiestas y los clubs son otras de las actividades favoritas de las betches, en las que hay que vestirse según esta máxima desgranada en un artículo titulado How to dress like a slut –Cómo vestirse como una furcia-–: “la idea es tener un nivel aceptable de decencia y, al mismo tiempo, hacer que tu padre lamente el día que decidió reproducirse”. Alcohol –sobre todo vodka por eso de tener menos calorías- y drogas –cocaína, MDMA (tienen hasta una camiseta en venta que incita a su consumo y a verstirla en festivales), hachís o marihuana– son catalizadores habituales en las noches de estas princesas.

Betches Love This trata de desdibujar la línea entre humor y realidad” comentaba al New York Times Sarah E. Kersh, una profesora de inglés de la Vanderbilt University en Nashville, EEUU, que la pasada primavera comentaba esta web en su clase con sus alumnos. “Solo veo una recapitulación de estereotipos sobre las mujeres, algunos de un nivel cruel e inalcanzable, y sobre todo, una incuestionable heteronormatividad”. Una de las autoras, sin embargo quitaba hierro al asunto y comentaba al programa de televisión norteamericano Today que “todo es una exageración. Es como el diablo que está en tu hombro y te dice cosas malas, pero que tú nunca llegas a hacer”.

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