Therese Jamaa: «Al dar no pienso en nada, solo obedezco»
Queremos saber cómo mujeres influyentes a las que admiramos dejan de lado el trabajo y desconectan. Saber parar, decir que no y apagar las notificaciones de WhatsApp también son parte del éxito porque como bien sabemos «la vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado».
Therese Jamaa lleva toda la vida trabajando en el sector de las telecomunicaciones. La actual vicepresidenta de Huawei España ha desarrollado su trayectoria laboral en empresas como GMSA, la compañía organizadora del Mobile World Congress, Qualcomm y Vodafone.
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Therese Jamaa lleva toda la vida trabajando en el sector de las telecomunicaciones. La actual vicepresidenta de Huawei España ha desarrollado su trayectoria laboral en empresas como GMSA, la compañía organizadora del Mobile World Congress, Qualcomm y Vodafone.
Vive en Barcelona desde hace 21 años, algo con lo que ya soñaba de pequeña, pero no olvida sus raíces. Es por eso que una parte de su descanso también está vinculada a su origen: procedente del Líbano, su familia se marchó del país durante la guerra y buscaron refugio en París. Allí, Cruz Roja los recibió y les proveyó de ropa, colchón y alimentos. Ahora es ella quien colabora en los voluntariados que, tal y como rememora, una vez le sirvieron comida.
De Therese, sus amigos y familiares dicen que es muy positiva. No suele quejarse, intenta celebrar cada momento y consigue reflejar esa alegría y gratitud a través del teléfono. “Cuando viví en Inglaterra, todo el mundo necesitaba irse de la ciudad el fin de semana. Al vivir aquí, no tengo necesidad de salir de vacaciones. Lo último que quiero es viajar, quiero estar y disfrutar de lo que tengo”, explica.
Therese comparte en ‘Cómo desconecto’ su peculiar forma de entender el descanso, cómo maneja el estrés en un puesto de responsabilidad y sus trucos para desconectar.
No olvidar de dónde vienes
Me gusta y relaja hacer una actividad física que no haga que mi mente trabaje. Por eso, colaboro con fundaciones o Cruz Roja. Al dar y participar en algo no pienso en nada, solo obedezco. Por ejemplo, si estás en una plataforma de alimentos y hay familias haciendo cola, te dan una hoja y te explican cuánta leche y arroz hay que dar, ese trabajo es puramente físico. Te relaja porque estás dando, sabes que formas parte de algo grande.
La pandemia fue un momento muy importante para mí. Me puse la chaqueta de Cruz Roja y salí a ayudar. Eres anónima, vas con tu mascarilla y todo el mundo ayuda como puede, están ahí por la misma razón: dar, les hace felices. Mi jefe era una persona sin techo, sabía cómo tenía que servir la comida y distribuir la ropa. Es esto lo bonito, volver a las cosas básicas y humanas, disfrutar de cada momento. Si tienes salud, no hay excusa. No podemos decir “me aburro o me agobio”, hay que buscar la manera de ser felices. Lo tenemos todo.
El descanso es una actitud
Para mí descansar es hacer algo que te haga feliz. Puede ser estar con tu pareja o con tus hijos. También hay que dormir, no voy a mentir, pero ya no llego a hacerlo ocho horas.
Cuando eres feliz, no sientes agobio. Al final, si yo me estreso, el resto del equipo también lo hará. En mi puesto anterior, si un congreso se anulaba, o te levantabas estresada y llorabas o decías “avanzamos”. Es muy importante comunicar paz e intentar protegerte, no dejarte llevar ni por tu estrés ni por el de los demás, incluso si ves que tienes una responsabilidad. Si sonríes, verás que los demás sonríen.
Música, el mar en invierno y sentirse rodeada de familia y amigos
Siempre encuentro mis momentos. Me gusta estar rodeada de familia y amigos. Eso me da mucha paz. También andar después de trabajar. Podría hacer más deporte, porque el deporte ayuda a relajarte, pero a mí no me gusta estar en un gimnasio, prefiero estar fuera, en la calle.
Me encanta el jazz y canto también. Por ejemplo, antes de dar una conferencia o una entrevista un poco estresante canto una canción. Puede parecer ridículo, pero si tú bailas o cantas antes de tener un momento intenso liberas el estrés. Además, si puedo compartir ese momento con gente a la que quiero, es aún más bonito. Durante la pandemia, tenía un grupo de amigos con el que llegamos a una especie de acuerdo: íbamos a la casa de uno o de otro y cantábamos. No es que fuéramos profesionales, pero nos aguantamos. La música tiene un poder increíble.
Hay otra cosa que también me encanta: pasear delante del mar, con mi perro. En invierno me gusta más, porque hay poca gente. Me da mucha vida. Es algo gratis y todo el que vive cerca, lo tiene.
La relación con la tecnología
Por la noche me pongo en modo avión unas horas. Tengo que dormir y la vida sigue. Cometí un error hace unos años: cuando mis hijos eran pequeños, trabajaba con Estados Unidos y lo peor que pude hacer era poner a mi hijo en el baño y yo con el móvil en la mano. Son momentos mágicos de la vida, hay que parar y alejarse del móvil. No se van a morir si espero a que salga mi hijo del baño. Van a ser 10 minutos y no pasará nada, hay que intentar hacerlo.
Si descanso y pienso: “Dejo mi teléfono por vacaciones y no lo encenderé en dos semanas”, no puedo hacerlo y tampoco quiero. El teléfono te da libertad, porque lo llevas contigo, pero también implica que tienes que mirar tus mensajes de vez en cuando. Espero que ahora, en el mes de agosto, no tenga que mirarlo cada media hora, porque estando de vacaciones no lo haré.