Las periodistas que destaparon el ‘caso Weinstein’: «La gente piensa que esta historia es sobre sexo, pero en realidad es sobre poder»
En 2017 Megan Twohey y Jodi Kantor publicaron en ‘The New York Times’ el escándalo de los abusos sexuales del productor cinematográfico. Un premio Pulitzer y tres años después, hablamos con ellas sobre el futuro de #MeToo y ‘She Said’, el libro sobre sus pesquisas, una obra repleta de escenas detectivescas y encuentros furtivos con fuentes y actrices que Libros del KO publicará en España en 2021.
Cuando dieron al botón de «publicar» aquella mañana de octubre de 2017 a la pieza de investigación titulada Harvey Weinstein pagó para silenciar acusaciones de abuso sexual durante años no sabían que estaban iniciando un terremoto que provocaría la caída de uno de los hombres más poderosos de Hollywood y cuya onda expansiva, convertida en movimiento social, llegaría hasta nuestros días. Megan Twohey y Jodi Kantor nos hablan en el tercer aniversario ...
Cuando dieron al botón de «publicar» aquella mañana de octubre de 2017 a la pieza de investigación titulada Harvey Weinstein pagó para silenciar acusaciones de abuso sexual durante años no sabían que estaban iniciando un terremoto que provocaría la caída de uno de los hombres más poderosos de Hollywood y cuya onda expansiva, convertida en movimiento social, llegaría hasta nuestros días. Megan Twohey y Jodi Kantor nos hablan en el tercer aniversario del #MeToo y de She Said, el libro que recoge toda la investigación.
¿Cuáles son los retos que tiene por delante el movimiento?
Megan: Quedan tres preguntas sin resolver. La primera: ¿Cuál es el alcance del comportamiento bajo escrutinio? ¿Estamos hablando de acusaciones graves de violación y casos claros de acoso sexual o también de encuentros perturbadores con matices? La segunda: ¿Cuánto nos remontamos en el tiempo? ¿Los noventa, los ochenta? Y ¿cuál es el método para determinar qué sucedió cuando alguien hace una acusación? Los periodistas sabemos cómo hacerlo: a través de la corroboración, la debida diligencia y acudiendo al acusado para asegurarnos de que tenga el tiempo suficiente para responder a todas las acusaciones en nombre de la equidad y de la precisión. Pero en el tribunal de la opinión pública, ¿cuál es el medio para determinar qué sucedió? ¿Cuál es la verdad y cuáles son los hechos? Y luego, la tercera es la cuestión de la responsabilidad. ¿Cuál es el castigo? ¿Cómo es la redención? ¿Cuándo puede regresar alguien después de haber sido acusado de conducta sexual inapropiada? No estamos seguras de cuál es la respuesta, pero uno no puede resolver un problema que no puede ver, y nuestro papel como periodistas es continuar sacando los hechos a la luz.
¿Por qué decidisteis escribir un libro sobre vuestra investigación?
Jodi: Sentimos que estos hechos nos pertenecen a todos, no solo a nosotras. Queríamos llevar a los lectores entre las bambalinas de esta investigación, desde las primeras llamadas, cuando hablamos con las actrices, hasta nuestros enfrentamientos finales cara a cara con el propio Weinstein antes de la publicación. También queríamos demostrar que creemos que los hechos pueden producir un cambio social. Es un momento tan difícil en el mundo, la cuestión de cómo avanzamos colectivamente es tan confusa… Ninguna de las mujeres que participaron en nuestra investigación tenía idea de a qué conduciría, no pensaban que llevaría a un ajuste de cuentas mundial. Queríamos mostrar cómo elecciones individuales valientes llevaron a algo mucho, mucho más grande.
¿Cómo lograsteis que las actrices se abrieran? Muchos otros periodistas habían intentado conseguir esta exclusiva sin éxito.
Megan: Algunas de nuestras fuentes, personas que habían trabajado con Harvey Weinstein o que habían estado en su órbita, nos decían: «¡Una vez hablé con un periodista y mataron la historia, no vais a poder hacerla! Weinstein va a utilizar todo su poder para pararos». Nosotras, una y otra vez, les decíamos que cuando nos presentábamos en su puerta, lo hacíamos con el respaldo de nuestro medio y que estábamos decididas a publicar la verdad. Pero eso no significa que la gente nos abriera la puerta. Jodi y yo somos periodistas de investigación. No conocíamos a ninguna actriz ni a nadie de Hollywood. No es lo que cubrimos normalmente. Y sabíamos que, especialmente las actrices, pagan por estar blindadas. No puedes llamar a sus agentes y pedirles una entrevista sobre una agresión sexual. Nos dimos cuenta de inmediato de que tendríamos que llegar a ellas directamente. Conseguir un número de teléfono era una investigación en sí misma. Pero a medida que comenzamos a hacer más y más llamadas, encontramos a gente que había oído rumores sobre Weinstein y que nos querían ayudar. Nos empezaron a pasar el número de teléfono de esta actriz, el correo electrónico privado de esta otra… Una de las cosas que fue increíble al escribir este libro es que podemos mostrar muchos de esos intentos fallidos. Cuando Jodi llamó por primera vez a Rose McGowan le dijo: «No quiero hablar contigo». Nadie sabía que Gwyneth Paltrow se convirtió en una fuente realmente crucial para nosotras, no solo compartiendo su historia sobre Weinstein, sino llegando a otras actrices.
Hablando de Gwyneth Paltrow, en el libro queda claro que a Weinstein le obsesionaba que hubiera hablado con vosotras. ¿Cómo definiríais el papel de la actriz en la investigación?
Jodi: Cuando oímos la historia de Paltrow por primera vez, se nos encendió una bombilla. Ella había sido la mayor estrella de Weinstein, la primera dama de Miramax, había ganado el Oscar para la productora. Y siempre ha estado en la cima de la pirámide de poder de Hollywood. Pensamos: «Si Paltrow no es inmune, ¿cómo de grave es esto? ¿Quién más podría haber sido víctima?». Hace años, Weinstein le había pedido a Paltrow que no hablara con otro medio sobre lo que había sucedido. Una vez que lo hiciera, todas las fichas de dominó iban a caer. Estaba claro que Paltrow simbolizaba lo generalizado que era esto. Además, su historia es realmente interesante porque no contiene algunos de los elementos físicos horribles de las historias de otras mujeres. Pero lo que es significativo es que su trabajo estaba en juego. Tenía un papel protagonista, y él la amenazó si le contaba a alguien lo que había hecho. La gente piensa que esta historia es sobre sexo, pero en realidad no lo es. Todo esto trata de poder. Y de trabajo. Lo que todas estas mujeres tienen en común es que querían una oportunidad. Querían convertirse en personas exitosas como el propio Weinstein. Él usó esa esperanza.
“Cuando oímos la historia de Paltrow por primera vez se nos encendió la bombilla. Ella estaba en lo alto de la pirámide. ¿Quién más había sido víctima?”
Otro de los patrones de vuestra investigación son los acuerdos extrajudiciales y de confidencialidad que muchas de las víctimas de Weinstein tuvieron que firmar. ¿Qué aprendisteis sobre estos mecanismos con los que se abordan casos de acoso sexual?
Megan: Terminó siendo una radiografía sobre el abuso de poder y sobre cómo figuras poderosas como Weinstein son capaces de cubrir sus huellas y seguir haciendo daño. Había mujeres que encontramos durante nuestra investigación a las que se les prohibía legalmente contarnos lo que les había sucedido porque los abogados las habían alentado a firmar, a coger dinero a cambio de silencio. Nos dimos cuenta de que esos acuerdos secretos eran extremadamente frecuentes en Estados Unidos. Se convierten en el medio o método de facto para hacer frente a las denuncias de acoso sexual y, en algunos casos, de agresión sexual. Nadie dice que las víctimas no deban recibir una compensación económica por lo que experimentaron, pero vimos que existía toda esta industria de acuerdos de confidencialidad que habían permitido a los depredadores cubrir sus huellas y seguir adelante. Estas mujeres no pueden contarles a sus amigos o familiares lo que sucede. No pueden decírselo a un terapeuta o a sus maridos. Las obligan a permanecer en completo silencio.
Megan, investigaste las acusaciones contra Donald Trump antes de las elecciones de 2016. ¿Por qué Weinstein desencadenó el movimiento #MeToo y otros casos no? ¿Qué tiene de especial esta historia?
Megan: Las acusaciones que se hacen en el ámbito político, ya sea contra Donald Trump, Bill Clinton o Clarence Thomas [juez de la Corte Suprema de EE UU] se vuelven inevitablemente complicadas, sobre todo en un momento en el que nuestro país está tan polarizado. Ambos bandos usan las acusaciones para luchar contra el otro. Muchas veces las mujeres son una especie de daño colateral. Dicho esto, creo que ver las acusaciones contra Trump en las páginas de The New York Times y escuchar su audio presumiendo de agredir sexualmente a mujeres, tuvo un efecto y ayudó a preparar el escenario para un ajuste de cuentas en torno al acoso y las agresiones sexuales en Estados Unidos. Hubo mucha gente en el país, mujeres y hombres también, que estaban indignados. Se abrió la espita. También creo que esta fue una de las primeras historias en las que las mujeres eran más famosas que los acusados. Durante mucho tiempo, las mujeres han tenido miedo a sufrir daños en su reputación o sus carreras si hablaban. En algunos casos se sentían avergonzadas. Creo que ver a estas actrices famosas, de alguna manera perfectas e intocables para la sociedad, dar un paso al frente y decir «Esto me ha pasado a mí», ayudó a romper algunos de los factores culturales que habían impedido hablar a las mujeres.