Si quieres ganar el Óscar, huye del festival de Cannes
Dos de las películas con mayor proyección en la carrera hacia la estatuilla han renunciado a participar en el festival para mantener intactas sus opciones. ¿Es el principio del fin para la gran cita del cine?
Primero fue la guerra con Netflix. Ya saben, el veto a la plataforma de streaming por negarse a estrenar las películas que compitan en el festival en las salas de exhibición francesas. Después vino la prohibición del selfie, un desafío a uno de los pilares fundamentales de la generación millennial y que impedirá a los curiosos que se acerquen hasta la alfombra roja de la Croisette llevarse una de esas preciadas instantáneas desenfocadas con las estrellas. Para terminar de encender el fuego, ahí está también ...
Primero fue la guerra con Netflix. Ya saben, el veto a la plataforma de streaming por negarse a estrenar las películas que compitan en el festival en las salas de exhibición francesas. Después vino la prohibición del selfie, un desafío a uno de los pilares fundamentales de la generación millennial y que impedirá a los curiosos que se acerquen hasta la alfombra roja de la Croisette llevarse una de esas preciadas instantáneas desenfocadas con las estrellas. Para terminar de encender el fuego, ahí está también la proyección secuestrada de lo último de Terry Gilliam o la escasa (e indignante) representación de directoras en la sección oficial. La 71º edición del festival de Cannes arranca con más incógnitas que respuestas, con su estatus como certamen canónico más en entredicho que nunca y con una tara aún más preocupante para su futuro: la ausencia de películas de primer nivel en su cartel. ¿Qué ha provocado el éxodo de celebrities de la Costa Azul?
La revista especializada Variety publicó las primeras sospechas a pocos días de la ceremonia de apertura. Según sus informaciones, varios proyectos de primer nivel “han rechazado las invitaciones” para presentar sus filmes en Cannes. Entre los más sonados estarían, por ejemplo, el remake de Ha nacido una estrella dirigido por Bradley Cooper y protagonizado por Lady Gaga. Y también otra versión, la del clásico de terror de Dario Argento Suspiria, encabezado por una Dakota Johnson que tuvo que acudir a terapia psicológica debido a la dureza del contenido de la misma. La ausencia de tres estrellas del calibre de las mencionadas no solo afecta a lo atractivo del cartel, también a una relevancia mediática de la que adolece actualmente el reconocido como festival más importante del mundo. En esta septuagésimo primera edición, además de las actrices presentes en el jurado como Cate Blanchett (presidenta del mismo) o Kristen Stewart, y la delegación española que ya ha desfilado en la jornada inaugural encabezada por Penélope Cruz y Javier Bardem (Todos lo saben), los nombres más conocidos que pasearán por la Croisette serán los de Uma Thurman, Adam Driver, Andrew Garfield o Emilia Clarke.
“Según fuentes internas, un gran número de cineastas independientes han sido advertidos de que si quieren un Óscar, Cannes aparece demasiado pronto en el calendario, y ahí están los resultados dispares de filmes como Carol, Foxcatcher o Loving”. Los festivales de Venecia, Toronto o Telluride tienen lugar en fechas más cercanas a la entrega de la estatuilla y son geográficamente más accesibles a los votantes de las mismas. El historial reciente confirma las sospechas. La ganadora del Óscar a la mejor película de este año, La forma del agua, se estrenó en Venecia, llevándose además el León de Oro en el certamen italiano. Por el contrario, para toparse con la última película mostrada por primera vez en Cannes en llevarse la estatuilla más preciada hay que remontarse a 2011 con The Artist. A partir de ahí, Argo (Telluride), 12 años de esclavitud (Telluride), Birdman (Venecia), Spotlight (Venecia) y Moonlight (Telluride), también comenzaron su andadura comercial muy lejos de la costa francesa.
Okja, The Florida Project, En realidad, nunca estuviste aquí, El sacrificio de un ciervo sagrado, La seducción… La cosecha de filmes con aspiración a premio presentados en la pasada edición es el mejor ejemplo de lo difícil que es no llegar desfondado a las puertas de Dolby Theatre. Estrenar en Cannes supone un ticket dorado para que tu filme sea abrazado por cualquier certamen posterior, un honor que aparecerá en un lugar privilegiado en el cartel y que atraerá a un buen número de indecisos en las taquillas, pero también significa un compromiso de diez meses de promoción internacional de la película que una inmensa mayoría de estrellas no pueden aceptar sin comprometer futuros proyectos. Aunque películas como Call Me By Your Name comenzaron su exhibición incluso antes en el festival de Sundance, hablamos normalmente de filmes de corte independiente con elencos compuestos por actores semidesconocidos o lejos de la lista A de Hollywood. Tras el éxito profesional cosechado a raíz de este romance homosexual, parece improbable que Armie Hammer o Timothée Chalamet pudieran volver a implicarse tan concienzudamente en promociones venideras.
El veto a Netflix conlleva que algunos de los tótems del cine internacional que han decidido pasarse a la plataforma de vídeo bajo demanda, como Alfonso Cuarón o Martin Scorsese, también queden descartados como potenciales aspirantes a la Palma de Oro. Y otro dato que no por curioso es menos relevante, atiende a la histórica dureza de la crítica y público que asiste a las proyecciones, muy lejos de la benevolencia de otros certámenes. Los abucheos en las salas de Cannes son una tradición tan arraigada en el festival como las botellas de Moët & Chandon en los yates atracados en el puerto. Clásicos como Taxi Driver o Pulp Fiction se llevaron pitos y abucheos tras su premiere aquí.
La otra cara de Cannes, la del mercado cinematográfico y la de las fiestas, también se ha resentido este año más que nunca. El apartado meramente comercial atraviesa una etapa de profunda transformación a raíz de las agresivas inversiones de plataformas de streaming como Netflix, que dejan fuera de juego a las distribuidoras independientes. Por si fuera poco, la cuota de glamour aportada por las decenas de fiestas celebradas durante la duración del certamen parecen haberse extinguido con la carrera de Harvey Weinstein. El productor era una de las caras principales de la vida nocturna y anfitrión de eventos tan exclusivos como la gala AmfAR. Tras conocerse las acusaciones de abuso sexual contra su persona, esta velada celebrada en el lujoso Hotel du Cap que recauda fondos para la lucha contra el SIDA, ha perdido a varios de sus patrocinadores y el apoyo de estrellas como Sharon Stone y Pharrell Williams, que debían haber ejercido de anfitriones en la edición vigente. No hay nada que celebrar este año en Cannes.