Por qué ‘Emily in Paris’ supuso el principio del fin de unos tocados Globos de Oro
Una investigación de Los Angeles Times, que desveló que varios votantes habían sido invitados a un viaje de lujo para ver el rodaje de la serie, hizo saltar todas las alarmas sobre un sistema corrupto y acusado de falta de diversidad. Tanto la alfombra roja como la gala televisada han sido canceladas.
Iba a ser la primera alfombra roja imprescindible de 2022, con figuras como Kristen Stewart, Lady Gaga, Javier Bardem o Nicole Kidman desfilando por ella. Para muchos, este photocall es incluso el más estimulante de toda la temporada de premios, por delante de los Oscar, basándose en la acumulación de estrellas –no solo del cine sino también de la pujante televisión–. Una ocasión perfecta para que las marcas de moda más importantes del mundo saquen pecho de sus creaciones más mimadas. Esas que llevan horas y horas de taller para su confección. Sin embargo, las sospechas en torno al ac...
Iba a ser la primera alfombra roja imprescindible de 2022, con figuras como Kristen Stewart, Lady Gaga, Javier Bardem o Nicole Kidman desfilando por ella. Para muchos, este photocall es incluso el más estimulante de toda la temporada de premios, por delante de los Oscar, basándose en la acumulación de estrellas –no solo del cine sino también de la pujante televisión–. Una ocasión perfecta para que las marcas de moda más importantes del mundo saquen pecho de sus creaciones más mimadas. Esas que llevan horas y horas de taller para su confección. Sin embargo, las sospechas en torno al aciago futuro de los Globos de Oro se confirmaban hace escasas horas cuando su organizadora, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, aseguraba que en esta edición no habrá retransmisión televisiva, alfombra roja o presencia de nominados. Limitándose el próximo 9 de enero a anunciar los ganadores en un comunicado por la negativa de todos los estamentos de la industria a participar en ella. Una defenestración consecuencia del boicot promovido por la falta de diversidad entre sus miembros y las sospechas de corrupción, que arrancó con la –a priori– inofensiva nominación de Emily in Paris, la serie que puede acabar suponiendo la condena definitiva de los ya muy tocados Globos de Oro.
La controversia respecto a las nominaciones tomó mayor vuelo dos semanas después de su anuncio, cuando una investigación publicada por Los Angeles Times cernía sobre la asociación –una organización hermética y compuesta por unos 90 profesionales, ninguno de raza negra– la sospecha de la corrupción. En los Oscar, por establecer una comparación y pese a que también han sido señalados por su falta de inclusión, tienen derecho a voto más de 9.000 académicos. Según el periódico, hasta un tercio de los votantes de los Globos de Oro fueron invitados por Paramount, productora de la serie, a visitar el rodaje de la primera temporada de Emily in Paris en la capital francesa, siendo agasajados con todo tipo de lujos y pernoctando durante dos noches en el exclusivo hotel Península, con vistas a la Torre Eiffel y cuyas habitaciones rondan los 1.300 euros por noche. “Nos trataron como reyes y reinas”, confesaba uno de los miembros a Los Angeles Times.
Más allá de la sombra de falta de ética y diversidad que ya acompañaba desde hace tiempo a los premios, el reportaje desvelaba cómo la asociación, supuestamente sin fines de lucro, también había multiplicado los ingresos entre sus miembros por diferentes trabajos de naturaleza opaca. Decenas de estrellas como Scarlett Johansson, Ava DuVernay o Tom Cruise –que devolvió sus tres estatuillas–, denunciaron los modos de la organización y estudios como Amazon, Netflix o Warner Bros hicieron público su rechazo a seguir colaborando con ellos hasta una exigida transformación. Incluso Tina Fey y Amy Poehler, presentadoras de la gala del pasado año, dedicaron una parte de su monólogo de presentación a reprender a los organizadores. “Incluso en las cosas más tontas, la inclusión es importante. No hay miembros negros en la Asociación de la Prensa Extranjera, y eso es algo que tenéis que cambiar”, alegó Fey.
Además del impacto de la investigación de Los Angeles Times en la industria, la repercusión de las dos nominaciones de Emily in Paris, a mejor serie y a mejor actriz para Lily Collins en la categoría de comedia o musical, conmocionaron a tuiteros y periodistas, que consideraban insólito que una ficción tan vapuleada por la crítica y tan cuestionada por sus clichés sobre la cultura francesa y normatividad de su elenco, gozara de tal respaldo por parte de la asociación. Más si cabe teniendo en cuenta que otras de las producciones más alabadas del curso, como Podría destruirte o Insecure, concebidas y protagonizadas por Michaela Coel e Issa Rae, respectivamente, eran desairadas con cero candidaturas. Independientemente de las malas críticas, la primera temporada de Emily in Paris no solo logró alzarse como la comedia más vista de Netflix en 2020, con cerca de 60 millones de espectadores, sino que se convirtió en toda una prescriptora de tendencias a nivel global. El vestuario del show catapultó la venta de sombreros en Asos en un 48%, las búsquedas de boinas rojas aumentaron un 100% en la web especializada Lyst e incrementó el interés por firmas como Ganni o Staud.
“Intenté evitar leer todas las críticas, pero no vivo en una cueva. Jamás se me hubiera ocurrido que la serie pudiera ser nominada”, admitió una de las guionistas de Emily in Paris, Deborah Copaken, que publicó un texto en The Guardian reconociendo que Podría destruirte se merecía más el reconocimiento que su propia ficción y haciendo autocrítica por el contenido de su trabajo. “Entiendo perfectamente que una serie sobre una estadounidense blanca vendiendo lujo blanco, en un París prepandémico despojado de las vibrantes comunidades africana y musulmana, pueda irritar a la gente”, expuso. Consciente, además, de que Emily in Paris se estrenó apenas un par de meses después de las revueltas y conflicto racial originado por el asesinato de George Floyd a manos del policía Derek Chauvin. “Si piensas que la supremacía blanca no existe, Emily in Paris acaba de ser nominada a un Globo de Oro”, escribía una tuitera en una publicación viral con más de 150 mil ‘me gusta’. “La próxima vez que sufras el síndrome de la impostora respira hondo y recuerda que han nominado a Emily in Paris a un Globo de Oro”, decía otra, simbolizando la indignación unánime que despertó en las redes la distinción a la serie de Netflix, derrotada a la postre por Schitt’s Creek.
Con motivo del reciente estreno de la segunda temporada de la ficción, hasta su protagonista, Lily Collins, se ha visto obligada a abordar la polémica provocada por la serie, admitiendo que la reacción negativa los llevó a “mantener conversaciones” para reflejar mejor la realidad. “Si alguna vez tenemos la oportunidad de ser mejores, hacerlo mejor y tener más representación e inclusión, hay que aprovecharla”, dijo en la revista Glamour, incorporando en la nueva tanda de episodios a más personajes femeninos, de etnia no caucásica o LGTB.
En su eterno papel como antesala, los Globos de Oro no solo se erigían como fundamentales por su capacidad para situar y esbozar a primeros favoritos de cara a hacerse con el Oscar, también alumbraron algunas de las declaraciones estilísticas más importantes de la meca del cine. Siempre fueron, además de una gala audiovisual, una fiesta de moda. Para la historia quedarán looks inolvidables como el icónico conjunto de top y pantalón lucido por Cher en 1973, el traje de raya diplomática de Armani que llevó Julia Roberts en 1990 o el vestido dorado de una deslumbrante Beyoncé firmado Elie Saab en 2007. Pero, sin duda, la alfombra más recordada de los Globos de Oro tuvo lugar en 2018, cuando decenas de actrices la tiñeron de negro para protestar por el acoso sexual y la desigualdad de género reinante en las colinas de Hollywood.
La puntilla al futuro de los galardones se la puso la cadena NBC, poseedora de los derechos, que canceló la emisión de la gala de este año por la falta de cambios drásticos en la estructura de la organización. Una decisión a buen seguro alentada por la debacle de audiencia sufrida en la pasada edición, cayendo hasta en un 60% con respecto a la de 2020 y marcando un nuevo mínimo histórico. La defenestración de los Globos de Oro parece irrevocable hasta el punto de que otra de las citas pujantes de la temporada de premios, los Critics Choice Awards, apostó por celebrar su entrega de premios el mismo 9 de enero y a la misma hora, con la presencia confirmada, esta vez sí, de un gran número de estrellas. Sin embargo, los efectos de la variante ómicron han obligado a sus organizadores a posponer la gala. Habrá que esperar a los Bafta o los SAG Awards para ver a las estrellas brillar de nuevo sobre la alfombra roja.