Jamie Lynn, la hermana de Britney Spears que huyó al pueblo para sobrevivir en la sombra
La hermana menor de la estrella del pop, que se hizo un nombre por sí misma siendo todavía una niña gracias a la serie de televisión Zoey 101, celebra su 30 cumpleaños mientras trata de volver a la primera línea después de desaparecer de Hollywood durante más de una década.
“La suya es una carrera forjada en el escándalo”, alegó una periodista del US Weekly. “Parecía imposible superar a la descarriada de su hermana, pero lo ha conseguido. Ya no es un modelo de conducta para las niñas”, corroboró Los Angeles Daily News. “No era tan inocente como parecía”, ...
“La suya es una carrera forjada en el escándalo”, alegó una periodista del US Weekly. “Parecía imposible superar a la descarriada de su hermana, pero lo ha conseguido. Ya no es un modelo de conducta para las niñas”, corroboró Los Angeles Daily News. “No era tan inocente como parecía”, añadió la revista Forbes. Cuando en el año 2007 Jamie Lynn Spears anunció en la portada del tabloide OK Magazine que esperaba su primer hijo con solo 16 años, la prensa sensacionalista vio en ella a la víctima perfecta. Solo unos meses después de que su hermana Britney tocara fondo con aquel –icónico ya– rapado de cabeza y atacara con un paraguas a los paparazzi que la perseguían para retratar su hundimiento, la que hasta ahora había sido considerada como oveja blanca de la familia comenzó a ver cómo teñían su lana de negro. Hasta entonces ídolo de la televisión infantil y actriz franquicia de la multinacional de entretenimiento Nickelodeon, su embarazo prematuro puso fin a una brillante carrera y la obligó a huir del ojo público. Catorce años después de aquello, la hermanísima de la gran estrella pop reclama su sitio.
Jamie Lynn Spears celebró el pasado domingo 4 de abril su 30 cumpleaños con la misma cotidianidad que ha reinado en su vida durante la última década: escondiendo huevos de Pascua para que sus hijas sigan el tradicional juego de encontrarlos. Solo hay dos cosas extraordinarias en su muy corriente perfil de Instagram: el número de seguidores (supera los dos millones) y su apellido, que revela su honorable pedigrí familiar. Pese a esta apariencia de normalidad y su juventud, la actriz y cantante natural de Nueva Jersey ha vivido casi tantas vidas como su hermana mayor y se encuentra actualmente en los albores de una nueva.
Después de doce años fuera del foco mediático, el pasado otoño la actriz y cantante volvió a reactivar una carrera hollywoodiense que parecía amortizada. Lo hizo con un papel de reparto en la serie Dulces magnolias, una arquetípica comedia romántica con gran éxito de público en Netflix (está renovada por una segunda temporada) y que sorprendió con la inesperada presencia de la intérprete en su reparto. “Echaba de menos actuar y me alegra mucho poder volver a hacerlo. Era la ocasión perfecta en el momento perfecto”, declaró a la revista Entertainment Tonight.
La última vez que Spears se puso delante de la cámara fue en 2008, en el último capítulo de la ficción Zoey 101, que durante cuatro temporadas la había convertido en una de las reinas de la televisión infantil. La serie, que consiguió una nominación al Emmy, versaba sobre el día a día de una joven y su grupo de amigos en un colegio privado californiano y la actriz, que había debutado delante de la pantalla con apenas nueve años, consiguió hacerse un nombre lejos de la sombra de su hermana. Una versión para todos los públicos, alejada de la controversia, los besos lésbicos y los escándalos maritales que acompañaban a la cantante de Toxic. “Aunque sea la estrella en alza de Viacom (el conglomerado de entretenimiento dueño de Nickelodeon), podría presenciar cómo se cierran las puertas para ella muy pronto”, anticipaba un artículo de la época. Dicho y hecho. Pocos días después de que se confirmara su embarazo junto al que era su novio por aquel entonces, el también actor Casey Aldridge, Viacom anunció la cancelación de la serie. También en aquel momento Spears peleaba por el papel de Bella en la saga juvenil Crepúsculo, que finalmente fue a parar a manos de una Kristen Stewart que vio catapultada su carrera.
“Imagina estar asustada y avergonzada y tener detrás a 25 fotógrafos siguiéndote. Sentía que estaba decepcionado a todo el mundo”, evocó la actriz en el programa de televisión Today el pasado año. Defenestrada de la industria y acosada por la prensa, Spears decidió alejarse de las colinas de Los Ángeles y regresar a su lugar de nacimiento, Kentwood, un pequeño pueblo en el sureño estado de Luisiana de poco más de dos mil habitantes. Unos años después se mudó a Nashville, cuna del country, donde trabajó como letrista de varios artistas e incluso lanzó su propio EP. Conoció a su marido de la actualidad, un empresario llamado Jamie Watson, “un tipo normal con un trabajo normal”, que decía desconocer su historial familiar y junto a quien volvió a ser madre de su segunda hija, Ivey. Hoy la artista trata de resucitar Zoey 101 como serie de televisión para las nuevas generaciones, y hasta ha lanzado una nueva versión del tema de inicio de la serie, cantado a dúo con su hermana en el original.
Precisamente ha sido la convulsa trayectoria vital de Britney la que sistemáticamente ha vuelto a centrar los focos de la opinión pública sobre ella durante esta década de refugio mediático. “Queridos medios de comunicación, tratad de no repetir los errores del pasado. Mirad donde nos llevaron. Hacedlo mejor”, escribió en su cuenta de Instagram el pasado febrero después de que se emitiera el polémico documental de The New York Times Framing Britney Spears. Sumida en medio de la larga batalla judicial y mediática que ha dado pie al movimiento #FreeBritney, que pide que la cantante recupere la independencia legal y financiera que el padre de ambas, Jamie Spears, tutela desde hace años; la hermana menor se ha mantenido siempre de parte de su madre, Lynne, divorciada desde 2002 y enfrentada a su exmarido por su férreo control de los designios de la cantante.
La relación entre Britney y Jamie Lynn ha conseguido superar el paso del tiempo y los tumultuosos episodios vividos por ellas, hasta el punto de que la cantante decidió pasar varias semanas del confinamiento forzado en la residencia familiar de su hermana menor, en Nueva Orleans. Sus hijas presumen de los bolsos que la tía Britney les regala en ‘stories’ de Instagram y Jamie Lynn se ha mostrado siempre comprensiva y protectora con ella. “Sé lo que es tener a todo el mundo mirándote y juzgándote. Tengo mucha compasión por ella. Todavía es joven, está madurando y tratando de saber quién es de la misma forma que lo hice yo”. Preguntada al respecto, la hermana menor ni siquiera descarta aunar sus caminos de resurrección profesional y lanzar alguna colaboración juntas. “Yo con Britney estoy disponible para lo que haga falta”, concluye.