Compenetrados para dar la nota: cómo Jada y Will Smith han convertido su carrera a los Oscar en un circo

El actor de 53 años ha ganado el Globo de Oro y ha conseguido con su trabajo en El método Williams alzarse como favorito para ganar el Oscar. Sin embargo, su frenética y agotadora omnipresencia mediática, centrada en la confesión de asuntos personales de toda índole, amenaza con jugar en su contra.

Hace mucho tiempo que los premios Oscar dejaron de ser un asunto meramente cinematográfico. Y si hay algo que demuestre su crédito y valor no es el impacto, discutible cuando menos, que supone recibir dicho honor en las carreras de los afortunados. Tampoco las audiencias mareantes de su emisión televisiva o la expectación y visibilidad que otorga su alfombra roja. Lo que sigue dotando de un prestigio perenne a la estatuilla son los múltiples y afanosos esfuerzos de aquellos intérpretes que anhelan alzarse con ella. Estrellas millonarias admiradas en todo el mundo, en la cúspide de su profesión...

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Hace mucho tiempo que los premios Oscar dejaron de ser un asunto meramente cinematográfico. Y si hay algo que demuestre su crédito y valor no es el impacto, discutible cuando menos, que supone recibir dicho honor en las carreras de los afortunados. Tampoco las audiencias mareantes de su emisión televisiva o la expectación y visibilidad que otorga su alfombra roja. Lo que sigue dotando de un prestigio perenne a la estatuilla son los múltiples y afanosos esfuerzos de aquellos intérpretes que anhelan alzarse con ella. Estrellas millonarias admiradas en todo el mundo, en la cúspide de su profesión y de su fama que, sin embargo, no dudan en bajar al barro cada invierno en busca de ese minuto de discurso emocionado que legitime su trayectoria, talento y posición privilegiada en la meca del cine.

La carrera hacia el premio nos ha dejado en los últimos años más titulares que la propia gala: la cruzada personal de Leo DiCaprio que casi acaba costándole la salud, el prefabricado affaire entre Lady Gaga y Bradley Cooper por Ha nacido una estrella o la decepción de una Jennifer Lopez que, pese a su omnipresencia mediática, acabó sin nominación, pero dando pie a un movimiento en la comunidad latina que obligó a pronunciarse hasta al mismísimo alcalde de Los Ángeles. Este año, con una Gaga más comedida que de costumbre –solo ha dicho que necesitó ayuda psiquiátrica por la intensidad de su papel en La casa Gucci–, es otra estrella, Will Smith, la que ha decidido apostarlo todo, incluso su inmaculada imagen pública, con tal de alzarse con su primer Oscar el próximo 27 de marzo.

Tanto Jada como sus hijos Jaden y Willow han acompañado a su padre en la promoción de su última película.Getty (Getty Images)

En los últimos tres meses, Smith ha multiplicado su presencia en los medios de comunicación. Y lo ha hecho abriéndose en canal, revelando vivencias y pensamientos como para concebir varios guiones cinematográficos, a cada cual más insólito. A saber: confesó que contempló matar a su padre por los malos tratos que este ejercía sobre su madre, que ha tenido pensamientos suicidas, que mantiene una relación abierta con Jada que no recomienda a nadie, que la voracidad sexual en su juventud le llevaba incluso a vomitar tras tener un orgasmo, que tiene la sensación de haber fallado a todas las mujeres con las que ha interactuado, que su último contacto con su padre antes de morir fue a través de videollamada, que a los 22 años estaba arruinado, que tuvo que pedir prestados 9.000 euros a un traficante de drogas para pagar a Hacienda y que una de sus fantasías recurrentes era la de viajar por el mundo con un harén de 20 mujeres, entre las que se encontraba la actriz Halle Berry.

El río de confesiones extravagantes comenzó el pasado mes de septiembre, coincidiendo con el estreno mundial de El método Williams, la película que podría darle al actor de 53 años su ansiada estatuilla. El filme sacrifica el aspecto más sombrío de las tácticas utilizadas por el progenitor y arquitecto del éxito sobre la pista de tenis de las hermanas Williams para convertirse en un vehículo de carácter familiar, buenista y supuestamente inspirador, concebido para mayor lucimiento de su protagonista. Tras perder el Oscar al mejor actor en las dos anteriores nominaciones, por Ali y En busca de la felicidad, solo Benedict Cumberbatch (El poder del perro) parece capacitado para disputarle el premio al máximo favorito para subir triunfal al escenario del Dolby Theatre. De cosecharlo, Smith sería solo el quinto intérprete negro en ganar el galardón al mejor actor.

El actor da vida en el filme a Richard Williams, el severo padre de Venus y Serena.Warner Bros (©Warner Bros/Courtesy Everett C)

Pero uno de los contratiempos que puede dar al traste con su candidatura es el pobre paso por la taquilla estadounidense del filme, lastrado por su estreno simultáneo en salas y plataformas de streaming (en España llega el 21 de enero). Para contrarrestarlo, Smith lo ha apostado todo a una estrategia de promoción que consiste en mantener vivo su nombre en la mente de espectadores y académicos a cualquier precio. Relegando a un segundo plano el contenido relacionado con una película de escasa controversia, insípida desde el punto de vista cinematográfico, y enfocándolo sobre sí mismo y su familia. ¿Surtirá efecto este premeditado estrés informativo o acabará pasándole factura la apuesta de convertir los tabloides en embajadores de su candidatura?

Además de los ejemplos antes mencionados, que suponen una mera selección entre toda la ristra de estrafalarias declaraciones, el de Filadelfia también ha protagonizado una docuserie en su canal de YouTube sobre cómo ponerse en forma afrontando el –bastante asumible– reto de perder diez kilos en 20 semanas. Más allá del estreno de El método Williams, los lanzamientos de su libro de memorias –Will– y del documental Bienvenidos a la Tierra de National Geographic han ejercido como altavoces mediáticos extra para el artista.

Que este empañamiento repentino de su impoluta imagen pública, que hizo de él en una de las estrellas más queridas y mejor pagadas del planeta, forma parte de una estrategia pensada y deliberada lo confirman perfiles como el que le dedicó hace unas semanas The New York Times, que abría con el titular Will Smith se ha cansado de ser perfecto. Para el espectador, esa ruptura con su perfil folclórico se explicitará en 2022 con el estreno del reboot de El príncipe de Bel-Air, que dejará a un lado el tono humorístico de la serie original para apostar por el drama y tratar problemáticas de actualidad como el racismo y el clasismo.

Pero por si la exposición pública del actor no fuera suficiente, su esposa desde 1997, Jada Pinkett-Smith, también ha querido sumarse en las últimas semanas a la irrefrenable verborrea de su marido. En su programa de entrevistas Red Table Talk, que se emite en Facebook, la intérprete de Matrix Resurrections se ha abierto a su público en las últimas semanas hasta el punto de retransmitir una de sus colonoscopias, confesar que sufre alopecia y sincerarse sobre sus adicciones de juventud, considerándose “un milagro andante” tras consumir con asiduidad éxtasis, marihuana y alcohol. Los hijos del matrimonio, Jaden y Willow, también han incrementado estos días su presencia en prensa escrita y eventos públicos.

Tal es la extenuación que ha despertado la familia entre los internautas, que un usuario llamado Dexter Morales impulsó una campaña a través de la plataforma Change.org para pedir a los medios de comunicación que jamás volvieran a entrevistarlos. A la petición se han sumado cerca de 24.000 firmantes en menos de un mes, compartiendo su hastío recurrente ante cada declaración extravagante del matrimonio. “Todo lo que sé sobre esta pareja ha sido en contra de mi voluntad, liberadnos”, “he aprendido más sobre ellos en tres meses que en diez años”, “me agotan sus historias” o “siguen intentando hacernos tragar sus historias personales y, francamente, no nos importa nada” son algunos de los comentarios más compartidos por los partidarios de la campaña.

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