¿Es la igualdad laboral un hito inalcanzable?
La brecha entre géneros sigue abierta con salarios dispares. En sólo diez años, las demandas por discriminar a madres trabajadoras han aumentado un 400%.
Es evidente que el salario medio de una editora jefe de cualquier revista de moda y tendencias queda bastante alejado (remoto, por así decirlo) de los dos millones de dólares anuales que se embolsa Anna Wintour por capitanear la edición americana de 'Vogue'. Tal y como desvela la encuesta anual de salarios en empresas editoriales que acaba de publicar la revista 'Folio', la realidad de la redacciones de los magazines contemporán...
Es evidente que el salario medio de una editora jefe de cualquier revista de moda y tendencias queda bastante alejado (remoto, por así decirlo) de los dos millones de dólares anuales que se embolsa Anna Wintour por capitanear la edición americana de 'Vogue'. Tal y como desvela la encuesta anual de salarios en empresas editoriales que acaba de publicar la revista 'Folio', la realidad de la redacciones de los magazines contemporáneos es diametralmente opuesta a estas pagas de siete cifras. La media salarial, sin contar a estrellas como Wintour, por este puesto de trabajo en territorio estadounidense se queda en los 85.000 dólares anuales (si se rige por un sistema de 14 pagas, vendrían a ser unos 4.700 euros mensuales). Lo más preocupante de las conclusiones de este estudio no se centran en discernir sobre si este salario es apropiado o no para una editora sobrecargada de trabajo. El estupor asalta a nuestro cerebro al comprobar cómo los editores jefe masculinos, realizando exactamente las mismas tareas que sus homólogas femeninas, ganan un 15% más que ellas, alcanzando una media de 100.000 dólares anuales (unos 5.500 euros mensuales).
Luchar por la igualdad de condiciones a nivel profesional no ha sido una tarea fácil. Ni lo está siendo. No ha llovido tanto desde que las periodistas, por muy preparadas profesionalmente que estuviesen, sólo podían acceder a puestos de documentación o comprobación de datos en las redacciones americanas. A mediados de los 60, a publicaciones punteras como Newsweek no les temblaba la voz al espetar a toda aspirante a periodista que solicitase un empleo en su equipo: “si quieres ser redactora, vete a cualquier otro sitio. Las mujeres no escriben en Newsweek”. De los más de 50 redactores que había en la cabecera, sólo uno era mujer. El cambio en la concepción del periodismo femenino dio un vuelco el 16 de marzo de 1970, una semana antes de que la revista ensalzase en portada la 'Women in Revolt' que vivía América. La dirección eligió a la mujer de un editor, una periodista freelance, para escribir sobre la liberación femenina. Envalentonadas por esta injusticia, 46 trabajadoras de 'Newsweek' denunciaron a la cabecera por “discriminación sistemática contra las mujeres”. Cuatro décadas después de esta demanda, una de sus protagonistas, la escritora Lynn Povich, desvela todo este proceso en el libro “The good girls revolt. How the women of Newskeek sued their bosses and changed the workplace”. En el texto analiza más sonados juicios por discriminación en otras cabeceras (el New York Times también tiene su hueco) y entrevista a una docena de colegas, escritoras y feministas de la época (entre ellas Gloria Steinem y Nora Ephron) para hacerse una idea de cómo han podido cambiar las tornas. O no tanto. Según apunta, el sexismo sigue presente y sólo el 20% de los artículos de opinión y el 11% de los reportajes en prensa diaria americana están firmados por mujeres.
Unos días antes de que ‘Newsweek’ publicase esta portada, 46 empleadas de la revista denunciaron a la empresa por «discriminación sistemática contra la mujeres»
La discriminación laboral no sólo atañe a salarios o visibilidad empresarial. Superadas las trabas para acceder al mercado laboral, las madres trabajadoras todavía están lejos de conseguir un trato parcial. Una extensa investigación publicada por el 'Harvard Business Review' de Asia del pasado mes de septiembre apunta a tres indicadores clave para entender por qué las madres siguen infravaloradas en sus empleos: si una mujer tiene un hijo, sus posibilidades de ser contratada caen un 79%, tendrá un 50% menos de posibilidades de ser ascendida frente a una trabajadora sin hijos y su oferta de salario será reducida en unos 11.000 dólares anuales. Las autoras apuntan, además, que mientras las demandas referentes al empleo han caído drásticamente en América, las que atañen a la discriminación sobre madres trabajadoras han aumentado un 400% entre 1998 y 2008.
Y, ¿cómo está la situación en España? Ligeramente aventajada en igualdad salarial frente al resto de Europa, pero aún por debajo de los países escandinavos. Las mujeres cobran un 22% menos que los hombres, según desprende la última encuesta anual salarial del Instituto Nacional de Estadística, aunque la Comisión Europea reduce esta cifra a un 16,7%, tres décimas por debajo de la media de los países miembros. Las féminas tampoco salen muy bien paradas en su participación en puestos directivos: sólo un 11% de los consejeros que forman parte del Ibex son mujeres.
Para Juan José Dolado, profesor del Departamento de Economía de la Universidad Carlos III y autor de varios estudios sobre la equiparación salarial entre géneros, la “competitividad” es un factor clave para igualar condiciones en el mercado laboral. “La discriminación sale cara a las empresas que buscan mejorar, si no promocionan a sus mejores trabajadores, saben que los resultados no serán satisfactorios”. Dolado asegura que las mujeres funcionan mejor y consiguen escalar posiciones –y aumentar su salario– a “mayor competencia exista en su gremio”. Así, sectores como el financiero son los que menos discriminan, frente a otros menos competitivos, como el eléctrico, en el que las diferencias salariales pueden superar el 20% entre hombres y mujeres que tengan el mismo puesto de trabajo.
Aunque los derechos laborales que atañen a la maternidad están tasados por ley y pocas empresas los vulneran, las madres, tal y como afirma Dolado, “siguen estando segregadas, bien por presión laboral o porque se autoexcluyen del mercado por iniciativa propia a causa de la tensión y el estrés que supone cargar con un trabajo doble (casa y empleo)”. Una teoría que confirma Rosa López, una de las socias del despacho Aba Abogadas, especializada en Derecho Laboral y de Familia. López apunta a que en los juzgados españoles “no es muy habitual poner demandas por discriminación” y alude a dos causas de este silencio judicial. Por un lado “la dificultad de prueba discriminatoria” y por otro, “que incluso acreditando la discriminación, lo único que se puede conseguir es que el juez obligue a la empresa a cesar en la conducta discriminatoria (si consiste en que no te promocionan o te tratan de forma diferente a un hombre, es prácticamente imposible conseguir que se cumpla la sentencia) y a pagar una indemnización de daños y perjuicios meramente testimonial”. Respecto a la maternidad, la abogada asegura que en España “es muy difícil acreditar que no te promocionan por ser madre y no porque tu compañera vale más que tú. Además, la mayor parte de la gente siente que poner una demanda contra la empresa significa que automáticamente te queda muy poco dentro de ella, así que ven inútil demandar”.
Con todo, la crisis económica también está provocando un cambio en los roles familiares y en la percepción de quién aporta el capital en los hogares. Tal y como apunta el profesor de Economía de la Carlos III, muchos padres, ex trabajadores que ahora engrosan las listas del paro, se ven obligados a asumir las tareas del hogar frente a madres que siguen con sus empleos. ¿Reformulará la recesión la concepción de la igualdad laboral?
Lynn Povich desvela el caso ‘Newsweek’ y otras demandas sonadas en cabeceras americanas en su libro ‘The good girls revolt’