Taylor Swift y su orientación sexual: qué sabe nadie
‘The New York Times’ ha publicado un polémico artículo sobre la posibilidad de que la cantante sea bisexual. Algo que ella ha negado en repetidas ocasiones
“Qué sabe nadie lo que me gusta o no me gusta en este mundo. Qué sabe nadie lo que prefiero o no prefiero en el amor”. Raphael grabó por primera vez estos versos de Manuel Alejandro en 1981. Más de 40 años después los podría hacer suyos otra cantante de éxito mundial.
El día 4, The New York Times publicó un artículo de opinión de más de 5.000 palabras en el que la periodista Anna Marks especula con la orientación sexual de Taylor Swift. A través de una exégesis más que interesada de a...
“Qué sabe nadie lo que me gusta o no me gusta en este mundo. Qué sabe nadie lo que prefiero o no prefiero en el amor”. Raphael grabó por primera vez estos versos de Manuel Alejandro en 1981. Más de 40 años después los podría hacer suyos otra cantante de éxito mundial.
El día 4, The New York Times publicó un artículo de opinión de más de 5.000 palabras en el que la periodista Anna Marks especula con la orientación sexual de Taylor Swift. A través de una exégesis más que interesada de algunas de las letras de sus canciones y de elementos de puesta en escena de algunos de sus videoclips y actuaciones, la periodista trata de argumentar que Taylor Swift pertenece a la comunidad LGBT+ como algo más que una aliada, algo que la propia cantante ha negado en varias ocasiones.
El artículo ha causado un revuelo internacional —es la primera vez que un medio de la categoría de The New York Times sugiere algo así sobre la cantante—, pero las conjeturas alrededor de la no heterosexualidad de Taylor Swift no son ni mucho menos recientes.
¿Más que amigas?
Que las estrellas en el armario en más de una ocasión hayan hecho pasar por solo amigas a sus amantes o intereses románticos —como sucedió, por ejemplo, con Whitney Houston y Robyn Crawford— ha favorecido que muchos hayan querido leer en las amistades estrechas de sus ídolos algo más. Por eso la relación entre Swift y la modelo Karlie Kloss dio pie a todo tipo de especulaciones sobre ellas casi desde antes de conocerse.
En el reportaje de portada de Vogue que protagonizó la cantante en enero de 2012 declaró: “Quiero a Karlie Kloss. Quiero hacer galletas con ella”. Ni siquiera se conocían aún, pero Karlie Kloss, que había lanzado su propia línea de galletas, Karlie’s Kookies, respondió con una invitación en redes sociales: “¿En tu cocina o en la mía?”. Pasaron unos meses hasta que se conocieron, pero no fue en una de sus cocinas, sino en un desfile de Victoria’s Secret que tuvo lugar en 2013, en el que Swift cantaba y Kloss desfilaba. “No nos conocíamos, pero ahora somos BFF”, declaró Kloss al Hollywood reporter. Poco después, Kloss compartió una foto en Twitter de ambas junto a un verso de la canción Love Story: “We were both young when I first saw you” (”Éramos las dos jóvenes la primera vez que te vi”).
Un año después ambas volvieron a participar en el desfile de Victoria’s Secret, pero en esta ocasión, las dos lo abrieron de la mano. Entonces Entertainment Online se hizo eco de un buen número de seguidores de ambas que comenzaron a shippearlas, es decir, fantasear con una unión romántica de las dos estrellas. Los seguidores partidarios de esta fantasía acuñaron el término Kaylor, unión de sus dos nombres, y empezaron a buscar señales de una posible relación entre las dos.
Tan solo dos días después de aquel desfile, llegó la que estos fans consideraron como definitiva: una foto borrosa en la que se podría atisbar un beso entre la cantante y la modelo mientras asistían a un concierto del grupo 1975. El #kissgate, como se conoció al acontecimiento, dio para horas y horas de especulación y los fanfictions (relatos de ficción escritos por fans sobre sus ídolos) protagonizados por ambas proliferaron. De hecho The New York Times publicó en julio de 2023 un artículo titulado “Un romance lésbico entre dos celebridades me cambió la vida (incluso aunque nunca sucediera)”, en el que la escritora Emmeline Clein contaba en primera persona lo que supuso para ella haber participado de aquella fantasía.
Pero volvamos a 2014. Desde el entorno de la cantante desmintieron ese beso y que la relación entre ambas fuera algo más que una estrecha amistad, pero para el que quiere creer que una celebridad a la que admira es bisexual u homosexual en el armario, estos desmentidos no vienen sino a apuntalar la hipótesis de que la no heterosexualidad de su ídolo es algo que su entourage profesional se afana por ocultar para evitar perjuicios en su carrera, como, por otro lado, así ha sido y sigue siendo en muchos casos.
Swift se mudó a Nueva York —en las cabezas de muchos resonará su canción Welcome to New York— y estrechó su amistad con Kloss, junto a la cual posó para la portada de Vogue de marzo de 2015 en un reportaje en el que hablaban, entre otros asuntos, de un largo viaje en carretera por el Big Sur que ambas habían hecho juntas.
Era la época en la que Taylor Swift hacía gala constante de su squad, la pandilla de amigas que la acompañaba, formada en su mayor parte por otras estrellas como Selena Gómez —con quien la vimos cuchichear en los últimos Globos de Oro—, Cara Delevingne, las HAIM, Emma Stone, Blake Lively, Camila Cabello, Jennifer Lawrence y Lena Dunham, entre otras, muchas de las cuales protagonizaron junto a ella el videoclip de su canción Bad Blood en 2015.
Esto, unido al hecho de que sus relaciones sentimentales fueran breves y numerosas, contribuyó a las conjeturas sobre su orientación sexual desde una postura conservadora, como solo puede ser aquella que duda de la heterosexualidad de una mujer porque tenga muchas amigas o le duren poco los novios.
En aquellos años (de 2013 a 2017), Swift mantuvo relaciones sentimentales consecutivas con Harry Styles, Calvin Harris y Tom Hiddleston, pero a partir de 2017, comenzó su relación más larga hasta la fecha, con el actor Joe Alwyn, con quien estuvo saliendo hasta 2023, lo cual acalló los rumores.
Al mismo tiempo, la intensidad de la amistad entre Swift y Kloss descendió hasta el punto de que la cantante no acudió a la boda de la modelo con Joshua Kushner en 2018 (lo que la convirtió en concuñada de Ivanka Trump).
Merece la pena señalar que aunque Kloss fue la más importante de las amistades femeninas de Swift en ser señalada como supuesto interés romántico de la cantante, no fue la única. También se especuló con un posible romance entre Taylor Swift y Dianna Agron, algo que la actriz de Glee abordó en una entrevista a Rolling Stone en mayo de 2023. Al ser preguntada por el shippeo, Agron respondió: “Eso es muy interesante. Quiero decir, hay muchas historias sobre mi vida sentimental que son salvajemente mentira. Es divertido”.
Necesitas tranquilizarte
En 2019 otro acontecimiento volvió a hacer que cierto sector del fandom de Swift insistiera en que la cantante está en el armario. Se trató de la canción You Need to Calm Down, segundo sencillo de su séptimo álbum, Lover. La canción puede leerse como su propio Qué sabe nadie: comienza con unos versos en los que la cantante critica las especulaciones alrededor de su figura y la presión de la prensa, para después pasar a convertirse en un himno LGBT, diseñado por y para defender a la comunidad en un momento muy concreto en el que la Administración de Trump —véase, el padre de la concuñada de su ex mejor amiga— estaba poniendo en peligro parte de la legislación pro-LGBT reciente en Estados Unidos.
De hecho, de la misma forma que en el videoclip de Bad Blood se hizo acompañar por sus amigas, el de You Need to Calm Down está plagado de cameos de numerosas celebridades LGBT como Ellen Degeneres, Laverne Cox, RuPaul y Billy Porter, entre otros. Y lo cerraba con una petición abierta en change.org a su nombre para presionar a los senadores norteamericanos en pos de la aprobación de la Equality Act, para proteger a las personas LGBTQ+ de la discriminación en sus puestos de trabajo, escuelas y hogares.
Cierto furor fan mezclado con la confusión propia de quien mira al dedo en lugar de a la Luna volvió a poner encima de la mesa las especulaciones alrededor de la orientación sexual de la cantante por un detalle: en algunos planos del videoclip (del 1:49 al 2:00) aparece con una peluca con los colores de la bandera bisexual.
Pocos meses después del estreno del videoclip, Swift protagonizó la portada del September Issue de Vogue, la más importante anualmente para la publicación. En la entrevista que acompañaba al reportaje fotográfico se incidía especialmente en su apoyo a la comunidad LGBTQ+ mucho más allá —y mucho antes— que con su videoclip. Swift declaraba a ese respecto: “Se está despojando de derechos a cualquiera que no sea un hombre cisgénero heterosexual blanco (…). No me di cuenta hasta hace poco de que podía defender a una comunidad de la que no formo parte. Es difícil saber cómo hacerlo sin tener tanto miedo a cometer un error como para que te paralice. Porque mis errores hacen mucho ruido. Cuando yo me equivoco, retumba en todos los cañones del mundo. Es clickbait y es parte de la historia de mi vida y parte de la historia de mi carrera”.
Swift volvía a excluirse de la comunidad LGBT, pero si algo caracteriza a las especulaciones acerca de la orientación sexual es que pueden ser interminables porque parten de la base de que la estrella en cuestión está tratando de ocultar una realidad que para algunos es evidente. En este caso, además, se da la paradoja de que quienes asumen que la cantante es bisexual creen que ella, a la vez que lo oculta, está tratando de dejar pistas sobre ello, así que cualquier interpretación subjetiva de cualquier letra, gesto, elemento de puesta en escena es susceptible de ser leído desde esta clave.
De hecho, con motivo de la publicación de la nueva grabación de su disco 1989, en octubre de 2023, Swift volvió a abordar este asunto tangencialmente al aclarar que si en un momento de su vida salía de fiesta única y exclusivamente con chicas fue para evitar algo que la incomodaba: que cada vez que salía informalmente con algún chico, inmediatamente la prensa lo señalaba como su interés romántico. Tratando de evitar que esto ocurriera, lo que consiguió, paradójicamente, fue que aumentara la especulación con el hecho de que pudiera estar interesada sexualmente en mujeres.
Y así llegamos hasta hoy, cuando las consabidas especulaciones ocupan espacio en uno de los diarios más importantes del mundo en un texto tan extenso y prolijo en detalles como, en el mejor de los casos, discutible. Lo único —¡como si fuera poco!— que tenemos para rebatirlo es la palabra de la cantante —su actual relación con el jugador de la NFL Travis Kelce no es incompatible, como no lo sería ninguna otra, con una posible bisexualidad—. ¿Por qué no íbamos a fiarnos de ella? O mejor dicho, ¿por qué no debemos hacerlo en el caso de una artista ampliamente defensora de la comunidad LGBTQ+? Que desgraciadamente siga habiendo artistas en el armario no es suficiente argumento porque podría valer para todos. Y para ninguno.
En las conjeturas alrededor de la orientación sexual de una celebridad se unen factores muy diferentes y casi antagónicos entre ellos. El primero y más importante, la necesidad imperiosa de los jóvenes LGBTQ+ de encontrar referentes y espejos de éxito en los que mirarse. En una comunidad a menudo golpeada por el estigma y la discriminación, nunca son suficientes. Pero la frontera entre esa urgencia y la intromisión en la vida privada de las celebridades o, incluso, la asunción de que determinados comportamientos —amistades íntimas, falta de pareja heterosexual estable, preferencias estéticas, etcétera— son evidencias unívocas de una orientación sexual no heteronormativa es difusa y puede ser dañina.
Que la propia Taylor en 2019 fuese consciente de que cualquier mínimo movimiento suyo es clickbait no la hace responsable de lo que otros, cualquiera, quieran leer en ella. Porque al final, nadie salvo ella puede saber con certeza lo que le gusta o no le gusta en este mundo. O lo que es lo mismo, qué sabe nadie.