¿Es La Habana el lugar más fotogénico del mundo?
Con cada vez menos restricciones legales para rodar en la isla caribeña, Hollywood planea su desembarco en el, hasta ahora, territorio prohibido.
Es muy posible que en muy poco tiempo La Habana sea el lugar más cool del planeta, donde se abran más restaurantes, del que se escriban más reportajes y al que cualquiera que se precie de moderno deberá ir. Por lo pronto en la Cuba, todavía comunista, ha desembarcado ya Airbnb, que a pesar de la enorme dificultad que hay en la isla para obtener una buena y rápida conexión a Internet, ya está operando. Una de las compañías que ya se ha sentado a la mesa, esperando su parte de ese jugoso pastel que hace la boca agua a muchos y que es...
Es muy posible que en muy poco tiempo La Habana sea el lugar más cool del planeta, donde se abran más restaurantes, del que se escriban más reportajes y al que cualquiera que se precie de moderno deberá ir. Por lo pronto en la Cuba, todavía comunista, ha desembarcado ya Airbnb, que a pesar de la enorme dificultad que hay en la isla para obtener una buena y rápida conexión a Internet, ya está operando. Una de las compañías que ya se ha sentado a la mesa, esperando su parte de ese jugoso pastel que hace la boca agua a muchos y que es la hipotética y futura Cuba capitalista o el, para muchos, plan B, con un sistema similar al de China, economía de mercado con un gobierno comunista.
La fiebre cubana empezó a desatarse cuando en diciembre del 2014 Raúl Castro y Barack Obama anunciaron su decisión de restablecer las relaciones diplomáticas y, más tarde, el gobierno de EEUU empezó a levantar las restricciones para que ciudadanos americanos viajasen a Cuba. París Hilton fue de las primeras en cruzar el charco en febrero del 2015 y se retrató frente al Hotel que había inaugurado su abuelo, en 1958, el antiguo Habana Hilton, hoy Habana Libre. En mayo del año pasado, la fotógrafa Annie Leibovitz retrató a Rihanna en varios enclaves de la capital cubana para la revista Vanity Fair. La cantante posó en el mítico bar la Rosa, del barrio de El Cerro, junto a un Lincon Continental 1956 Mark II, de color rojo. Un coche que fue propiedad de la esposa del dictador Batista. A la cantante se la ve en un portal con una pintada alusiva a la revolución castrista o en interiores de estilo vintage forzoso, es decir, en los que la no actualización del mobiliario no es por razones estéticas, sino por la estática situación económica. Otra tendencia a aventurar para un futuro próximo podría ser la de la influencia cubana en la decoración de interiores, con paredes con desconchados y pintura descolorida, muebles que combinan todos los estilos y colores posibles y cornisas medio rotas. Un look de palacete abandonado, que ya hay libros que recogen y proponen como Habana Style (Taschen).
El mundo de los videoclips musicales también se rinde al encanto de este rincón del Caribe. Enrique Iglesias con su Bailando, en colaboración con Descemer Bueno y Gente de Zona, y Marc Anthony con su archiconocida y tarareada La Gozadera. Ambos vídeos fueron rodados en Santo Domingo –aunque este último incluye escenas en La Habana- simulando ambientes cubanos; mientras Vivo la Vida, de Olga Tanón, se filmó en la capital del país caribeño. La consigna es siempre la misma, el artista-estrella que se mezcla con la gente de la calle y que descubre la alegría de vivir. Señoras con rulos, niños y mulatas bailando y descapotables que desfilan por calles estrechas y multicolores, que recuerdan a las de La Habana Vieja. El periódico cubano Juventud Rebelde, trataba el tema en un cierto tono de denuncia por la reiterada repetición del mismo cliché, “hay suficientes similitudes como para permitirnos hablar de un paradigma reiterado, tal vez tedioso: sin excepción recrean exactamente la misma imagen de una Cuba ideal, de postalita, colmada de mulatas y mulatos bellísimos, constantes bailoteos en la calle, gozaderas sinfín, hedonismo interminable, sensualidad sin límites…todo ello descubierto, de momento, por el cantante líder, que protagoniza una representación en la cual nos toca el papel de bullangueras comparsas”.
Pero son los directores de cine, actores y productoras los que se sienten más seducidos por un país que hasta ahora había sido la fruta prohibida que no se podía saborear, si no se quería correr el riesgo de ser expulsado del paraíso, es decir América.
Hace tan solo algunos días, como apunta un artículo de la revista No Film School, titulado Here’s What you need to know now that American filmmaking is legal in Cuba, las restricciones para rodar en la isla parecen haber desaparecido por parte de EEUU. Si hasta ahora había que pedir permiso a la Office of Foreing Assets Control (OFAC), proceso que se demoraban alrededor de un año, con la alta posibilidad de que la petición fuera denegada, ahora no hay ni siquiera que notificar a ningún organismo que uno quiere hacer una película en Cuba. Lo que si es necesario, como subraya esta publicación, es tener la autorización del gobierno cubano, que pide leer los guiones y que generalmente espera que el país no quede en mal lugar.
La nueva disposición -no olvidemos que el embargo todavía existe- da luz verde a numerosos proyectos e intenciones de hacer cine en la isla y los que han estado allí, a pesar de los muchos inconvenientes en el tema de la intendencia, parecen contentos con la experiencia. Malthew Carnahan, director de la serie House of Lies, que rodó un capítulo de la misma en La Habana, declaraba a AP News “cualquier punto en el que enfoques la cámara es el lugar más fotogénico que hayas visto nunca”. Independientemente de los problemas que el casting de la serie tenía en los hoteles, en los que las sábanas desaparecían, y el inconveniente de tener que rodar en las calles sin el equipo adecuado.
El rockero Ozzy Osbourne voló también a la isla junto con su hijo Jack para grabar un proyecto para el History Channel, una especie de parodia histórica que le ha llevado ya a lugares como el Mount Rushmore, en EEUU, o Stonehenge, en el Reino Unido.
El actor Ethan Hawke, que asistió junto con Tim Robbins el pasado diciembre a la 37 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, expresó su fascinación por el país y sueña con adaptar al cine la obra de Tennessee Williams, Real Path, y rodarla en Cuba. Universal Pictures se encontraba, a finales del pasado año, en proceso de buscar la aprobación de los gobiernos de EEUU y Cuba para filmar en la isla una parte de la octava entrega de la saga Fast and Furious, protagonizada por Vin Diesel, y la cadena de televisión Starz, laboratorio de series como Outlander o Flesh and Bone, planea producir una nueva, dirigida al público latino, Santería, que estaría ambientada en el país caribeño.
Yassiel Iglesias es un cineasta cubano que vive en Nueva York y trabaja de asistente de profesor en la New York Film Academy. Ha realizado el largometraje La isla escogida, sobre la comunidad judía en Cuba, y un corto, Lois, que compite ahora mismo en diferentes festivales y que trata sobre el descubrimiento de la sexualidad de una chica, que resulta ser Lois Lane, la novia de Superman. Según Iglesias, el afán de ir a rodar a su país se debe sobre todo a que “es un lugar que ha estado prohibido durante mucho tiempo y que conserva esa atracción de las cosas malditas. La gente quiere ver como es Cuba con sus propios ojos, comprobar qué hay de verdad y qué hay de leyenda. Es también, en cierta manera, un viaje en el tiempo, no solo por los decorados o coches antiguos, sino por la manera de vivir, de relacionarse, de comunicarse. Allí todavía impera el ir a hablar con alguien, confiar en algo, creer en un proyecto y no estar interesado solo en el aspecto económico. Yo siempre hago mis películas en Cuba. Allí todavía puedes encontrar gente que colabore sin nada a cambio, solo porque quiere formar parte de ese trabajo. Cuba es una experiencia personal. Mi único miedo es que ahora se empiece a dar prioridad a los proyectos que mejor paguen, que traigan más dinero al país y no a cineastas independientes, con menos recursos económicos. No me gustaría que pasase como antes, que los turistas iban a determinados sitios en los que los cubanos no podían entrar”.